viernes, 15 de enero de 2016

DE PIOJOS, GÓMEZ DE LA SERNA Y LA INFANTA



La plaga de las Cortes. Señora Villalobos, debe usted saber que hace mucho tiempo que en el Parlamento hay piojos. Sí, señora mía, y no solo piojos. Hay liendres, garrapatas, cucarachas, insectos ibéricos, toda una gran familia de coleópteros, ortópteros y lepidópteros que campan a sus anchas por el hemiciclo. Hay hasta chupópteros de dos piernas muy bien peinados y trajeados que han hecho nido en su escaño y no hay forma de echarlos, piojos de verdad que con su aparato succionador nos están chupando la sangre al pueblo llano sin que usted, como responsable de esa insigne cámara, haya hecho nada por sacar el repelente para fumigarlos. La plaga de parásitos es ya tan monumental que suben por las escalinatas, reptan por el Congreso y tienen empiojados a los pobres Daoíz y Velarde. De hecho, usted no lo sabe, pero como en el cuento de Kafka, aquella mañana, cuando despertó en su cama, usted misma se encontró convertida en un horrible insecto.

Escondido tras una columna. La imagen del supuesto comisionista Gómez de la Serna escondido tras una columna en el último banco del hemiciclo resume a la perfección lo que es y lo que ha sido este Gobierno carcomido de escándalos del PP. Un hombre solo, trémulo, arrinconado, pero un hombre que se aferra ya a lo único que le queda: sus comisiones amasadas clandestinamente y su avaricia. Nadie del partido quería acercarse a él (el virus de la corrupción es como una mala peste, aquel que la contrae queda marcado para siempre) y hasta Rajoy, el buen samaritano que apoyó a Bárcenas en sus peores momentos, le torció la cara y le negó la mano. Así que cuando terminó el Pleno, Pedro, el Gollum del PP que iba susurrando "mi tesoooro" por los pasillos de las Cortes, se levantó de su escaño manchado de vergüenza y de miserias, cogió la chaqueta, atravesó el salón de los Pasos Perdidos, y salió en silencio por la puerta de atrás.

Monarquía noqueada. La imagen es demoledora para la Infanta, para la Monarquía y para España. Ayer se consumó la fractura territorial del país con la investidura de Puigdemont como presidente de una futura República Catalana. Hoy el terremoto en la Casa Real, cuya imagen de credibilidad ante los españoles sale seriamente tocada. ¿Qué más pruebas hacen falta de que urge una reforma constitucional en profundidad en la que se aborden, entre otras cosas, un nuevo pacto federal entre las naciones que forman eso que llamamos España y un debate sobre el funcionamiento de la Jefatura del Estado?

Viñeta: El Petardo

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