(Publicado en Diario16 el 12 de septiembre de 2016)
Andan los tertulianos, los periódicos y
los tuiteros todo el día a dentelladas con Rajoy a cuenta del caso Soria
sin pararse a reflexionar, aunque solo sea por un momento, cómo ha sido
la cosa. Resulta que al presidente le piden un funcionario preparado
para no sé qué puesto en el Banco Mundial y él, que es hombre muy
ocupado porque el Marca, el Real Madrid y los viajes a la China
no le dejan tiempo libre, él que es un quedabien y un gallego carta
cabal que quiere cumplir con todos sus compromisos internacionales, mira
al banquillo y ve que ya no le quedan hombres limpios y honrados donde
elegir porque todos están imputados, procesados o entrullados. Entonces
escoge a Soria. ¿Qué podía hacer don Mariano? El presidente, como ese
entrenador con todo el equipo en la enfermería, tiene que recurrir a lo
que le queda, a lo que hay, a los que aún están en activo, o sea en
libertad, siquiera condicional, y ahí es donde entra Soria, que de
momento no está imputado en nada, que nosotros sepamos. No todo el mundo
sirve para ser directivo del Banco Mundial, hay que tener maneras,
planta, estilo, talento, chulería, una cosa fina para el guante blanco, y
si lo miramos bien, Soria da el perfil. Ha hecho dinero con el tomate
canario, tiene sus perrillas en paraísos fiscales y es espigado,
broncíneo y resultón, cualidades tan necesarias para moverse por los
ambientes diplomáticos parisinos, que requieren gente viajada, con mucho
Yale, glamour y saber estar. ¿Para qué seguir buscando?
Soria, por su aspecto dandi y decadente,
por su buen inglés (aunque algo enturbiado por su acento guanche) por
su pasado sospechoso y maldito, era el hombre perfecto para el cargo.
Porque al Banco Mundial no llega cualquiera. Allí no se llega por
currículum, ni por honradez, ni por elevados principios morales, ni por
cumplir a rajatabla con el código ético del PP. Al Banco Mundial, que es
el más mundial de los bancos, llegan los que han hecho pasta rápida, en
cinco minutos, como los tallarines, los pastosos de carrera y los que
han sabido montárselo a tope para colocar el parné bien lejos, en Suiza o
en Panamá, fuera del alcance de los molestos inspectores de Hacienda.
Hablando en plata: que para ser directivo del banco ése hay que ser muy
tahúr, muy espabilado y muy cuco, y yo, qué quieren que les diga, a
Soria lo veía en el rol. Se le ha criticado al exministro energético su
máster en economía sumergida en Panamá cuando el hombre lo único que
hacía era prepararse para el futuro, entrenarse bien, curtirse y
practicar mucho para cuando le llegara el día de opositar a la gloria
financiera, al Banco Mundial, nido de golfos y aprovechados, como todo
banco por otra parte. Al final no ha habido oposición, ni concurso, ni
nada de nada, y el nombramiento ha sido obra del dedazo Sixtino de
Rajoy, como siempre. Pero qué importa eso. Los mediocres siempre eligen
el camino más fácil.
A Soria le critican que sea un hombre de
paraísos perdidos o un perdido de los paraísos, y es esa preparación
precisamente la que se requería para el cargo. Por Francis Bacon sabemos
que el dinero es como el estiércol: no es bueno a no ser que se
esparza. Pues eso y no otra cosa es lo que ha hecho Soria a lo largo de
su vida, esparcir sus ahorrillos por medio mundo, diversificarlos,
airearlos para que no se quedaran rancios, revenidos, como dicen los
murcianicos. Toda la carrera de Soria, sus offshores, sus transferencias
al extranjero, sus abogados fontaneros y sus empresas tapadera estaban
enfocadas a ese momento crucial de su vida: dar el salto a la Champions
del engaño, ascender en el escalafón de magnates mangantes, colocarse en
el Olimpo de los trepas. Al Banco Mundial llega lo mejor de cada casa:
los mangutas organizados, los cabecillas de redes internacionales, los
traficantes de armas, los cuentistas de la política, los vendedores de
humo, los fabricantes de crecepelos, los ladrones que son gente honrada,
como decía Jardiel, los cleptómanos de Casino, los untaos, los viciosos
del yate, los mamones y pelotas con servicios prestados y los horteras,
mayormente los horteras. El Banco Mundial es la sede de los altos
fondos, a ese sitio va lo peor, como debe ser. El delincuente de baja
estofa tiene que estar en la cárcel y el tío fino de guante blanco en el
Banco Mundial, curtiéndose como Dios manda. Y aquí paz y después
gloria. Por eso uno no sabe a cuento de qué viene cortarle la carrera a
Soria a las primeras de cambio, si era el hombre perfecto para el puesto
y ya había hecho méritos más que suficientes invirtiendo un pico en
Panamá. No habrá otro como él para ese cargo. Se sabe el manual de la
cosmética financiera al dedillo, no tiene escrúpulos y miente con cara
de buen chico. Rajoy ha cometido un error obligándole a renunciar. Para
mí que era el candidato perfecto. Soria era el hombre.
Posdata: Se abre el año
judicial, la esperada Feria de Septiembre. El cartel de esta temporada
es impresionante: Corrida de las Tarjetas Black, con los primeros
espadas Miguel Blesa, ‘El Chicuelo de las preferentes’, y Rodrigo Rato,
‘Morenito del Yate’; Corrida de la Gurtel con los matadores Álvaro Pérez
‘El Bigotes’ y Francisco Correa, ‘Don Vito de Valencia’; Corrida de la
Caja B y borrado de los ordenadores del PP, con Luis Bárcenas ‘El Niño
de Suiza’ y Álvaro Lapuerta, ‘Lagartijo de Génova’; y Corrida del
Bombero Torero, o pitufeo valenciano, con Alfonso Grau, que dedicará su
faena a Rita ‘La Cantaora’. Las entradas ya están a la venta, en
taquilla y en sus respectivos sobres. Calité taurina.
Viñeta: Becs
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