Cabeza bajo el ala. Cuentan que Mariano Rajoy no saldrá esta noche a dar la cara tras la
victoria independentista y que enviará a Pablo Casado en su lugar. Eso
es que el presidente tiene trabajo dando clases nocturnas sobre lo que es un plato y lo que es un vaso.
Casado con el ridículo. Pablo Casado: "Solo un millón y medio de catalanes han apoyado la secesión". Solo. Y le parece poco. Lamentable.
Salvemos los muebles. Cristina Cifuentes se conforma con los raquíticos once escaños obtenidos por el PP.
"Hemos salvado los muebles", declara cogiendo aire. Ese es el gran
problema de la inmovilista y cerril derecha española en Cataluña: que
cada vez se conforman con unos muebles más pequeños y baratos. Ya son
muebles que no llegan ni a los de Ikea y pronto no les quedarán ni
muebles del rastrillo.
Por los pelos. Mas gana las elecciones pero pierde el plebiscito. No obstante, esa no
es la clave: la cuestión es que hace unos años los independentistas
catalanes tenían un 15 por ciento de los votos, luego pasaron al 30, hoy
ya van por casi el 50 por ciento. ¿A qué espera Mariano Rajoy, a que
lleguen las elecciones de 2019 y los independentistas alcancen el 60 por
ciento?
Causas y efectos. El independentismo catalán ha crecido en los últimos años como reacción
de descontento popular ante un sistema político corrupto que se ha
olvidado de sus ciudadanos. Es algo que ha sucedido siempre a lo largo
de la historia. Cuando el antiguo régimen se descompone surgen
movimientos revolucionarios alternativos.
Hermanos Marx. Lo de ayer del balcón del Ayuntamiento de Barcelona recuerda mucho a
Sopa de Ganso. ¿Recuerdan la película? Fridonia contra Libertonia.
Estadistas y chiquilicuatres. El Papa pide la abolición de la pena de muerte en la Cámara de
Representantes de USA mientras nuestro presidente nos da clases sobre
platos y vasos. Hay líderes y lidercillos.
Bien por Miquel. Iceta nos ha dado una gran lección: que las cosas buenas de la vida
están por encima de la política y que cuando suena una gran canción ya
nada importa.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
domingo, 27 de septiembre de 2015
LA ESPAÑA DE ROMPESUELAS
(Publicado en Revista Gurb el 18 de septiembre de 2015)
Resulta difícil, muy difícil, presenciar
cómo unos salvajes masacran al pobre Rompesuelas sin sentir vergüenza y
asco de ser español. ¿Cómo nos verá un francés, un alemán o un
americano? Sin duda, como seres chiflados y primitivos que van lanceando
toros indefensos en una ciudad sin ley, en una ciudad far west tomada
por matones que campan a sus anchas. Así se comprende que los turistas,
cuando aterrizan en España, se extrañen al no encontrar sanfermineros
encalimochados, cejijuntos y peludos corriendo como locos por las
calles. Es lo que ven por la CNN. En ese acto sanguinario, ciego y cruel
del toro de la Vega, en ese acto vergonzante para la raza humana que un
puñado de paletos de boina y palillo de dientes en el labio perpetra
cada año en Tordesillas, se resume todo lo malo que hay en una parte de
España, la España bárbara y salvaje. Uno, que se encuentra en las
antípodas de los independentistas, de los nacionalismos provincianos de
artures y romevas, piensa que anida en lo español algo enfermizo de lo
que jamás podremos librarnos, algo canceroso y maldito que nos persigue
por los siglos de los siglos, como una maldición bíblica, y que nos
impide romper de una vez por todas con nuestras leyendas negras,
nuestras inquisiciones y nuestras cruentas guerras civiles.
