EL PARO
¡El paro ha bajado! ¡El paro ha bajado! Tachín, tachán, qué alegría, qué alborozo, que suenen tambores y timbales, aleluya, aleluya, ya bota Mariano en el balcón de Oriente, que salude, que salude, que lo unjan y rieguen con rosas, claveles y vinillo de Jerez, tachín, tachán, carrozas doradas, carrozas por un tubo, el confeti, rápido, el confeti, los payasos de Anita, música, música, la banda nacional (la banda gurtel con sus tambores preñados de mierda), Paquito el Chocolatero, ejército de húsares y coraceros a la calle, a la calle de inmediato, a la calle todos, ya tardamos, que forme la claque de putis verbeneros con mantilla y peineta (la Cospe abriendo el cortejo), tachín, tachán, tachín, tachán, asquito me dan. Qué calladito se lo tenían estos fulanos de la derechona patria que nos malgobierna. Qué magos de las encuestas y los números estadísticos estos pilletes del sobre asomadizo. Al día siguiente de la inmolación política, al día siguiente del martirio en el Gólgota parlamentario (lo de ayer fue un calvario en toda regla con arrepentimiento espontáneo, cara de corderito degollado por las hordas marxistas y mirada extasiada al cielo de virgen mariana sin desvirgar), qué casualidad, qué bendita casualidad, que ¡zas!, el empleo ha venido y nadie sabe cómo ha sido. Y ahora lo de siempre, la vieja cantinela rayada y polvorienta de siempre, que si España va bien, que si el país sale de la recesión, que si la máquina indigesta empieza otra vez a carburar. En un par de semanas pleno empleo, ya lo verán ustedes, lo va a decir, tal que en un momento, el de la corbata descarada, la flor de su secreto, el floripondio de Floriano. ¡Pero tachín, tachán, tachín, tachán, el llorar se va a acabar! ¡Presidente, presidente! Que bote la botella que ha limpiado Madrid de indigentes que hacían feo. ¿Dónde están ya esos mendigos con cartela, dónde está la famélica legión? Nada de nada, hombre, quién se acuerda de ellos, están todos de camarero dando el callo en Marbella, están todos chupándole la suela al patrón por un clavo ardiendo. Suenan los claros clarines, ya llegan los de Televisión Española, ya están ahí, ahí están, ahí están, por la puerta de Alcalá, ahí están viendo pasar el tiempo. Momias con carné de periodista y del otro, momias que han rescatado del guardarropía del Nodo. ¡Cómo destripan la encuesta del INE, los jodíos, cómo le sacan el triunfalismo a cada número amañado! ¿Son periodistas o cirujanos del poder? Tambores y timbales. Platillos y cornetas. Trompetas, fanfarrias, pechos fuera. Que no decaiga, estamos todos tan a gustito. Orgullo pepero, viva la raza. Se acabó la tristeza, la saudade Rubalcaba. Todos los rojos son iguales, unos tristes, unos funestos, unos cuervos. ¡A la playa, coño, a la playa, todo el país a la playa! Tintorro, botijo y tías en bolas. El chiringuito, el chiringuito. Bárcenas se abrasa en el pudridero con su tanga de rayas. Ya es historia el loco de la colina que quería escalar más alto, el falso culpable, el falso inocente, qué importa a estas alturas. Más dura será la caída. Ya no hay pobres, ya no hay paratas, ya no hay muertos desahuciados. Todo es alegría, todo es colorido, regocijo y jolgorio, todo es jijí, jajá, jijí jajá. Carnaval veraniego de la mentira y la propaganda. Éste es un país alegre que no lo paran cuatro rojos baladrones con ganas de gresca. El negocio funciona otra vez. Los ricos tripones a trincar y los pobres desgraciados a pagar. Cada mochuelo a su olivo, demasiados mochuelos con ojos de oro. Los guatergueis de tres al cuarto para los americanos. Aquí semos españoles, coño. Ladrones, sí, y a mucha honra.
Imagen: lavanguardia.es
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