(Publicado en Diario16 el 23 de mayo de 2023)
A cinco días para las elecciones, es preciso valorar la campaña electoral que está haciendo Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno tenía dos posibles formas de plantear la propaganda del PSOE: entrar en el fango que le proponía Feijóo a cuenta de ETA, Bildu y otros asuntos inútiles propios de la política basura o ponerse el traje de faena y sugerir medidas concretas para mejorar la vida de los españoles. Felizmente, ha elegido la segunda opción.
Sánchez es un hombre acostumbrado a trabajarse España. Cuando los barones lo descabalgaron del poder del partido, en aquel golpe de mano de infausto recuerdo en el Comité Federal, subió a su viejo Peugeot y se pateó el país pueblo a pueblo y puerta a puerta. Fue así como reconquistó Ferraz. Hoy, con el enemigo ultraconservador llamando a las puertas de Moncloa, el premier socialista ha decidido seguir la misma hoja de ruta: convencer al votante con promesas concretas. En los últimos días se le ha visto entrar poco o nada al trapo del juego sucio de las derechas. Claro que ha respondido a las acusaciones de haber pactado con Bildu y claro que ha tenido que poner los puntos sobre las íes cuando Ayuso soltaba alguna de sus ocurrencias, payasadas y cosas propias del mundo al revés trumpista. Pero, en general, el presidente ha tratado de evitar esa mugre.
El líder del PSOE ha planteado una campaña en positivo, práctica, con buenas ofertas (algunas a precio de saldo y de última hora, todo hay que decirlo), como el ambicioso plan para reflotar la Sanidad pública, mayormente las áreas de Atención Primaria y Salud Mental, seriamente dañadas tras la pandemia. Alguna vez, en esta columna, le preguntábamos a Sánchez, sin obtener contestación, por qué el Gobierno central no se hacía cargo de una vez de las inversiones sanitarias urgentes que las derechas regionales, alérgicas al gasto público y al Estado de bienestar, no han querido acometer. Pedíamos respuesta al enigma de por qué el Gobierno de coalición se limitaba a recordar que las competencias sanitarias están transferidas a las comunidades autónomas, lavándose las manos mientras médicos y enfermeras tenían que echarse a la calle en Madrid para defender sus derechos y los de todos los pacientes. Hoy ya sabemos cuál es el motivo de que Sánchez haya esperado tanto para entrar al rescate de nuestros languidecientes hospitales y centros de salud: se guardaba el regalo para la campaña electoral. Más de 580 millones de inversión en Atención Primaria y 38,5 para Salud Mental. Dos ases de bastos contra los que el dúo Feijóo/Ayuso no ha podido reaccionar.
En un tiempo de degradación moral, populismo barato, retórica patriotera estéril, performances y espectáculos circenses de todo tipo impulsados por la derecha de extremo centro y la derechona franquista, es de agradecer que el PSOE haya planteado esta campaña sensata e inteligente que dignifica nuestra maltrecha democracia. Buena parte del éxito habrá que adjudicárselo a Santos Cerdán, el eficaz secretario de Organización socialista y coordinador de campaña que ha diseñado un programa municipal y autonómico con soluciones prácticas en un contexto de recuperación económica y reforzamiento del escudo social. “Salimos a ganar en cada plaza, con un proyecto de progreso que trae más esperanza, más igualdad, más futuro y nuevas oportunidades”, dijo el pasado mes de enero. En la época de Iván Redondo el sanchismo se armó ideológicamente; hoy, con Cerdán, se va a lo concreto, al bolsillo de la gente.
Bajo esas premisas, Sánchez ha movido lo que por momentos parece una maquinaria electoral perfectamente engrasada. Cada mañana se levanta con una propuesta nueva, cada noche se acuesta con una promesa inédita. Parece el regente del bazar de las sorpresas. Pero de eso se trata en democracia, de generar esperanza, ilusión y confianza en que las cosas pueden mejorar en el futuro. Campaña en tecnicolor versus la campaña catastrofista en blanco y negro de PP y Vox, cuyos mítines parecen aquelarres de odio y furia. Alguien dijo de las derechas que han tenido que tirar mucho de baúl y de épocas pasadas para afrontar tiempos futuros. Y tanto, como que no se han calentado la cabeza y han desempolvado el mismo programa electoral de hace cuatro años con el Falcon, los bilduetarras y Cataluña. En ese intento de crear una España distópica anda Ayuso, que cree que “ETA está viva” pese a que lleva más de diez años derrotada. De cuando en cuando surge una voz cuerda y coherente en el partido, como Mikel Lezama, secretario general del PP de Gipuzkoa, para quien el vodevil que la presidenta de Madrid ha montado a cuenta del terrorismo es una falta de respeto a las víctimas. Y un grave error en la estrategia de derrotar el sanchismo, habría que añadir, si tenemos en cuenta las últimas encuestas, que dan dos puntos de ventaja al PSOE sobre el Partido Popular.
Nada parece inquietar o poder cambiar la táctica política de Pedro Sánchez, que ayer mismo se sacó el enésimo conejo de la chistera: una ley de paridad para hombres y mujeres con el fin de garantizar una cuota de participación femenina en instituciones públicas, grandes empresas y colegios profesionales. Y todo este folleto publicitario propio de un centro comercial en campaña navideña, todas estas gangas y rebajas socialistas, nos las coloca el presidente del Gobierno con elegancia, sutilmente, sin que nos demos ni cuenta del cohecho de promesas por votos. Lo cual no deja de tener su mérito.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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