sábado, 30 de enero de 2021

MARGALLO

(Publicado en Diario16 el 18 de enero de 2021)

García-Margallo, el solitario cultureta del Partido Popular (al casadismo ya le van quedando pocos referentes intelectuales y se alimenta cada vez más del trumpismo tonto que llega del otro lado del Atlántico) acusó anoche a Pablo Iglesias de no tener ni idea de lo que es el fascismo por difundir la idea de que Donald Trump es el nuevo Hitler del siglo XXI. Margallo mantuvo un interesante cara a cara sobre los populismos con Íñigo Errejón en el programa El Objetivo de La Sexta de Ana Pastor, donde por momentos trató al líder de Más País con la displicencia de ese padre que regaña al hijo adolescente por sus locuras y errores de juventud y le da unos cariñosos cachetes en la papada con la mano abierta. Incluso llegó a comparar el movimiento de indignados del 15M −que Errejón abanderó en su día junto a su entonces amigo Iglesias y otros jóvenes gurús de la nueva izquierda florecida en el laboratorio de Ciencias Políticas de la Complutense−, con las masas de desahuciados y parias de la famélica legión que votaron ciegamente por Hitler en la Alemania nazi.  

Como es habitual, Margallo se puso en plan catedrático para dar una detallada lección sobre lo que es y lo que no es el populismo, por supuesto tratando de poner al PP como ejemplo de gran partido moderado y conservador de la derecha española que se mantiene limpio del barro populista, no como esos perroflautas de la desgreñada izquierda podemita, que el exministro popular considera una especie de nuevo movimiento totalitario equiparable al estalinismo o peor aún, al chavismo de Nicolás Maduro. En ese momento, Errejón se llevó las manos a la cabeza y espetó un “¿pero qué me estás contando de Venezuela, Margallo?”, una expresión que le salió del alma, ya que todo el mundo sabe que el joven líder de Más País no es precisamente un anticapi, sino alguien que está más cerca de la socialdemocracia integrada en la economía de mercado que del duro trotskismo o comunismo leninista. Sin saberlo, o quizá conscientemente, Margallo había caído en la trampa del populismo demagógico, o sea en ese discurso de brocha gorda aznarista que consiste en deslegitimar al rival político y reducirlo a la categoría de pérfido enemigo de la patria. Pocos políticos han practicado con tanto ahínco el populismo a calzón quitado como Aznar, de hecho en su juventud militó en el Frente de Estudiantes Sindicalistas, el embrión de Falange Española Independiente (FEI), y allí reivindicó el papel de José Antonio Primo de Rivera frente a la decadencia de la dictadura franquista. Le guste o no a Margallo, un hombre autoritario y caudillesco como Aznar fue el gran forjador del partido en el que milita.

Desgraciadamente para el ex ministro de Exteriores, la hemeroteca de la Pastor funciona a pleno rendimiento y su tesis filosófica de que en España todo es populismo menos el PP tardó apenas cinco minutos en venirse abajo, justo el tiempo que los chicos de producción de La Sexta le dieron un soberano zasca al veterano político conservador al colocarle un viejo vídeo en el que Don Manuel Fraga Iribarne reconocía, abiertamente y sin pudor, que el PP se había fundado como un partido de claro corte populista. Fue un momento mítico y la carcajada se escuchó hasta en Sebastopol, pero más allá de que Margallo no estuviese afortunado al meter en el mismo saco del populismo a todos los movimientos políticos emergentes que como buen bipartidista no le gustan, conviene detenerse en su afirmación de que Trump no es un tipo fascistoide. Sin duda, el presidente del tupé rubio es el gran símbolo de la nueva extrema derecha reaccionaria, edulcorada y pasada por el filtro posmoderno de Twitter, es cierto, pero fascista hasta las trancas. Margallo trató de argumentar algunas diferencias económicas entre nazismo y trumpismo que evidentemente son ciertas, entre otras cosas que Trump es un millonario partidario del libre mercado sin control mientras que Hitler o Mussolini praticaban un absoluto intervencionismo estatal de la economía a beneficio del Estado. Tambíén es correcto, como dijo ante las cámaras de El Objetivo, que la Alemania nazi fue un régimen militarmente expansionista mientras que el trumpismo es aislacionista, es decir, que Estados Unidos se ha replegado sobre sí mismo abandonando sus múltiples guerras en otros continentes. Todo eso es tal como dice el bueno de Margallo, sin embargo el referente intelectual de la derecha conservadora de este país se queda en lo epidérmico, obviando lo profundo, lo esencial, como es el hecho de que Trump ha dividido el país entre buenos y malos americanos (Hitler lo hizo entre buenos y malos alemanes); que ha instigado un golpe de Estado en USA aniquilando la democracia tal como la conocemos y asumiendo la posibilidad de una guerra civil (Hitler quemó el Reichstag, el magnate yanqui ha tomado el Capitolio por asalto); que detrás del polémico inquilino de la Casa Blanca hay todo un movimiento de grupos neonazis armados hasta los dientes como los Proud Boys y los “boogaloos” (las juventudes hitlerianas de antaño); y lo más importante de todo: que Trump ha promocionado y abanderado el racismo más feroz contra las minorías étnicas (¿qué otra cosa es el fascismo sino la plasmación política del ideario supremacista, la materialización de que existe una raza superior, ya sea aria o anglosajona que sueña con levantar muros y poner en marcha el apartheid?).

Con todos los respetos hacia Margallo, el verso suelto de esta derechona rancia, africanista y carpetovetónica como es la española, el que no tiene ni idea de lo que es el nuevo fascismo 2.0 es él. Se queda en el continente del problema y evita entrar en la siniestra verdad del contenido. Sin duda, le conviene reciclar sus polvorientos y superados libros de historia para ponerse al día, ya que nos enfrentamos a un enemigo mucho más peligroso de lo que él cree. Un fascismo tuneado, amable y maquillado que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y que ya no necesita disfrazarse con el patético uniforme de los guardias de asalto brazo en alto. Un fascismo perfectamente integrado en democracia que es tan peligroso como el que llevó a la humanidad a su época más oscura. 

Viñeta: Igepzio

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