LAS TETAS DEL CONGRESO
Las tres activistas de Femen que se han encaramado a los escaños superiores del Congreso, tetas al aire y al grito de "aborto es sagrado", son la muestra viva y palpable de que no todo está perdido en esta democracia rutinaria, burócrata, adocenada. No entremos en el eterno debate aburrido e irresoluble de aborto sí, aborto no. El aborto es ley de la vida y la vida no se puede regular a golpe de decreto. Quedémonos pues con las tetas irredentas de estas chicas como metáfora contestataria, con esas tetas (no sabemos si operadas o no) que han supuesto un soplo de aire fresco para las Cortes, un último aliento de vidilla para ese hemiciclo moribundo lleno de muermos que aprueban leyes educativas mecánicamente y sin contar con el pueblo. Desde la derecha, Gallardón calificó tales tetas levantiscas como "atentado contra la soberanía nacional" (el ministro siempre tan grandilocuente, como un actor sobreactuado al que se le ve todo el Shakespeare), Posada las miró de soslayo con ojos maliciosos y desde la izquierda se aplaudió la performance, que tuvo casi de todo: sexo, drogas y rock and roll. Por haber hubo hasta suspense, ya que una de las integrantes del comando llegó a quedar peligrosamente colgada de una columna, y a punto de caer al vacío, mientras era zarandeada por las ujieres del gallinero. Uno de sus zapatos cayó a los escaños inferiores y golpeó contra sus señorías, pero lo cierto es que ese zapato no ha aparecido aún, que se sepa. Algún fetichista, seguro. En el Congreso es que hay de todo, como en botica. Uno cree que habría que volver al principio, al origen de todo, a la verdad de la política, a la verdad de la tribu en taparrabos, en pelotas o en tetas. Habría que desnudar la vida política española, tan adulterada de mentiras, tan rancia de escándalos, tan enredada y putrefacta ella. Habría que hacerle un buen topless a nuestros políticos de vez en cuando, sacarlos de sus trajes hipócritas, desnudarlos integralmente, en plan Boris Izaguirre, para devolverlos a la naturaleza y autenticidad de la vida. Llenar los escaños de tetas, muchas tetas, ropa fuera. Hagamos un Congreso de nudistas, si es preciso, y volvamos a darle el poder verdadero a la madre teta, a las matriarcas de la tribu, a la mujer en suma, que es la única que puede legislar sobre su propio cuerpo. Si existe el derecho a decidir no es exclusivo de los catalanes, antes pertenece a esas tetas que amamantan al pueblo, a esas tetas atávicas que han tomado el Congreso y que dan de comer a nuestros hijos (hoy desnutridos en las escuelas hambrientas de Wert), a esas mamellas que tienen más legitimidad democrática que el rodillo absolutista de Rajoy. En un Congreso de los Diputados que en treinta años de democracia ya ha visto de todo, en un hemiciclo que ha tenido que ver franquistas travestidos de demócratas, tejeros descerrajando sus metralletas, diputadas gritándole al pueblo "que se joda" y hasta una lluvia de goteras, unas cuantas tetas o domingas ucranianas o francesas o recias y castizas de Alcobendas ya no deberían asustar ni escandalizar a nadie, salvo a la derechona mojigata de siempre. El grito al aire de esas activistas despechugadas ha sido el grito de Munch que le hacía falta a nuestro agotado y narcotizado Parlamento, el striptease necesario y vindicativo del "basta ya", el aldabonazo a las conciencias de nuestros políticos tan fatuos de tedio y tan sordos al pueblo. Ha sido como decirles a grito pelado: despertad, viejos caducos, y mirad cara a cara a las fértiles madres de la patria que nunca mienten, mirad nuestras tetazas sin prejuicios, sin mentiras, sin complejos. Abrid los ojos, políticos trasnochados, a la verdad de la vida, a la calle, al pueblo, porque nuestras ubres fecundas no se rinden ni se rendirán jamás, por muchas leyes antiabortistas, mucha educación ultracatólica y mucho opusino reprimido legislando en el Congreso. Yo ahora mismo firmaría una proposición de ley para incluir un buen desnudo de sus señorías en las sesiones de control al Gobierno. A ver si así van saliendo los sobres ocultos de Bárcenas.
Imagen: Agencias
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