(Publicado en Diario16 el 27 de julio de 2021)
El sainetillo que han montado PP y Vox a cuenta de la declaración de persona non grata en Ceuta contra Santiago Abascal va camino de terminar en ópera bufa. Si ayer mismo Jorge Buxadé, el gran burócrata de Vox, montaba la de Dios, se hacía el ofendidito y daba por rotas todas las relaciones con el Partido Popular por haber facilitado el cordón sanitario ceutí contra el Caudillo de Bilbao, hoy el propio Buxadé ha reculado para aclarar que bueno, que rotas rotas no están las relaciones, quizá un poco agrietadas, pero que el compadreo de las derechas españolas va a continuar porque de lo que se trata aquí es de seguir con el provechoso negocio de la política.
Lo de esta gente supuestamente ultraderechista no es serio. En política se puede hacer de todo menos el ridículo, que decía Tarradellas, y la formación verde ha entrado ya en una fase de esperpento difícilmente digerible. Vox no se puede considerar propiamente un partido, sino un grupete de amigos nostálgicos, aficionados a las batallitas, antiguos alumnos de los maristas, domingueros de la política y chapuceros revisionistas de la historia que de tanto leer Hazañas bélicas y coleccionar maquetas de aviones nazis, insignias y banderines de la Legión se han quedado atrapados en la más tierna infancia. Un partido debe tener personalidad y criterio, coño, Arriba España con dos cojones, y si el jefe del Movimiento Nacional voxista dice que se han roto relaciones con el PP se rompen y santas pascuas. Así al menos actúa un verdadero patriota español que se viste por los pies, sin reflexionar ni razonar nada, sin calcular, puro impulso e instinto killer, a pecho descubierto y todo por España. Muera la inteligencia, viva la muerte. ¿A dónde piensa llegar el partido ultra con ese tacticismo/veletismo digno de Ciudadanos? ¿A dónde creen que van con ese digo Diego timorato y confuso, con esa laxitud en la estrategia que confunde al electorado macho, españolazo y faltón? Si Blas Piñar estuviera entre los vivos los degradaba a todos por oprobios, traidores y politicastros vendidos a la democracia liberal.
Después de lo ayer a buen seguro que más de un simpatizante voxista ha roto el carné del partido y se ha pasado a la Falange. Al menos esos no engañan nunca. Montan un mitin, sacan al escenario a Isabelita Medina para que suelte cuatro idioteces contra los judíos y rubrican el mismo discurso hitleriano de siempre. De hecho, los falangistas llevan años advirtiendo de que Vox es un engaño, un camelo, un fraude al electorado fascista, carpetovetónico y cañí. Y van a tener razón. Un par de tibiezas, desbarres o gatillazos más de Buxadé y ya puede ir pensando Vox en colocar el cartel de “Se traspasa”.
Al partido ultra hace tiempo que se le transparentan los trucos, las costuras, los hilos de marioneta. Empezaron fuerte propagando su odio visceral contra el feminismo y los menas, pero hoy se han convertido en cuatro viejas gruñonas que no asustan a nadie, uh, uh. Son lo que son, un proyecto perfectamente integrado en el sistema como marca blanca del PP que cuando se calientan y amenazan con romper relaciones con la derechita maricomplejines al día siguiente se rajan, se asustan, se miran unos a otros, se preguntan nerviosos y entre temblores “¿qué hemos hecho?” y pierden el culo para lanzar una nota de prensa urgente y correctora. O sea que se la envainan, se tragan el sapo y matizan que ellos no querían decir lo que han dicho. Qué deshonra para cualquier patriota de pro.
En realidad, lo que les mueve es el miedo a perder la poltrona y el chiringuito (como le ocurre a todo político instalado), un miedo paralizante, un miedo que Buxadé enmascara diciendo eso de que Vox siempre se ha caracterizado “por el sentido común y tomar decisiones teniendo en cuenta el bien de los madrileños, los andaluces y los murcianos”. Y un cuerno. Ese es el mismo discurso de los partidos tradicionales de siempre, las mismas palabras huecas, la gran mentira de la política. Váyanse a sus casas y dejen de hacer el panoli.
Llegaron a la vida pública española como partido antisistema, destroyer y trumpista dispuesto a acabar con la democracia y reinstaurar el fascio redentor y van camino de convertirse en una mala caricatura del Partido Popular. Todo en el marciano mundo verde empieza a parecer más falso que un muñeco de José Luis Moreno. Así empezó Pablo Casado, como un títere de otros (mayormente de Aznar), y miren ustedes cómo ha terminado. Vox va a sustituir al PP en la categoría no ya de derechita cobarde, que eso hace tiempo que lo es, sino de derechita amilanada, acoquinada y cagona. Qué vergüenza. Pretendían dar miedo al personal y resulta que están dando el cante. Querían propalar el terror ultra, la noche de los cuchillos largos, y al final no están dando más que risa. ¿Qué será lo siguiente, fusionarse con Ciudadanos para salvar los muebles en las próximas elecciones, pactar una ley animalista con Unidas Podemos, aceptar el cambio climático negando su propio negacionismo? En las últimas horas Abascal y Arrimadas se han hecho ojitos en las redes sociales tras la polémica declaración de persona non grata contra el líder de Vox. “Rechazamos absolutamente este señalamiento contra Santiago Abascal. Es una práctica idéntica a las empleadas por los nacionalistas para atacarnos a los constitucionalistas. Es inadmisible”, dijo ella. “Gracias Inés. Tú y yo sabemos que este tipo de demonización constituye la antesala de la violencia. Un abrazo”, respondió él. Puaj. Solo les ha faltado darse un besito y bailar un romántico vals. Pero ya no engañan a nadie.
No merece la pena gastar tiempo y tinta con esta gente neofranquista de una impostura difícil de soportar. Van de alternativos y son establishment. Van de gamberros y en el fondo son unos niñatos de colegio mayor repipis e infumables. Llegaron supuestamente para cargarse el sistema y ya se sienten tan calentitos y confortablemente instalados en la mamandurria que para qué moverse. Definitivamente, Vox ha aceptado el papel de muleta del PP (no puede hacer otra cosa porque no dispone de estructura de partido ni de masa electoral suficiente) y con eso se contenta. Casado está más tranquilo que nunca, tiene controlado el cortijo franquista y lo utilizará a demanda, como granero de votos, cuando lo necesite. Aquel que se crea que Abascal es el nuevo José Antonio revivido para transformar España hasta que no la conozca ni la madre que la parió es un ingenuo, o un idiota, o un ciego, o las tres cosas a la vez. Los órdagos de los presuntos ultraderechistas y las amenazas de rupturas de relaciones causan risitas nerviosas en Génova 13. Seguro que Martínez Almeida se desconjoncia vivo a esta hora con la bajada de pantalones del tal Buxadé.
Llegados a este punto de la película, ya se puede decir que Abascal y su gente tienen poco de duros legionarios. Ni Ortega Smith disparando el chopo como un loco en un cuartel de Murcia da el pego. Son cachorrillos amaestrados del PP y entregados al sistema democrático liberal que dicen repudiar. Un día le declaran la guerra civil total a la derechita cobarde y al cuarto de hora firman el armisticio. Si Franco levantara a cabeza.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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