"Me encanta." Así respondió Donald Trump Jr., el hijo del presidente de los Estados Unidos, al ofrecimiento de información sensible sobre Hillary Clinton que le hicieron los espías rusos. Se trata de la evidencia más palpable hasta el momento de los contactos entre el entorno de Trump y el Kremlin para tumbar a su adversaria en la pasada campaña electoral. ¿Se comerá el turrón en la Casa Blanca el magnate del pelo pajizo o saldrá por la puerta de atrás tras un bochornoso impeachment?
El PP es un partido avezado en el arte del montajismo. Su formidable maquinaria mediática, cuando se pone a ello, es capaz de destruir a una persona en solo cinco minutos. La última víctima es Manuela Carmena, a la que ahora quieren hacer pasar por una amiga de ETA. Manuela la terrorista, Manuela la simpatizante de ISIS, Manuela la peligrosa chavista que no respeta ni siquiera la memoria de los muertos y a la que hay que abuchear y vilipendiar en público. Precisamente ella, que vivió en primera persona el zarpazo del terrorismo y que siempre luchó por la democracia y los derechos humanos, algo que muchos del PP no pueden decir. El crimen televisado de Miguel Ángel Blanco permanecerá como una sombra negra, indeleble, en la memoria de todos los que lo vivimos en directo. Fue un trauma social, algo nauseabundo, execrable y que nos acompañará mientras vivamos. Pero tratar de hacer política con esto, tratar de sacar réditos electorales de algo así, intentar erosionar la figura pública de una demócrata por los cuatro costados como Manuela Carmena, es algo incalificable que solo puede ser entendido viniendo de un partido que no condena el franquismo, que es capaz de reclamar 2.000 euros en tasas a una anciana por exhumar el cadáver de su padre represaliado y que jugó sin pudor con las víctimas del 11M para intentar ganar tiempo y llevarse las elecciones de 2004. Que no nos den lecciones de demócratas. Miguel Ángel Blanco lo era. No se merece que jueguen así con su nombre.
Mosul ya ha sido liberado pero miles de personas siguen vagando por las calles, sin casa ni alimentos, y los cadáveres permanecen bajo los escombros sin que nadie se preocupe de ellos. El olor a putrefacción inunda toda la ciudad. Las organizaciones humanitarias imploran la ayuda de la comunidad internacional que, como siempre, hace oídos sordos y mira para otro lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario