MISTER RAJOY VA A WASHINGTON
Uno se imagina al despistado Rajoy buscando un retrete en la Casa Blanca y es que se descojoncia vivo. Ni Peter Sellers en El Guateque. La escena no sabemos si ha ocurrido en realidad, pero bien podría haber sucedido, porque el grado de empanada mental gallega que parece afectar a nuestro conspicuo presidente empieza a ser llamativa y preocupante. Resulta que después de mucho tiempo, Obama, el hombre más poderoso del mundo, tuvo a bien hacer un hueco en su apretada agenda planetaria para recibirle. Y entre que Mariano no entiende ni papa de inglés y que el hombre anda más despistado que un hijo ilegítimo buscando la partida de nacimiento el ridículo global de nuestro país ha sido más que considerable. Vamos, que la imagen de la maltrecha marca España ha quedado, una vez más, mancillada, en entredicho, por los suelos. Para los anales de la infamia histórica quedará la vergonzosa rueda de prensa en el despacho oval (solo para medios acólitos acreditados, a los periodistas rojos se les prohibió la entrada y no pudieron pasar de la lavandería de la Casa Blanca, por si acaso les daba por preguntar por los trapos sucios de Bárcenas). En cuanto Obama abrió el pico y dijo una frase en yanqui rápido, delante de decenas de periodistas de todo el mundo, a Rajoy le tembló hasta el último pelo de la barba y para salir del atolladero no se le ocurrió otra cosa que soltar un balbuceante, deficiente, lunático y extraviado "¿eh?". Vamos que no entendía ni jota el hombre. Fue como si un platillo volante de los de Men in Black lo hubiera abducido cuando paseaba por las rías gallegas y lo hubiera soltado de repente en la Casa Blanca. Más que como el presidente del milenario Reino de España quedó como Dustin Hoffman en Rain Man. Un ser autista, marciano, extraño, musaráñico, o sea. Qué bochorno de presidente, qué papelón. ¿Pero de dónde habrán sacado a este tipo?, debió preguntarse Barack en ese delicado momento. ¿Es con este gafas de culo de vaso enajenado y barbicano de mirada abstraída con quien debo negociar los problemas de Estados Unidos y su relación con Europa? Resulta evidente que dio la sensación de que a Rajoy le pudo la presión. Claro, no es lo mismo firmar un aburrido papelamen del registro de la propiedad de Pontevedra que vérselas con el hombre que puede mandar al garete al planeta Tierra, a poco que tenga un día tonto y le dé por apretar el botón atómico, por mucho que el negrata sea premio Nobel de la Paz. Y además, qué se puede esperar de un premier que no entiende su propia letra. De una forma o de otra, lo cierto es que España nunca ha tenido presidentes del Gobierno a la altura de estos elevados envites internacionales. No vamos a recordar aquí el ridículo espantoso que hizo Aznar cuando el amo Bush le dejó poner las botas encima de la mesa de su rancho de Texas (aunque fuera solo por un ratito, para que no le cogiera gustito a la cosa); y Zetapé también pasó con más pena que gloria por la Casa Blanca, donde se le tenía poco menos que por un adolescente radical y antisistema. Así que, nos guste o no, seguimos siendo la Gracita Morales que está para lo que diga el Tío Sam, ya sabe el lector, aquello de "las que tenemos que servir". Terminada la rueda de prensa, Mariano compareció en un importante foro empresarial para sacar pecho del gran milagro español de los seis millones de parados, pero por un momento se le olvidó acercar la boca al micrófono, de modo que nadie escuchaba nada de lo que estaba diciendo. Lo dicho: que tenemos un presidente Mister Bean al que no podemos sacar de casa, un canciller que anda despistado cuando tiene que salir de copas por Washington, como en aquella vieja película de James Stewart. Así que la próxima vez que tengamos una cita con Obama, Rajoy que se quede apaciguando el motín de Gamonal, si es que sabe y puede. Y mejor mandamos a la Esteban.
Imagen: elconfidencial.com
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