viernes, 25 de abril de 2014

LA PARÁSITA


La señora Mónica Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios, ha tildado de "parásitos" a los parados, un exabrupto demasiado grueso y grave que hacía tiempo no se escuchaba de boca de un responsable (o irresponsable) público. Después de calificar de parásito al desempleado y quedarse a gustito, después de reducir al obrero a la categoría de minúsculo insecto intrascendente, Oriol nos introduce, de lleno, en la florida retórica fascista. ¿Qué nueva burrada le quedará por decir a esta señora después de su desliz fatal? ¿Cuál será su próxima animalada? ¿Tildar de puto vago de mierda al sin techo? ¿Llamar negrata asqueroso al africano crucificado en la concertina fronteriza? ¿Tachar de pervertido bujarrón al homosexual? Toda esta lexicografía retrógrada que ya parecía superada, toda esta imaginería lingüistica de la elite ultraderechista de este país está ahí, agazapada, latente, íntima, y la llevan por dentro, bien pegada a la piel, como quien lleva un slip Calvin Klein. A esta elementa habría que explicarle que la gente de apellidos (como ella), y no el proletariado más o menos afortunado, ha sido nuestro auténtico parásito histórico. Los aristócratas del dinero fácil son las verdaderos bichos que han lastrado secularmente, cruelmente, el desarrollo de este país todavía llamado España. Parásito es el banquero repeinadito Blesa, que se ha dedicado a chuparle la sangre al pueblo y a los elefantes que abatía en safaris palaciegos. Parásito es el tesorero Bárcenas, mosquito zancudo que volaba feliz, de banco en banco, de Suiza en Suiza, libando el dinero de otros. Parásito es el duque Empalmado, mosca tsé tsé que succionaba la riqueza del país al tiempo que sumía a la monarquía española en un sueño de pesadilla, ignominia y vergüenza. Parásito, señora mía, es Díaz Ferrán, otro supuesto decente indecente que ahora se pasea por el reino de las ladillas de Soto del Real, o el ministro Montoro, sin ir más lejos, que nos chupa amablemente a los escritores el 25 por ciento de vellón por premio literario ganado, que es que a mí me calcan un riñón. Los auténticos parásitos de este bendito país no son los sufridos trabajadores y sus familias, que ya se están agrupando en clanes comanches para subsistir con la pensión de la abuela. Los virus, bacterias, bacilos, chupones, gorrones, inútiles, garrapatas, inquilinos y pulgones son las estirpes oscuras, querida amiga, las cien familias heráldicas que ganan más pasta que todo el país junto, los vampiros de los cárpatos castellanos que transfusionan a sus cuentas la riqueza del pueblo mientras el pueblo, sufrido y oprimido, les sigue aguantando el rollo con dignidad y les sigue permitiendo vivir a cuerpo de rey. Aquí sufrimos a una casta empresarial trastámara y estéril, enloquecida por la fiebre del oro negro, una casta que vive de practicar el paternalismo con el obrero y de evadirse luego, como viles tramperos, por las montañas de Suiza. No encontraremos un solo empresario español con cuatro libros en la cabeza y detrás de cada fortuna hay un crimen, ya lo decía el Borgia aquel. La señora Oriol, nieta de un preboste franquista, hija de fortunas y sobrina de Iberdrolas, no debería humillar de esa manera al proleta desahuciado, robado, pisoteado. La señora Oriol debe saber que los apellidos de oro como el suyo, aquí, en España, y en cualquier sitio, siempre han vivido de las rentas, de abrir bodegas riojanas, del cortijo seco con cuatro liebres para llevar a los amigachos a cazar, del latifundio injusto, de la cuadra/ganadería pura sangre, de enseñar los dientes dientes en el Hola junto a lecquios, famosos, miarmas, toreros y artistas, y del sarao con raya de coca en Marbella, como ese concejal pepero de Castelló que dicen se pone hasta las cejas de nieve dura. Los ricachos como usted, señora Oriol, son los dípteros chupópteros improductivos que con su aparato bucal trompetero e insaciable sangran el PIB del país y lo vuelan a lejanos paraísos fiscales. ¿Parásito, dice, señorita Oriol de los cojones? Parásito lo será usted.

Imagen: foroeconómico.com         

1 comentario:

  1. Magnífico artículo, estoy completamente de acuerdo con tu exposición, sin embargo, has olvidado un detalle muy importante : detallar la actitud de este gobierno que parece alentar y jalear el hurto de la sangre del pobre. Tampoco has hecho alusión a los sobresueldos, esos famosos sobres en B que en cualquier país democrático europeo, sólo por guardar las formas, ya les habrían obligado a dimitir. Esta señora o lo que sea, pertenece a la oligarquía que maneja los entresijos de este país. Ninguno nos habíamos fijado en ella, pero, por lo visto, tienen un pacto entre ellos de salir, en riguroso turno, a insultar a los ciudadanos. Me pregunto hasta cuándo vamos a consentir que ese club de parasitarios de las concesiones públicas siga chupando lo público, es decir, lo que es de todos.

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