Hay una España moderna, progresista,
alegre, democrática y tolerante, una España de artistas, atletas y
cocineros geniales que causan admiración en todo el mundo. Pero en el
reverso hay otra España, un míster Hyde en la sombra que es negro como
el pañuelo de una beata, una España huraña, atávica, fanática, ignorante
y perversa. Es esa España que sale a la calle, entre crucifijos y
banderas fascistas, entre antorchas y santas compañas medievales, para
gritar contra el aborto y los homosexuales; es esa España racista y
negrera falta de libros y escuela que trata a los inmigrantes como
delincuentes y carnaza para el andamio; es esa España que persigue al
rojo comunista y masón por pensar con diferentes ideas, esa España que
no entiende que este país es un compendio de pueblos y naciones con
diversa identidad nacional, con lenguas propias e idiosincrasias
particulares, y que precisamente en ese crisol formidable, en esa
variedad de culturas y tradiciones, es donde radica su fuerza y su éxito
como país y como Estado. Hay un lado enfermo en este pueblo viejo,
milenario y mesetario que todavía se llama España, ese pueblo que sestea
y se rasca los cojones bajo un olivo, junto a una bota de vino y un
impreso del PER, mientras otros envían cohetes espaciales a Marte. Hay
algo dañino, venenoso, en esta tribu cainita con alma de torero macho
inculto y reprimido que no puede ver más allá de sus propias
frustraciones contraídas tras siglos de curas y obispos rijosos, de
aprovechados terratenientes y grandes de España, de episodios
sainetescos escritos por borbones borrachos y puteros.
¿Pero dónde está el patrimonio cultural
de interés nacional digno de ser protegido y fomentado en ese toro
vilmente asesinado de la Vega? ¿Que tiene de alegre fiesta ese
espectáculo infame que consiste en dar rienda suelta a una cuadrilla de
mozos analfabetos embrutecidos y cerveceros que corren por las calles
como bestias desquiciadas y que pagan sus miserias a patadas con un
pobre animal al que despiertan al alba, somnoliento y desconcertado,
para darle el último paseíllo, como se le daba a los fusilados
republicanos? En el toro Rompesuelas hay una terrible metáfora de esa
España atroz, un holocausto de sangre, una ejecución mañanera injusta,
gratuita y miserable, como tantas que fueron cometidas durante la
contienda civil. El tótem del toro como víctima propiciatoria es el
símbolo perfecto de todo lo que a esa España le produce rechazo y miedo,
la fuerza digna y vital de la naturaleza, la nobleza y la inocencia que
ellos no tienen, el semental que en igualdad de condiciones puede ser
poderoso y peligroso para la tribu. Por eso la masa se arma y aúna su
violencia y su odio, por eso se escoge al toro como entrenamiento previo
antes de pasar al juego real, a lo que realmente le causa placer a esa
España criminal, que es la caza de otros toros más humanos. En estos
días en los que Cataluña vota sí o no a la independencia mientras esa
parte de España se entretiene en sus perniciosos vicios de sangre,
resulta muy difícil convencer a los catalanes de que no se vayan, de que
sigan con nosotros. Mas y Romeva también tienen sus complejos y sus
tópicos típicos, al igual que esa España mala e inmunda, porque todo
nacionalismo político, sea español o catalán, es un tipo de enfermedad
que ciega a quien lo padece y lo sumerge en una serie de mitos tan
irracionales como el del toro: la lengua y las tradiciones como hecho
sagrado, la raza como enseña orgullosa, el RH como signo de distinción.
