jueves, 14 de septiembre de 2017

EL TRASTORNO HISTÓRICO



Pues ya lo tenemos. Hemos vuelto a las andadas, a los viejos tiempos, las dos Españas, la carlistada, la contienda fratricida, el sectarismo y lo mágico/irracional como forma de pensamiento. Una sangre maldita corre por nuestras venas bárbaras de pueblo sin civilizar. Aquí no hubo ilustrados, solo salvapatrias y paletos cantamañanas. Lo que tardamos años en construir lo arrasamos en cuatro días. Somos salvajes con el hacha en la mano y el gañido animal en la garganta, guerreros con el mono de la violencia metido en el cuerpo. Mientras sembramos la paz, cultivamos el odio. Mientras nos damos la mano, afilamos la faca. La convivencia pacífica nos aburre soberanamente, eso es cosa de nórdicos pusilánimes. La piel de toro es tierra de tribus bravas, atávicas, cuasiafricanas, primitivas, enfrentadas. Las heridas nunca cicatrizan, los odios se eternizan y se heredan de generación en generación. La escopeta del abuelo siempre está cargada y presta para liquidar al adversario. Los fantasmas del pasado nos azuzan, los muertos de antaño susurran a nuestros oídos pidiendo sangre y venganza. Levantamos necias banderas y enterramos libros sensatos que nos avisan de la tragedia. Hacemos de la política un campo de batalla; del diálogo un combate a muerte; del lenguaje un arma mortífera. Facha, rojo, franquista, independentista, charnego. Las palabras son bombas que nos estallan en la cara. Hablamos de urnas pero nos pone la guerra. Hablamos de democracia pero no sabemos lo que significa. Somos un pueblo inculto, violento, cainita, rencoroso. No tenemos remedio. Y así será, hasta nuestra extinción total. ¿Cómo vamos a creernos que el PP es un partido auténticamente demócrata si cada vez que sale el nombre de Franco a relucir bajan la cabeza sumisamente, como si se les apareciera el dueño, señor y patrón? Pazo de Meirás: no saben no contestan; Valle de los Caídos: silencio administrativo; fosas comunes y desaparecidos de la guerra civil: pasan palabra. Cada cosa que tiene que ver con condenar el franquismo a los señores del PP les produce alergia y confusión mental. Deberían empezar por sanar ese trastorno histórico, que las demás derechas europeas ya superaron hace tiempo, antes de dar lecciones de democracia a nadie.

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