sábado, 30 de enero de 2021

EL RUBIUS

(Publicado en Diario16 el 23 de enero de 2021)

Por si aún no se han enterado, El Rubius es un videoproductor con casi 40 millones de seguidores en Youtube. Uno de esos ídolos de masas surgidos de la nada, una de esas celebrities que ha alumbrado el infantilizado mundillo de las redes sociales. Por lo visto El Rubius, que debe estar forrado a fuerza de hacer caja con los clicks de su legión de fans, ha decidido trasladar su residencia a Andorra para pagar menos impuestos, como un rico más. Al parecer, el joven triunfador de la plataforma digital no es el último youtuber español de éxito que ha sacado a pasear su dinero por el paraíso fiscal andorrano para que se airee un poco, lo cual ha abierto un agrio debate en las redes sociales (el mismo comedero que a él le da el alpiste para llenarse los bolsillos) sobre la nueva hornada de jóvenes millonarios criados en el elistista Club Instagram que no pasan por la ventanilla de Hacienda.

Entre las reacciones más aplaudidas está la del exjugador de baloncesto y presentador de televisión Juanma López Iturriaga, quien en el programa Colgados del aro ha puesto en su sitio al muchacho. “Si tu conclusión de pagar impuestos es que te están robando, háztelo mirar”, ha asegurado el bueno de Iturriaga, que al mismo tiempo ha advertido del mal ejemplo que supone para cualquier chaval de hoy ver cómo su ídolo se convierte en un pícaro tributario. “Si ya tienes pasta para siete generaciones, ¿qué haces yéndote fuera para ahorrarte unos duros? ¡Iros a cagar!”, le recrimina el exjugador del Real Madrid.

Sin duda, El Rubius, como adolescente millonario que probablemente viajará en limusina y beberá champán en su zapato de mil pavos, no entienda demasiado de valores éticos, morales y filosóficos. Hoy en día con Platón no se llega a ninguna parte ni se engatusa a las masas. Para los nuevos líderes de opinión del mundo virtual de neón, todo eso de la decencia, la honradez y el modelo de buen ciudadano debe ser cosa de antiguos, movidas de un mundo chungo que ya no existe, historias de otra época analógica y caduca que El Rubius se pasa por el forro de su chupa de cuero. Por eso ha hecho muy bien Juanma Iturriaga en ponerse en el papel de hermano mayor del chico de oro para darle unos cuantos azotes intelectuales y de paso recordarle la cantidad de cosas que él ha podido disfrutar a su corta edad gracias a que otra gente ha pagado impuestos solidariamente, como corresponde en una sociedad avanzada y democrática.

Al Rubius hay que explicarle, porque quizá no lo sepa (Internet absorbe mucho tiempo y neuronas) que cuando él se da el piro a Andorra para escapar de Hacienda −como el Leonardo Di Caprio de aquella película que siempre daba esquinazo al FBI tras pegar algún golpe sensacional− le está quitando vida a esa anciana dependiente que cobra una pensión, le está negando el respirador de oxígeno a ese enfermo de covid que agoniza en un hospital público y le está hurtando la beca a esa joven científica o investigadora que busca una cura para el cáncer. En un país como el nuestro en el que cientos de empresas, famosos y millonarios fijan su residencia fuera de nuestras fronteras para ahorrarse la dolorosa con el fisco (en 2020 se evadieron más de 40.000 millones de euros) tampoco es cuestión de emprender una caza de brujas contra un jovenzuelo con gorra de béisbol que vive deprisa, piensa poco y probablemente sufra un colocón de likes que se le han subido a la cabeza.

No sabemos si El Rubius es de esos que llevan una banderita de España en el reloj o la muñequera, como algún que otro deportista de élite que dice sentirse muy patriota pero que tributa lejos, a salvo de los inspectores, paradisíacamente. Tampoco terminamos de entender muy bien a qué se dedica el chaval porque en este negocio de Internet se tocan todos los palos, el videojuego, el rollo influencer, las recetas de cocina, la psicología cursi, el coaching barato, los talleres de manualidades cuquis, el cotilleo con marketing y la publicidad a mansalva, o sea vender mucho humo y sacar mucha pasta, que es de lo que se trata en ese mundillo cibernético de nuestro tiempo donde los talentos salen de la universidad de la vida sin pasar antes por los libros, y así nos va.

Hoy cualquier peluquero, poligonera, macarra o choni de barrio se monta un canal y se monta en el dólar de la noche a la mañana sin saber muy bien cómo lo ha hecho. Es la magia de Internet. El pelotazo tecnológico. En esta vida hasta para no hacer nada hay que tener talento, eso lo entendemos, aunque los que somos ya de otra época no acabamos de comprender de qué demonios va este negocio de Youtube ni qué beneficios concretos aporta a la sociedad para su progreso y desarrollo. En esta España escasa de electricistas, de fontaneros y de hombres y mujeres de pro, como decían nuestros mayores, cada vez son más los que viven del cuento virtual, del circo digital, de la nada computerizada. No hay que negar que El Rubius y otros youtubers con nombre de marcianito de videojuego se lo han sabido hacer como pequeños reyes Midas que han tocado la tecla adecuada y han levantado un imperio por arte de birlibirloque. Toda esa gente que busca el éxito y la fama con sus avispados ratones y a golpe de pantallazo son los nuevos millonarios del futuro. Nunca han leído a Saramago ni falta que les hace; tampoco entienden de elevadas ideas y nobles valores. Pero al menos que paguen impuestos aquí, en España, como todo currante en nómina. Qué menos.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

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