La absurda creencia de que lo mío, lo propio, lo autóctono, es lo mejor
de lo mejor y que no hay otra cosa más bella en el mundo que los
castellers, la butifarra y un regate de Leo Messi. Y en esas estamos, en
una especie de Madrid-Barsa perpetuo (hoy la gente cree que la política
es como un partido de fútbol donde se trata de machacar al contrario al
grito de puta Barsa, puta Madrí, con banderas rojigualdas frente a
banderas esteladas) un simplismo muy alejado de aquello tan inteligente y
racional del "madrileños, Cataluña os ama", que gritó Companys en la
Monumental de Barcelona. Hoy la política se ha convertido en un partido
de fútbol lleno de hooligans mientras el fútbol ya solo es política. En
un lado del terreno de juego la España negra y taurina de Rajoy, esa
España ágrafa que no ha salido del pueblo y que disfruta matando
vaquillas a hostias en las verbenas del verano etílico. En el otro la
Cataluña de Artur Mas sumida en otro ciego delirio, el retorno al
medievo del condado catalán, al feudo de los caballeros del rey Arturo,
una especie de juego de tronos tan de moda hoy entre la juventud,
también la catalana, que no sabe una sola palabra de historia porque se
ha pasado los años de escuela estudiando que todos los españoles son muy
malos y muy franquistas y declamando si us plau. Miles de niños y
jóvenes a los que se les ha metido en la cabeza, en una extraña
inmersión histórica y lingüistica, que todo lo que huele a España, ya
sea Cervantes, Goya o Falla, es detestable. Una muchachada de
voluntarios convenientemente aleccionados que sin saber muy bien por qué
–quizá porque se lo está diciendo un tipo con el mentón poderoso y
atlético de Supermán, en este caso Supermás– nutre las manifestaciones
coordinadas con una marcialidad germánica, todos vestidos con camisetas
chic de Catalonia is not Spain, todos formados con la
cuatribarrada del triángulo estrellado sustraído a Cuba o Puerto Rico,
pero que al final no deja de ser la estrella de la Caixa. Una bandera
que tiene poca historia. Pero que queda tan mona en el Camp Nou.
Viñeta: El Koko Parrilla
EL FASCISMO
(Publicado en Revista Gurb el 4 de septiembre de 2015)
Por un momento, gran error, creíamos
haber enterrado a Hitler para siempre. Pero resulta que no ha habido
solo un Hitler en la Historia, sino muchos, una sucesión de Adolfos con
diversos uniformes y bigotes aunque con una misma idea en la cabeza:
someter al ser humano al yugo de la opresión. Ahora estamos asistiendo
al advenimiento de nuevos imitadores de Adolfo, solo que resultan
vulgares sucedáneos: Donald Trump, Le Pen, Kim Jong-un… La lista es
larga y en cada pueblo hay uno. Pero no nos equivoquemos. El fascismo no
es únicamente la ideología disparatada de un líder más o menos
zumbadillo, ni un episodio pasajero y aislado del siglo XX, ni una fase
concreta en la loca dialéctica hegeliana de la historia. El fascismo
anida en lo más profundo del hombre, es la constante malvada, cruel,
primaria de este mono desnudo que un día se levantó de la charca para
enviar cohetes a Marte, ya lo dijo Kubrick. El fascismo no es más que
una palabra inventada por Mussolini, una idea del viejo siglo XX que aún
empleamos, inútilmente, para intentar explicar el futurista siglo XXI
que se nos viene encima. Un término que hemos vaciado de contenido a
fuerza de usarlo, olvidando que todo lo oscuro y brutal que hay en
nosotros mismos estaba encerrado en ese concepto maldito: la fascinación
enfermiza por la patria y por la tierra, los símbolos y los mitos del
pasado, el orgullo absurdo de la tribu, el odio al extranjero, al otro, a
la raza distinta y distante, el ansia de poder, la furia innata del
hombre, la pasión por el morbo y el crimen, la atracción libidinosa de
la sangre. Por eso será imposible erradicar el fascismo, por eso siempre
habrá brotes de fascismos en el mundo más o menos incontrolados o
irredentos. Porque el mal hierve en cada uno de nosotros, latente,
innato, pugnando por salir y darse un festín a poco que un idiota con
uniforme militar sepa tocar las teclas adecuadas de nuestro cerebro. Los
animales se mueven por instintos, el hombre por maldad. El fascismo es
la fiebre crónica de la especie humana, la sicopatía histórica que el
homo sapiens no sabe o no puede curarse. Por eso al fascismo no se le
discute, se le destruye, como decía Durruti. Ahora que los refugiados
huyen de las cimitarras del califato genocida de ISIS (un fascismo
medieval que rebana cabezas y derumba templos romanos como quien
derrumba castillos de naipes para rodarlo todo en Youtube, que es el
nuevo cine de los tontos), ahora que miles de apátridas se agolpan por
millares a las puertas de Europa, digo, asistimos al peor revival
fascista, que como todo hoy en día ya no es un fenómeno local, sino
globalizado. El fascismo de este siglo es una multinacional que se
exporta como la Coca Cola y los Le Pen conquistan ayuntamientos en
Francia; los griegos traicionados por Tsipras se dejan seducir por
Amanecer Dorado; y los civilizados y frígidos escandinavos, hasta ahora
seres racionales nada dados a las pasiones turbulentas (salvo en las
novelas policiacas) caen rendidos a los pies de los neonazis.
Un viento frío y cruel recorre Europa de
Norte a Sur, helando los corazones de los europeos, y en España el
Gobierno coloca al hijo de Tejero, golpista y espadón de toda la vida,
en el Consejo de la Guardia Civil. Otro síntoma claro de que el enfermo
empeora. Bruselas debate cómo nos repartimos a los refugiados, cómo nos
dividimos el chapapote humano que nos llega de Oriente y que hemos
creado nosotros mismos con nuestro capitalismo colonial, nuestras
guerras de conveniencia, nuestros intereses petrolíferos y nuestros
negocios de armas. Para Europa, la vieja y decadente Europa, los
refugiados no son más que números, porcentajes, cuotas que hay que
repartirse, como la cuota de las vacas o las cuotas pesqueras, simples
decimales que hay que reubicar y redistribuir en novísimos campos de
concentración, guetos apartados, criaderos de yihadistas, donde ya no se
mata con gas zyklon pero se aplica el gas más lento de la miseria y la
injusticia. Ellos, los otros, los exiliados, los sin patria, llegan a
Europa dando vítores a Alemania en la falsa creencia de que entran en la
tierra prometida de los derechos humanos. Sueñan con subir a los trenes
alemanes que antes llevaban judíos a Auschwitz y
que ahora llevan sirios a ninguna parte. A eso está jugando Europa, a
cambiar sirios de lugar, a llevarlos de aquí para allá en un trueque
infame, como si así se resolviera el marrón. Hasta que al final los
desplazados se dan de bruces con el muro alambrado de la realidad y
descubren que Alemania no es ese paraíso civilizado que está todo el día
comiendo salchichas y jugando a la Bundesliga. Ven cómo les cierran las
estaciones en Budapest, ven cómo los recluyen en cárceles apestosas de
Macedonia o les envían a la Policía serbia, para que se vayan enterando
de lo que es Europa, el primer bastión de otro fascismo financiero
revestido de falsa democracia. En ISIS mandan los señores de negro del
islam, en Europa mandan los señores de negro de la troika. De modo que
huyen de la Málaga legendaria de Damasco para meterse en la Malagón
imperial de Berlín, donde les espera el gueto polaco que aún sigue allí,
la mendicidad y un batallón nocturno de cabezas rapadas. Europa ya no
es ese destino mítico lleno de oportunidades que ellos creían y los
europeos, también maltratados y abandonados por sus propios gobiernos,
apátridas en sus propias patrias, se han hecho insensibles, crueles y
egoístas. Es el ser humano dividido por la raza, enfrentado por el
victorioso capitalismo. Es la trampa de Occidente. Pongo la televisión y
veo, entre anuncios gilipollas de compresas, axilas depiladas y la
anciana octogenaria que quiere contemplar las últimas pichas de su vida
en playas nudistas, la imagen repetida de Aylan, ese niño sirio limpio y
digno que flota como un ángel decente a este lado del mar de la muerte.
Tan quieto, tan frágil, tan dulcemente asesinado. Ese niño que era la
vida, la esperanza, el futuro. Hemos matado a Voltaire. Solo nos queda
sentarnos y cantar y brindar por los viejos tiempos pasados del
humanismo. Y esperar resignados a que llegue un nuevo Adolfo. Ya se ven
volar las águilas, el fragor de los brazos en alto. Heil.
