(Publicado en Diario16 y en Revista Gurb el 26 de septiembre de 2016)
Algunos ya lo veníamos diciendo pero
nadie nos hacía caso. Nos tomaban por agoreros, por traidores, por
locos. Pues ahí está, ya lo han conseguido, por fin han enterrado al
PSOE. Entre todos lo mataron y él solo se murió. Los resultados de las
elecciones en Galicia y el País Vasco relegan al partido de los 140 años
de lucha obrera (los últimos mejor olvidarlos) a la categoría de mera
comparsa, de anécdota intrascendente, de simple curiosidad de museo. Lo
de Núñez Feijóo se veía venir, Galicia siempre fue la cantera de la
derecha patria: Franco, Fraga, Rajoy, y tantos otros caudillos. Galicia
es un feudalismo en el que siempre ganan los mismos, los caciques que
compran voluntades y concellos, los del dinero negro del chapapote, los
narcos de las Rías Baixas y los pirómanos urbanísticos que arrasan los
montes. Pobre miña terra galega, no tiene remedio. Pero lo de Euskadi,
lo de Euskadi resulta mucho más duro y triste de asumir. A lo largo de
la historia, muchos socialistas valientes dieron su vida en aquella
tierra de revoluciones y barricadas, primero luchando contra la opresión
del patrón, más tarde contra Franco, finalmente haciendo frente con
honor y gallardía a las balas crueles de ETA. ¿Y en qué queda ahora todo
ese pasado glorioso, toda esa historia brava de lucha de clases? En
nueve escaños simbólicos en el parlamento de Vitoria, justo los mismos
que tiene su enemigo tradicional, el PP, que nunca significó nada para
los vascos.
Algunos, no los estómagos agradecidos,
no los socialistas de boquilla ni los socialistas de aparato, sino los
socialistas de bien, los peatones que no van a congresos ni a comités
federales, los curritos del día a día que queríamos al partido porque
creíamos que era la casa del pueblo en la que cabíamos todos, ya lo
veníamos avisando. Algunos advertíamos de que habían sido demasiados
años de renuncias, de silencios, de traiciones a los valores de la
izquierda, y eso se acaba pagando más tarde o más temprano. Si echamos
la vista atrás veremos que la demolición se ha perpetrado en varias
fases: primero Suresnes, la renuncia al socialismo real, el felipismo
para millonarios, la venta del partido por parcelas a los tecnócratas y
pragmáticos, la toma del mando de los renovatas de Armani, la maldita
reconversión industrial, la venta de España al capital extranjero, más
algún que otro espécimen falangista que se cambió de chaqueta y se
infiltró en el partido en el último momento porque allí se olía a
negocio. Luego llegó lo que todos sabemos, los años de recoger lo
sembrado, el cachondosocialismo, el saqueo de la Olimpiada y la Expo, el
compadreo con el clan Pujol (transferencias por pesetes que siempre
iban al bolsillo del patriarca catalán) la canción de Roldán y los
millones robados a los huerfanitos de la Guardia Civil, Mariano Rubio y
sus bancos para ricos, el trinque de los fondos reservados, los GAL,
Boyer y su economía filipina pensada para la biutiful people con mucha
reforma laboral y mucha flexibilización, mucho contrato basura para
darle gustico a la patronal y mucho capitalismo a braga quitada. Todo
aquello terminó como terminó y luego llegó Zapatero con su ceja y su
talante (el chico era simpático, se parecía al inocente Mister Bean,
hasta era honrado, no lo vamos a negar) y puso un parche provisional al
reventón que no fue más que un bálsamo temporal entre el estallido de la
burbuja inmobiliaria diseñada por el belicoso Aznarín y el marianismo
corrupto de los sobres y el pitufeo valenciano.
Ahora estamos donde estamos, en el acto
final de la tragedia: la descomposición del partido, el escandalazo de
los ERES (que es como la corrupción del PP pero más triste aún) el
navajeo de los barones y un secretario general que queda muy guapo en la
foto pero que de socialista real solo le queda el carné, o sea nada de
nada, rien de rien. El problema de Sánchez es que no tiene claro el
manual, se saltó varias clases, mayormente Marx, y por eso unos días
pacta con la derecha de Ciudadanos y un minuto después ofrece un
gobierno de izquierdas a Podemos. Ahora ya es tarde, señora, como decía
la Jurado, Pedro Sánchez está sentenciado y la única solución que se le
ocurre al todavía líder socialista para hacer frente a la tormenta es
convocar un congreso exprés antes de las elecciones para salvar su
garganta, como si a los españoles acuciados por el paro, la hipoteca y
los salarios misérrimos les importara lo más mínimo que él consiga
salvar los muebles, su despacho de Ferraz o su carguete, que para el
caso es lo mismo. Nada de autocrítica, nada de asumir responsabilidades,
nada de la vuelta a los principios fundacionales del partido que tanta
falta hacen a millones de ciudadanos que se desgañitan pidiendo más
socialismo pero de verdad. Siguen borrachos de neoliberalismo, amnésicos
de lo que significa en realidad ser de izquierdas, viviendo la vida
loca en sus chaletorros, sus cuentas millonarias y su simulado discurso
sobre el socialismo que ya nadie se traga. Y lo que es aún peor: no se
han dado cuenta de que no solo es el negocio lo que se les viene a
pique, sino que hay un señor por ahí con una Coleta, haciéndoles la
competencia, que está vendiendo mucho más y mejor que ellos. Y así van,
de mentira en mentira hasta la derrota final. Perdieron Cataluña, han
perdido Euskadi y perderán Andalucía ahora que ya no queda dinero en la
caja, tras el desfalco, y el PER se ha esfumado para siempre. Pues que
sigan por ese camino, que el siguiente sorpasso se lo dará el Pacma. O
el Partido del Porro.
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