FABRA QUIERE LIMPIAR
El presidente valenciano, Alberto Fabra, se ha puesto muy estupendo y ha dicho que quiere hacer limpieza de imputados en el PP regional. O sea, que le han entrado las prisas por fumigar. Es lo que ocurre cuando se acercan unas elecciones: que al político le entra el ataque de pudor y la urgencia por poner bonito el partido, no vaya a ser que lleguen las visitas (o sea el ciudadano elector) y descubran la roña pegada a las alfombras. Lo malo es que en el PP valenciano hay tanto que limpiar que el hombre no sabe por dónde empezar. Para limpiar el PP valenciano hace falta mucho más que una aparente buena intención, una honradez impostada y un poco de Mister Proper, ese calvete que es tu mejor amigo en la soledad del día de la limpieza tras una noche de botellón. Eso mismo es lo que le pasa a AF, que unos amigos gamberros aficionados a la fiesta salvaje se han dado un festival monumental a costa del partido y se han largado embriagados de Brugal, dinero y poder, mayormente dinero, dejándolo todo sucio, perdido, empantanado. Al honorable president ahora le parece muy mal que haya chicos malos sentados en los escaños de la bancada popular, el problema es que las Cortes Valencianas llevan meses, años, quizás décadas, siendo refugio caribeño de piratas, butroneros, palanqueros, tramoyistas del fraude, cleptómanos, adictos a la fiesta con pijama, dandis del traje caro, recalificadores de la verdad, amiguistas, enchufados, constructores de falsos aeropuertos, arquitectos del desfalco y aficionados varios al sirle. En fin, todo un zoo humano de parafilias (le pido prestado el término a mi amigo Desmond Morris, espero que no se moleste). En el arco parlamentario popular están representados todos los delitos del Código Penal, desde la prevaricación y el soborno al abuso sexual, lo cual que aquello es una ONU de delincuentes. Y así claro, limpiar todo eso de una tacada va a ser difícil y no basta con echarle la culpa al contable (Bárcenas en este caso) para que se suicide, como en las novelas de Balzac. Este PP valenciano no lo limpia ni una legión de Gracitas Morales con cofia y plumero, las que tenemos que servir. Ya vamos por cien imputados, cientos de cienes, y la cifra sigue subiendo, que no pasa un día sin que nos dé el soponcio leyendo los papeles. A Alberto Fabra, si quiere limpiar el partido de verdad, a fondo, yo le aconsejo que contrate a un puñado de japoneses de Fukushima, que la corrupción es una mugre radiactiva tan ácida que se te pega enseguida a la ropa, de ahí que el señor Camps cambiara tanto de traje. Lo malo del PP valenciano no es que sus filas estén más podridas que el hígado de Pocholo. Lo malo no es ni siquiera que haya un centenar de forajidos marcados con el cartel de wanted. Lo malo es que ese partido ha vivido tanto tiempo de este caldo de cultivo de la corrupción, ha institucionalizado de tal manera el delito tonto y rápido, que el problema ya no se soluciona con una bayetita y cuatro dimisiones. Al señor Fabra no nos queda otra que recomendarle menos verbalismo de político barroco y más ponerse manos a la obra, que esto, si uno quiere, se arregla en veinticuatro horas (por ejemplo: usted, usted, y usted, a la puta calle, un suponer). Si tan interesado está en fijar, limpiar y dar esplendor a su partido, remánguese, líese el pañuelo de "Nacido para matar" a la frente y empuñe la fregona si es que sabe (estos de la derecha patria son tan pijos que ellos no se mojan, sino que delegan en la chacha negra y en negro). De modo que limpie la cocina, señor Fabra, antes de que venga Chicote a sacarle los colores.
Imagen: afectadosporlahipoteca.wordpress.com
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