sábado, 4 de enero de 2014

EL REY NEGRO


Todo el pueblo de Madrid anda recogiendo firmas para que este año haga de Rey Baltasar un negro de los de verdad y no un tío tintado de betún barato, como todos los años. Paseaba yo por Sol esta Navidad cuando una niña me pidió la firma para este menester, pero yo le dije que paso, que a mí me gusta que el rey negro sea un falso negro, un actor fingido de los de toda la vida, porque va más con nuestra tradición cutrehispana, con nuestra cultura del parche y la improvisación y con nuestra vida política actual. Un Baltasar de pega con acento andalú, un señor blanco travestido de negro con nariz aguileña de Cáceres, un rey tirando a marronazo oscuro, es más nuestro, más propio y berlanguiano, y encaja mejor con el hundimiento de la Marca España, que es nuestra tragedia contemporánea. Aquí somos expertos en hacerlo todo mal, ésa es nuestra gran marca patria, nuestro sello nacional y principal. Panamá le encarga el canal a Sacyr y Sacyr abre en canal a los pobres panameños, que van a estar pagando sobrecostes hasta el día del juicio final, por mucho que Rajoy mande ahora a Ana Pastor a cruzar el charco, deprisa y corriendo, para arreglar el desaguisado (un desaguisado que ya no tiene remedio, por otra parte, porque nuestro prestigio como país está a la altura del prestigio de Ortega Cano y su hijo torete). En España construimos aeropuertos sin aviones, edificios calatravianos que se caen a trozos y hasta Parlamentos con goteras y luego vamos por el mundo de únicos, de grandes profesionales de la construcción, cuando en realidad nuestras multinacionales de cartón piedra las dirigen trincotrileros del sobre, ejecutivos engominados en la falsía y el desfalco y chamarileros de tres al cuarto que solo piensan en hacer las américas para llevárselo entero, como en tiempos de Hernán Cortés. En España somos diestros en la chapuza, ésa es nuestra I+D, y por eso el Rey Baltasar tiene que ser, necesariamente, un tío de Cuenca embreado de grasa proletaria que se saca unos durillos tirando caramelos a los niños cada seis de enero. Lo malo es que los políticos lo petan todo, coño, son tan egoístas que ya no dejan el puesto vacante de Baltasar al anónimo ciudadano, como debería ser, y este año hará de rey moreno, otra vez, un concejal (del PP o de UPyD, que será aún peor), con la poca gracia y salero que tienen los jodíos para meterse en el papel de sus majestades de Oriente. La verdad es que baja la moral ver al fabuloso Rey Baltasar subido al tractor de la cabalgata y encontrártelo al día siguiente, resacoso y aturdido, en el negociado de vía pública, multas y sanciones. Estos gobernantes nuestros son unos avariciosos que ya no dejan nada para los demás, nos quitan los derechos laborales, nos quitan el trabajo, nos quitan la casa, nos cortan la luz y hasta nos quitan al Rey Baltasar. Al menos antes los Reyes Magos llegaban con oro, incienso y mirra (¿qué diantres era la mirra?) más algún que otro patinete, trenes eléctricos y Nancys rubias como las de Mario Vaquerizo. Pero es que ahora tenemos que aguantar que un señor concejal ridículamente pintado de negro y salido de alguna ventanilla burocrática y gris nos venga con la saca llena de imputados, comisiones ilegales, sobrecostes y cuentas en Suiza. Los madrileños quieren un rey negro muy negro (como se dice en Las Mil y una Noches), un negro de verdad, pero mejor dejar la cosa como está, con un Baltasar autóctono, de Vallecas de toda la vida, untado, sin pedigrí oriental, no vaya a ser que a Ana Botella le dé por desclavar a un pobre africano de las crueles concertinas para colocarle un turbante de oro en la cabeza y montarlo en un camello. Así es la Marca España.    

Posdata para sus Majestades: Este año le habéis traído carbón a Bárcenas, más una alergia que casi lo mata como a un chinche y lo saca de la cárcel, por fin, en libertad provisional. ¿Quién le habrá echado el carbunco en el pollo de Navidad? ¿Habrá sido algún paje vengativo camuflado de Baltasar?

Imagen: ABC.es

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