UN DEMÓCRATA DE PEDIGRÍ. "No
soy independentista pero daría mi libertad para que defendieran sus
ideas", dice Joan Coscubiela, portavoz de Catalunya Sí que es Pot. Su
discurso memorable en el Parlament durante la grotesca sesión de la pasada
semana pasará a la historia como un ejemplo de lucidez, inteligencia y altura
política. Fue uno de los pocos diputados que consiguió elevarse sobre el fango
y el ruido para acertar en el diagnóstico catalán con una voz honesta y
valiente. "Estoy aquí porque mis padres me enseñaron a luchar por mis
derechos. No quiero que mi hijo Daniel viva en un país donde la mayoría pueda
tapar los derechos de los que no piensan como ella", afirmó con
rotundidad. La tragedia de la política española es que desde hace un tiempo se ha
instalado en ella el discurso del odio, el fanatismo ciego y la mediocridad.
Coscubiela está muy por encima del nivel betún que lo enfanga todo. Bajo su
apariencia de hombre frágil y educado se esconde la fortaleza moral de un
librepensador clásico a la europea, la autoridad de un político de los que ya
no quedan. Coscubiela defendió los derechos de los trabajadores cuando hacerlo
suponía dar con los huesos en la cárcel, de modo que lo avala su trayectoria
como luchador antifranquista. No necesita alardear de lo larga que la tiene (la
mentalidad democrática) ni llevar el carné de demócrata en los dientes, como
hacen otros a todas horas. "Comparar el Estado español con el fascismo es
un disparate. Si lo hacemos acabamos absolviendo al franquismo", ha dicho
sin ambigüedades esta misma mañana en otra perla para enmarcar. Nadie, ni
siquiera Rufián, debería tener la osadía de poner en duda el compromiso con la
libertad de este hombre menudo en aspecto físico pero gigante en talla
intelectual. En un tiempo en que los niñatos de la CUP van dando lecciones de
lucha antifascista todo el rato, adoptando una pose empalagosa tan impostada
como insoportable, un hombre socrático, tranquilo y racional que conoció en sus
propias carnes la humedad de las lóbregas cárceles franquistas, ha levantado la
voz para denunciar la anarquía en la que está cayendo la política catalana.
Coscubiela es un demócrata de pedigrí, una especie en vías de extinción que es
preciso preservar, como el lince ibérico, y por eso ya lo han señalado los fanáticos
que han emprendido la caza del hombre. Siempre pasa en España. Cuando estalla
la guerra, el primer fusilado es el más justo y ecuánime. El que se atreve a
decir la verdad.
LOS SíMBOLOS. La
bandera blanca es la más hermosa porque no necesita colores, ni franjas o cuadros,
ni símbolo alguno que la enturbie. La bandera blanca es inocente, virginal,
limpia, neutra, pacífica. No se adorna con escudos heráldicos manchados de
sangre, ni con estrellas históricas amenazantes, ni con rampantes leones
voraces o sinuosas serpientes traidoras. La bandera blanca es la perfección de
la sencillez. Sin retóricas baratas, ni estúpidos argumentos políticos, ni
discursos tramposos que solo conducen a la guerra. La bandera blanca es la
única que merece ser abrazada con amor porque, con el tiempo, algún día, cuando
el ser humano supere su estadio infantil marcado por la enfermedad del odio, el
racismo y la violencia, será la bandera de todos. Y con ella, enarbolada en
nombre de la paz y la fraternidad entre los pueblos de la Tierra, marcharemos
unidos en pos de un futuro mejor para nuestros hijos. Un futuro próspero y
resplandeciente donde el mal ya no podrá hacernos daño y el único himno que
sonará a los cuatro vientos será la carcajada alegre de un niño.
IRMA. El mayor huracán atlántico de la historia, devastará Estados Unidos
irremediablemente, según ha alertado el responsable de los servicios de
emergencias norteamericanos. Cada año los temporales son más violentos, un
efecto que todos los expertos atribuyen al cambio climático. Sin embargo, y pese a que la magnitud del desastre va en aumento, el presidente (por llamarlo
de alguna manera) Trump sigue con sus políticas negacionistas trágicas para la
humanidad. Su poder es inmenso, tanto que se ha permitido el lujo de sacar a
EE.UU del convenio de París saltándose las recomendaciones de los científicos.
Trump se cree una especie de dios pero este mes de septiembre va a sentir un
poder todavía mayor que el que ostenta él: el poder devastador de las fuerzas
cósmicas que se revuelve contra la arrogancia humana. Muertos, heridos,
desaparecidos, miles de personas sin hogar, cientos de millones de dólares en
pérdidas... Eso es lo que les espera a los americanos. Y cada año la
destrucción será mayor. Son las consecuencias mayores de votar a un idiota.
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