(Publicado en Diario16 el 23 de noviembre de 2023)
El primer Consejo de Ministros de la XV Legislatura ha servido para presentar en sociedad a las nuevas caras del Gobierno Sánchez. Un gabinete de claro perfil político, según coinciden todos los expertos. El líder socialista ha diseñado un equipo pensado para resistir, ya que se avecinan tiempos duros no solo porque la economía española no está para tirar cohetes, sino porque la cruda ofensiva ultraderechista promete cargar con todo lo que tiene para tomar la Moncloa por aplastamiento. En ese escenario, Sánchez ha blindado a su núcleo duro de siempre, las Calviño, Díaz, Montero y Ribera, más Bolaños, Marlaska, Robles y compañía. Pero además de los clásicos, el premier ha fichado a un puñado de nuevos ministros a los que la prensa define como guerrilleros preparados para la batalla. O sea, un consejo atrincherado, bunkerizado, adiestrado en el cuerpo a cuerpo y el “no pasarán”. Sánchez no ha reclutado ministros, ha reclutado fieros soldados.
Qué mejor prueba de lo que decimos que la designación de Óscar Puente como titular del departamento de Transporte y Movilidad Sostenible. El exalcalde de Valladolid se ganó la roja insignia al valor durante la sesión de investidura de Feijóo, al que humilló y trató como un pelele simplemente poniéndolo delante de su propio retrato, sacándole el currículum y afeándole sus contradicciones internas. Decía Jean Cocteau que los espejos, antes de darnos la imagen que reproducen, deberían reflexionar un poco. Y eso fue precisamente lo que hizo Puente con el candidato fallido en aquel antológico turno de réplica: ponerlo delante de su propio reflejo para que meditara un poco, o sea sentarlo en la mesa de pensar. Dicen que el Puente ministro no va a ser el mismo Puente portavoz parlamentario que, cual boina verde, se lanzó a degüello sobre el jefe de la oposición para hacerlo pedazos con su retórica letal y killer. Nos cuesta creer que vayamos a ver a un señor moderado que se muerde la lengua. Si Sánchez lo ha puesto ahí para que modernice el decimonónico ferrocarril a Extremadura –que circula todavía más despacio que el tren de la bruja y cualquier día le adosan una máquina de vapor, que queda más típico–, o para ejercer como el nuevo Alfonso Guerra azote de la derechona, solo el tiempo lo dirá. En cualquier caso, el recluta Puente ya engrasa la bayoneta mientras se embadurna el rostro con pintura de camuflaje y escribe en su casco aquello de “nacido para matar”.
Otro republicano preparado para la batalla contra el alzado bando nacional es Ernest Urtasun, el portavoz de Sumar elegido para dirigir los destinos del ministerio de Cultura en sustitución del bailongo y algo desaprovechado Miquel Iceta. El comando ministerial de Urtasun llega con varias misiones imposibles, casi suicidas. Una de ellas será poner freno a las hordas de la tauromaquia, una fiesta contra la que el catalán lleva peleando media vida al considerarla “una actividad injusta, sádica y despreciable”. Si ya trabajó por la prohibición de los toros en Barcelona no nos extrañe que cualquier día clausure también Las Ventas. Urtasun, por su mentalidad antitaurina, tiene todas las papeletas para ser el nuevo “gran odiado” de la derechona, el comunista cuyo retrato servirá como diana para el juego de dardos en los bares y mesones del Madrid más ayusista y libertario. Desde ese punto de vista, viene a sustituir en el ranking de los peores enemigos de la patria a Alberto Garzón, el ministro verduras a quien el mundo conservador y tradicionalista jamás le perdonará que intentara acabar con algo tan español como el chuletón. Sin duda, Urtasun lo tiene todo para ser el nuevo diablo rojo, su perfil comunistoide, su vasta formación cultural y lo que les produce más rabia y envidia: su elegancia entre innata y Armani más propia de un marqués que de un proleta progre. Habrá que estar atento a cómo el nuevo ministro lidia con la guerra cultural de Vox, contra las censuras a las obras de arte y contra la ofensiva paleta que han puesto en marcha los seguidores del abajo la inteligencia, viva la muerte.
En el caso de Ángel Víctor Torres, tres cuartos de lo mismo. El mariscal Sánchez ha encomendado a este legionario procedente del último frente socialista canario, además de Política Territorial, un auténtico marrón como es Memoria Democrática. Hablamos de un tema muy sensible y caliente que promete gran conflictividad callejera en medio de la new wave franquista que nos invade. Derrotado en la batalla del 28M, en la que perdió la presidencia de la comunidad tras el contubernio PP/Coalición Canaria, ha recalado en la retaguardia sanchista peninsular, donde le han confiado la difícil misión de hacer cumplir una ley que todo derechoso que se precie va a pasarse por el arco de triunfo. Estos días de asedio a Ferraz hemos tenido la desgracia de comprobar con estupor cómo en este bendito país había más pollos que personas, o sea, más banderas fachas que botellines de cerveza. Y las exhiben con total impunidad y descaro al grito de “rojo el que no bote”, sin que al nazi de turno le caiga ni una mísera multa. No nos gustaría estar en el pellejo de este soldado condenado a dar su sangre para nada.
Una unidad especial de mujeres combativas, libertarias y republicanotas promete oponer brava resistencia ante la ofensiva ultraderechista. Mónica García, nueva ministra de Sanidad; Sira Rego, de Infancia y Juventud; Elma Sáiz, de Seguridad Social; y Ana Redondo García, de Igualdad, vienen con órdenes concretas de la Plana Mayor monclovita. García tratará de reflotar nuestra maltrecha Sanidad destrozada tras años de pandemia, recortes y privatizaciones del PP. Solo podemos decir que lo tendrá complicado para que algunos hospitales que hoy parecen sacados del África tropical más tercermundista (por la cantidad de gente hacinada en los pasillos de urgencias) recuperen un aspecto medianamente europeo. En cuanto a la recluta Sira Rego, diplomada en Nutrición Humana, llega con información privilegiada sobre el conflicto en Oriente Medio (de hecho, es hija de padre palestino). Teniendo en cuenta que tras el ataque de Hamás contra Israel declaró que los habitantes de Gaza tienen “derecho a resistir tras décadas de ocupación”, que se negó a condenar a Daniel Ortega por violaciones de derechos humanos y que siendo eurodiputada votó por la deportación de niños ucranianos a Rusia (soltando un cierto tufillo putinesco), solo cabe decir que le va la marcha como al mejor de los maquis. De la navarra Sáiz y de Ana Redondo digamos que a la primera la derecha la ve cómo el regalo de Sánchez para Bildu, mientras la segunda llega para sustituir a Irene Montero y derogar su feminismo utópico y radical en beneficio de otro más posibilista y conciliador. De modo que tiene garantizadas las hostilidades del siempre vengativo frente podemita.
Jordi Hereu, el nuevo ministro de Industria y exalcalde de Barcelona, es la cuota catalana del PSC (allí todos están por la amnistía), de modo que con esas credenciales va a tener refriegas constantes con los poderes fácticos políticos y económicos, que no lo tragan. Algo parecido es lo que ocurre con Pablo Bustinduy, nuevo ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030. Otro intelectual marxista odiado por podemita, ecologeta y apóstol de la nueva izquierda woke. Está puesto ahí, entre otras cosas, para encabronar a las derechas trumpizadas. Cómo se las gasta el general Sánchez.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
No hay comentarios:
Publicar un comentario