jueves, 17 de abril de 2014

LA VIRGEN


Afilados capirotes y beatas mantilladas; saetas viejas y velas de oro; costaleros borrachos y flagelantes de cilicio. Salzillos refinados y suaves vírgenes levitantes. Dios y muerte. Semana Santa. Es España, la trágica y atávica España que vuelve cada año por estas fechas como recuerdo de nuestro barroco más fanático, de nuestro imperio nacionalcatólico perdido, de nuestra Santa Inquisición. La Semana Santa es el exorcismo anual de esa España negra que siempre está ahí, de esa España pecadora llena de penitentes, choricillos y amasadores. Nuestro Gobierno cree en la santería, de ahí que el plan quinquenal de Fátima Báñez para crear empleo haya sido rezarle unos cuantos rosarios a la Virgen del Rocío, a ver si cuela. El programa ambiguo del PP lleva mucho liberalismo caníbal, mucha caña al obreraje y mucha Virgen socorrida y urgente a la que rezarle cuando se dispara la prima de riesgo o llega la pertinaz sequía. Fernández Díaz, un suponer, ha concedido la medalla al mérito policial a la Virgen del Amor, como si la Virgen fuera un guindilla que va por ahí echándole el guante a los rateros. Bastante trabajo tiene ya la pobre Virgen como para que la pongan ahora a hacer la ronda nocturna por Vallecas. A poco que nos descuidemos, el ministro va y nombra a la Virgen jefa de la UDEF y quita al comisario jefe, que no hace más que encontrar saqueadores y descuideros por los pasillos de Génova. A poco que nos despistemos, Rajoy pone a la Virgen del Amor de candidata a las europeas y la Virgen le levanta la silla a Cañete, lo cual sería una pena, porque el hombre ya estaba ilusionado con el carguete en Bruselas, que allí se trabaja lo mínimo y se come mucho y bien, mayormente bombones de Brujas. No hicimos la Revolución a la francesa ni tomamos la Bastilla, por eso seguimos teniendo un Gobierno clerical, un Gobierno apostólico y romano que en lugar de sacar leyes saca autos sacramentales. Lo único malo de colocar a la Virgen en el programa del PP es que cualquier día nos la privatizan y nos terminan cobrando el dichoso céntimo ése. Aquí, al final, nos van a cobrar por comer, por mear y hasta por rezar. Es evidente que a este Gobierno se le transparenta el tic retrocatólico, la sombra opusina es alargada en este gabinete de sacristanejos. España vomita su fe en las calles hambrientas mientras la hermandad de cofrades del timo del nazareno peregrina por cárceles y juzgados de todo el país. Eso es la Semana Santa española. Mucho vinillo andaluz entre paso y paso, mucha guiri alocada enseñando el tanga en las procesiones y mucha Virgen patrimonializada por el Poder, mientras los papeles de Bárcenas, rollos apócrifos del Mar Muerto del PP, van pasando de un policía a otro, de un comisario a otro, de un juez a otro, hasta que llegue el indulto final de la Pascua, que Blesa y otros presos con causa ya se lo tienen pedido (aquí siempre soltamos a Barrabás). Tenemos un Gobierno hipócrita que rinde culto a la Virgen pero permite el culto al sobre delictivo, suizo, trepa, advenedizo. Aquello de a Dios rogando y la cartera trilando, o sea. España es una chusma de aldeanos guiada por una chusma de curas, ya lo dijo Napoleón. Y por una recua de políticos, añade uno.      

Imagen: www.huffingtonpost.es

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