Viñeta: El Koko Parrilla
martes, 22 de septiembre de 2015
ICETA EL MARCHOSO
Qué calladito se lo tenía el señor Iceta. Resulta que el secretario de los socialistas catalans, ese señor bajito, fofisano, calvino y más bien feucho, llevaba dentro a un discotequero total, a un sex bomb insaciable, a un Travolta de muchos voltios. Ya sorprendió a Pedro Sánchez durante un mitin de campaña arrancándose por Freddie Mercury, pero es que lo de anoche en El Intermedio de Wyoming, su bailoteo juvenil con Thais Villas, fue demasié para el body. Qué estilazo, qué juego de caderas, qué swing, qué todo. Cuando la campaña catalana avanzaba entre deflagraciones y llamadas a los tanques y a las banderas, cuando cada mitin era una palada más de odio y tierra sobre el cadáver de España, entre crispaciones, tambores de guerra, insultos, patrioterismo barato (español y catalán) y mucho mal rollo, Iceta va y nos sorprende a todos saltando a la pista de baile de la política para echarse unos bailes con la descarada y frescachona Thais, la chica gafapasta de vis cómica ácida e inteligente que es como Groucho Marx, solo que sin bigote y en mujer. Cataluña arde de mitines tomados por comanches y tipos duros que hablan la lengua bélica, porque los tipos duros no bailan, como decía Mailer. Iceta no, él es un político de talante tranquilo y afable, racional y buen orador, educado y listo, de esos que ya no abundan en nuestros días porque ahora lo que se lleva es el político palabrón que menta mucho a la madre o el hooligan que se envuelve en la bandera patria para engatusar al pueblo o el tonto que se atraganta con el vaso de agua a la primera pregunta de un periodista medianamente preparado, como le ha pasado a Rajoy en su entrevista con Carlos Alsina. Queda claro que Rajoy, además de ser un triste que no pasaría de un mal chotis en la Castellana, solo lee el Marca, mientras que Iceta es de la escuela lógica de Azaña, mucho más cultivado y encima domina el rock. Iceta es como ese chico tímido apoyado en la barra de la disco que apenas llama la atención del personal (Pedro Sánchez es más alto, más guapo y tiene más paquete que él) pero que sin embargo lleva una fiera dentro de sí, un león salvaje que se desmelena cuando suena Queen, y ya nadie puede pararlo. Es entonces cuando salta a la pista de baile para darlo todo, para comérselo todo, sabiendo que nada en esta vida, ni siquiera el trono de la Yeneralitá, merece más la pena que ese bailoteo desbocado bajo los focos, sintiendo la música fluyendo por las venas, como un negrata de la Motown, o ese agarrao último y desesperado a la moza cuando se apagan los focos de la discoteca y la cruda realidad se impone a la mentira de la noche. A mí Iceta ya me tiene ganado, ya soy fan para toda la vida, tengo que confesarlo, porque en esta campaña catalana sucia y guerracivilista que a todos nos tiene en un vilo, acollonados ante tanto profeta del apocalipsis, tanto triste y resentido y tanto salvapatrias, él ha sido capaz de saltar a la pista con un puntito de alegría y buen humor, aliviando tensiones territoriales y políticas, desdramatizando, moviendo el esqueleto con total libertad y desinhibición, entregándose al baile como si no hubiera un mañana. Iceta nos ha dado una gran lección: que las cosas buenas de la vida están por encima de la política y que cuando suena una gran canción ya nada importa, ni el estatut, ni la Constitución, ni el procés, ni la independencia, ni la tercera vía, ni nada. Usted sí que sabe, señor Iceta. Baile, baile, no me pare ahora. Don't stop me now.
Viñeta: L'Avi
Viñeta: L'Avi
DE LA CAMPAÑA CATALANA, THAIS VILLAS Y RUPERT MURDOCH
Comienza la campaña en Cataluña: Artur Mas quiere convencer a los
catalanes de que cuando llegue la independencia su partido se reformará y
dejará de robar a los ciudadanos.
