domingo, 17 de enero de 2021

LUIS Y ROSALÍA

(Publicado en Diario16 el 14 de enero de 2021)

Bárcenas está dispuesto a colaborar con la Justicia, a cantar la Traviata si es preciso, a tirar de la manta hasta el final. Y no lo hace a cambio de reducciones de pena, indultos o privilegios penitenciarios. Lo hace sencillamente por amor. No soporta ver sufrir a su mujer, Rosalía Iglesias, actualmente en prisión para cumplir la condena de 12 años por el caso Gürtel. “Luis no tiene nada que perder”, aseguran fuentes judiciales del entorno del extesorero del Partido Popular que, esta vez sí, parece que romperá su silencio y aireará toda la basura que se cocinaba en el partido.

A menudo, los delincuentes entrullados se vienen abajo y deciden largar todo lo que llevan dentro por múltiples motivos, por desesperación, por depresión, por miedo a estar entre rejas muchos años, por claustrofobia, por el pánico nocturno que debe producir dormir en la misma celda que un tipo sudoroso en camiseta de tirantes y rebosante de tatuajes que en la litera de arriba va exhalando su aliento fétido mientras confiesa en sueños delirantes sus crímenes más horrendos. Pero Bárcenas no. Bárcenas no va a hacer las veces de soplón o chivato de los suyos por ninguna de esas razones que podrían ser humanamente comprensibles. Bárcenas va a irle con el cuento al fiscal por amor, solo por amor, la única verdad que consigue redimir a los hombres de sus mentiras y pecados.

El responsable de los dineros del PP en la era precovid −aquel mundo sin mascarillas donde la gente se besaba y se amaba y hasta robaba alegremente los fondos del partido sin que pasara nada−, está dispuesto a contarlo todo con pelos y señales, pero que lo haga por la mujer que ama es lo que le honra. Puede que Bárcenas ya no sea un caballero (perdió la presunción de inocencia en tantos viajes a Suiza haciendo de Marco Polo del partido, o sea la ruta de la tela, que no de la seda). Sin embargo, su gesto, su parle, su cante jondo o copla de amor ante los cupidos fiscales anticorrupción merecería una rebaja en la condena, que fue de 29 años y un mes de cárcel.

El Código Penal no recoge la atenuante de romanticismo súbito o sacrificio amoroso, pero sin duda debería contemplarla porque ya no quedan reos o presos como este. Bárcenas y Rosalía van camino de convertirse en los nuevos Bonnie and Clyde, una pareja que por lo que sea, por codicia, por el vicio del maldito dinero, o por mala suerte, no les ha ido bien en la vida y han terminado con sus huesos en el trullo; un matrimonio que ha vivido deprisa y corriendo y que ha practicado el peligroso juego de lo ajeno pero que se ama perdidamente en la desgracia, y eso es lo que de veras importa y emociona. Bárcenas y Rosalía son los nuevos Romeo y Julieta de esta tragedia shakespeariana titulada El mercader de Génova, un drama inmenso en la Verona madrileña que tantos trajes a rayas, vidas truncadas y cadáveres políticos ha ido dejando por el camino. A uno la historia conmovedora de Bárcenas y Rosalía le recuerda a Juntos hasta la muerte, el clásico de Raoul Walsh con Joel McCrea y Virginia Mayo que relataba el trágico romance del forajido Wes McQueen con la pelirroja chica Colorado Carson, la única que le es fiel al protagonista hasta el final mientras todos los demás integrantes de la banda ya se han dado el piro y lo han dejado en la estacada con la bolsa de dinero y el marrón de la caja de caudales, en este caso la Caja B.

Puede que Bárcenas lo tenga todo perdido en este mundo; puede que ya no le quede ni un solo amigo, ni nada que hacer en la vida, ni ninguna propiedad o comisión a la que agarrarse porque los picoletos de la UCO se lo han requisado todo, pero al menos aún conserva lo esencial, una chispa de humanidad que lo dignifica de tanto saqueo y ladrocinio, eso que lo ennoblece por un instante: el sincero amor por su mujer. De la noche al día, el chivo expiatorio de la corrupción pepera ha pasado de exitoso hombre de negocios a ángel caído, pero después de la derrota y la trena puede llegar el gran triunfo del amor, que decía Bukowski, y eso vale mucho aunque no le den más permisos penitenciarios.  

Al nuevo Bárcenas romántico y sentimental lo veremos en acción el próximo 8 de febrero en el juicio por el presunto pago en negro de las obras de la reforma de la sede nacional del PP. Será allí donde soltará todo el folletín en rosa y negro, o sea que contará con detalles cómo funcionaba la financiación ilegal del partido, quién demonios era ese misterioso y desconocido M Punto Rajoy y quizá deje caer algo también sobre la Operación Kitchen, sobre el comisario Villarejo y sobre la policía patriótica en los oscuros tiempos de Fernández Díaz. Muchos en Génova 13 tiemblan ya ante lo que está por venir. Y es que nada ni nadie puede detener a un hombre enamorado porque el amor es una dulce cadena perpetua.

Viñeta: Igepzio 

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