Rita forever. El Ayuntamiento de Valencia vende las seis Harley que Rita compró por 82.000 euros para que hicieran bonito durante la visita del Papa. Está muy bien la medida, pero ¿no debería castigarse como delito el despilfarro, el derroche y tirar alegremente el dinero público? Ya está bien de que nos vendan la moto.
Un rato con Isidoro. Estuvimos en la universidad de verano de la UGT, en la conferencia de Felipe González. Habló de Cataluña, de refugiados, de la crisis, de Grecia, y escuchándole disertar a uno se le vino a la cabeza la letra de aquella vieja canción: cómo hemos cambiado.
El Intermedio. La entrevista de Thais Villas al marchoso Iceta es lo más divertido que se ha visto en televisión en mucho tiempo. Nunca un cuarto de hora dio para tanto. Humor, música, baile, flirt y política. Solo le ha faltado el final feliz. Justo lo que necesita la crispada, tensa y tremendista sociedad catalana. Desde hoy me declaro fan absoluto del sociata bailongo.
Juglares de las redes. Pasados los cuarenta, un hombre (o una mujer) tiene que darse cuenta de si tiene madera de poeta o no. En Facebook hay mucho cabezota que insiste y persiste y dale y venga dar la brasa con sus ripios sin ningún rubor. Alguien debería decirles algo.
Drama ateniense. Los griegos han demostrado ser un pueblo inteligente. Dar otra oportunidad a Tsipras y no caer en el fascismo de Amanecer Dorado era lo más sensato que podían hacer.
El Más allá de internet. Facebook es un lugar fascinante, si no, cómo se entiende este comentario: "Buenas, ¿alguien sabe de una edición de audio para eliminar ruido de fondo y aclarar la voz? Tengo un par de psicofonías y me gustaría descifrar lo que dice la frase, gracias".
Periódicos comprados. Desde 2008, cuando estalló la crisis, los bancos y grandes empresas controlan el consejo de accionistas de El País. Telefónica, HSBC, Santander, la Caixa, un magnate mejicano y un jeque árabe manejan el tema. Espeluznante.
Son personas, no terroristas. "No queremos ir a Europa. Solo paren la guerra en Siria. Solo eso".
Kinan Masalemehi, refugiado sirio, 13 años.
Acorralado, acollonado. El periodista Stephen Sackur, de la BBC, pone contra las cuerdas a Romeva, que ha salido escaldado de la entrevista. Es lo que tiene que te entreviste un profesional serio que no sea de TV3.
Adiós a la National Geographic. El multimillonario Rupert Murdoch, uno de los principales negacionistas del cambio climático, compra National Geographic, una revista que desde su fundación en 1888 había pertenecido a una entidad sin ánimo de lucro y que se había destacado por la defensa del ideal ecologista. Poco a poco, anulando los focos de resistencia, van ganando terreno los defensores del expolio del planeta.
Viñeta: Lombilla
Rita forever. El Ayuntamiento de Valencia vende las seis Harley que Rita compró por 82.000 euros para que hicieran bonito durante la visita del Papa. Está muy bien la medida, pero ¿no debería castigarse como delito el despilfarro, el derroche y tirar alegremente el dinero público? Ya está bien de que nos vendan la moto.
Un rato con Isidoro. Estuvimos en la universidad de verano de la UGT, en la conferencia de Felipe González. Habló de Cataluña, de refugiados, de la crisis, de Grecia, y escuchándole disertar a uno se le vino a la cabeza la letra de aquella vieja canción: cómo hemos cambiado.
El Intermedio. La entrevista de Thais Villas al marchoso Iceta es lo más divertido que se ha visto en televisión en mucho tiempo. Nunca un cuarto de hora dio para tanto. Humor, música, baile, flirt y política. Solo le ha faltado el final feliz. Justo lo que necesita la crispada, tensa y tremendista sociedad catalana. Desde hoy me declaro fan absoluto del sociata bailongo.
Juglares de las redes. Pasados los cuarenta, un hombre (o una mujer) tiene que darse cuenta de si tiene madera de poeta o no. En Facebook hay mucho cabezota que insiste y persiste y dale y venga dar la brasa con sus ripios sin ningún rubor. Alguien debería decirles algo.
Drama ateniense. Los griegos han demostrado ser un pueblo inteligente. Dar otra oportunidad a Tsipras y no caer en el fascismo de Amanecer Dorado era lo más sensato que podían hacer.
El Más allá de internet. Facebook es un lugar fascinante, si no, cómo se entiende este comentario: "Buenas, ¿alguien sabe de una edición de audio para eliminar ruido de fondo y aclarar la voz? Tengo un par de psicofonías y me gustaría descifrar lo que dice la frase, gracias".
Periódicos comprados. Desde 2008, cuando estalló la crisis, los bancos y grandes empresas controlan el consejo de accionistas de El País. Telefónica, HSBC, Santander, la Caixa, un magnate mejicano y un jeque árabe manejan el tema. Espeluznante.
Son personas, no terroristas. "No queremos ir a Europa. Solo paren la guerra en Siria. Solo eso".
Kinan Masalemehi, refugiado sirio, 13 años.
Acorralado, acollonado. El periodista Stephen Sackur, de la BBC, pone contra las cuerdas a Romeva, que ha salido escaldado de la entrevista. Es lo que tiene que te entreviste un profesional serio que no sea de TV3.
Adiós a la National Geographic. El multimillonario Rupert Murdoch, uno de los principales negacionistas del cambio climático, compra National Geographic, una revista que desde su fundación en 1888 había pertenecido a una entidad sin ánimo de lucro y que se había destacado por la defensa del ideal ecologista. Poco a poco, anulando los focos de resistencia, van ganando terreno los defensores del expolio del planeta.
Viñeta: Lombilla
viernes, 18 de septiembre de 2015
LA ESPAÑA DE FELIPE
(Publicado en Revista Gurb el 18 de septiembre de 2015)
Conferencia completa en Revista Gurb.
miércoles, 9 de septiembre de 2015
ESPAÑOLES, EL PERIODISMO HA MUERTO
Amanecer. Abrir la ventana por la mañana y escuchar el griterío de los niños que
juegan y ríen en el recreo de un colegio. Todavía hay vida ahí afuera.
Periodismo enfermo. Me pregunta un amigo cuáles son, a mi juicio, los males de la prensa escrita española. Enumero solo algunos (toda lista es incompleta y ésta lo es aún más): falta de cualificación y preparación de los profesionales (algunos jóvenes redactores salen de la universidad sin saber escribir el primer párrafo de una información); salarios tercermundistas (muchos trabajan sin contrato y hasta gratis); abuso y explotación laboral por parte de las empresas de comunicación; miedo de los periodistas a perder el puesto de trabajo; directivos y ejecutivos que no sienten el periodismo como una profesión noble y decente y que se limitan a actuar como meros contables (como si hacer periódicos fuera lo mismo que vender ladrillos); sometimiento total a la publicidad y al poder gubernamental; amiguismos infames (cuando no chanchullos y compadreos) entre políticos y directores de los medios de comunicación; sectarismo; miedo a perder la subvención oficial de turno (escamoteando u ocultando la verdad si afecta a los poderes establecidos); enchufismo galopante (aún más que en el sector público, lo que lleva a colocar a hijos de hombres poderosos en las redacciones, aunque sean pésimos periodistas); pérdida de valores éticos; desorientación ante las nuevas tecnologías digitales; escaso interés y amor por la profesión de muchos periodistas, es decir falta de vocación; y sobre todos estos males el peor y más pernicioso de ellos: el miedo a contar la verdad.
Patada genocida. La periodista húngara despedida por patear a los refugiados da el perfil de perfecta sicópata que se requiere para ser director de un medio de comunicación. Solo estaba haciendo méritos para escalar en el periodismo desalmado que triunfa hoy en día.
Como putas por rastrojos. Los políticos andan mañana, tarde y noche de plató en plató, todo el día en la tele dándose postín y haciendo caja, de forma que se ha puesto de moda la figura del político-tertuliano. Y así, mientras pasan la jornada laboral frente a las cámaras, a mayor gloria de ellos mismos, no hay quien resuelva los problemas del país.
Viñeta: Igepzio
Periodismo enfermo. Me pregunta un amigo cuáles son, a mi juicio, los males de la prensa escrita española. Enumero solo algunos (toda lista es incompleta y ésta lo es aún más): falta de cualificación y preparación de los profesionales (algunos jóvenes redactores salen de la universidad sin saber escribir el primer párrafo de una información); salarios tercermundistas (muchos trabajan sin contrato y hasta gratis); abuso y explotación laboral por parte de las empresas de comunicación; miedo de los periodistas a perder el puesto de trabajo; directivos y ejecutivos que no sienten el periodismo como una profesión noble y decente y que se limitan a actuar como meros contables (como si hacer periódicos fuera lo mismo que vender ladrillos); sometimiento total a la publicidad y al poder gubernamental; amiguismos infames (cuando no chanchullos y compadreos) entre políticos y directores de los medios de comunicación; sectarismo; miedo a perder la subvención oficial de turno (escamoteando u ocultando la verdad si afecta a los poderes establecidos); enchufismo galopante (aún más que en el sector público, lo que lleva a colocar a hijos de hombres poderosos en las redacciones, aunque sean pésimos periodistas); pérdida de valores éticos; desorientación ante las nuevas tecnologías digitales; escaso interés y amor por la profesión de muchos periodistas, es decir falta de vocación; y sobre todos estos males el peor y más pernicioso de ellos: el miedo a contar la verdad.
Patada genocida. La periodista húngara despedida por patear a los refugiados da el perfil de perfecta sicópata que se requiere para ser director de un medio de comunicación. Solo estaba haciendo méritos para escalar en el periodismo desalmado que triunfa hoy en día.
Como putas por rastrojos. Los políticos andan mañana, tarde y noche de plató en plató, todo el día en la tele dándose postín y haciendo caja, de forma que se ha puesto de moda la figura del político-tertuliano. Y así, mientras pasan la jornada laboral frente a las cámaras, a mayor gloria de ellos mismos, no hay quien resuelva los problemas del país.
Viñeta: Igepzio
viernes, 4 de septiembre de 2015
LA REVOLUCIÓN PERDIDA
(Entrevista publicada en Revista Gurb el 4 de septiembre de 2015)
Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua 1942) hace tiempo que abandonó las barricadas de la política, la revolución y el Frente Sandinista, para dedicarse solo a escribir novelas. Fue vicepresidente del gobierno de Daniel Ortega, que por un momento pareció rozar con los dedos el viejo sueño de Sandino de hacer de Nicaragua un país moderno y avanzado. Todo fue un espejismo. Pronto llegaron la guerra, la ‘contra’ financiada por los yanquis, siempre los gringos conspirando y abortando cualquier conato de cambio en Latinoamérica. Hoy ya no se habla con Ortega –"no tenemos relación, no tenemos enemistad pero no tenemos relación"–, y el futuro de Nicaragua parece ensombrecerse de nuevo, pero por otras razones bien distintas. "Me parece que los capos del narcotráfico están sustituyendo a los dictadores como personajes literarios", asegura nada más poner pie en la Semana Negra de Gijón, donde presenta su último libro, Sara, una reelaboración del mito del Antiguo Testamento. Lejos quedan ya los años de la lucha armada, el Che, Fidel, Allende, los ideales utópicos que siempre acaban siendo pisoteados en el barro pobre de Sudamérica. Hoy Obama ha plantado la bandera con las barras y estrellas en La Habana y el comunismo ya no es una amenaza para Estados Unidos. "El poder siempre termina contaminando los ideales. El poder es un organismo vivo que tiene sus propias reglas, sus propias leyes, sus propias necesidades". El que fuera mano derecha de Ortega no piensa en transformar el mundo, solo en ficcionar, en inventar historias. "La novela no me parece a mí que tenga que ver con el compromiso social, no creo en la novela de tesis", sentencia.
Entrevista completa en Revista Gurb.
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