(Publicado en Revista Gurb el 23 de octubre de 2016)
El PSOE, tras 137 años de historia, ha
puesto el cartel de "Se Traspasa" con su bochornosa decisión de
entregarle el poder a Mariano Rajoy. Por 136 votos a favor de la
abstención (que daría la investidura al ahora presidente en funciones) y
96 en contra, se ha impuesto el sector conservador sobre el ala más
progresista, partidaria del "no es no" al PP y de seguir con el bloqueo
institucional hasta unas terceras elecciones. Con esta decisión
histórica, las elites del PSOE se han impuesto a las bases, los
neoliberales a los obreros, los instalados del IBEX 35 que ganan cientos
de miles de euros al año a los militantes de base, muchos de los cuales
no llegan a final de mes. Tras el triste y lamentable Comité Federal de
esta mañana (uno más) solo cabe hacer tres consideraciones: que el
socialismo auténtico ya no tiene nada
que ver con ese partido; que Rajoy el indecente (el protector de años de
gobierno marcados por escándalos como el de la trama Gurtel, la
operación Púnica o las tarjetas black) volverá a la Moncloa sin asumir
ni una sola responsabilidad por tantos desmanes; y que Podemos, a partir
de ahora, tiene el camino libre y expedito para erigirse como gran y
único referente de la izquierda en nuestro país. Pablo Iglesias ha hecho
lo que tenía que hacer, lo que no han hecho los barones del PSOE:
mantenerse firme en sus convicciones, no claudicar ante el chantaje de
la derecha, decir “no es no” a Rajoy hasta el final. No era tan
complicado, solo había que ser coherente con la filosofía de la
izquierda, pero entre los socialistas hace ya tiempo que priman los
intereses personales por encima del interés de la clase obrera. Iglesias,
quizá en una valoración arriesgada pero no exenta de razón, ha
asegurado que la decisión del Comité Federal del PSOE para abstenerse en
la segunda votación de investidura constata "el fin del turnismo como
sistema de partidos" y da paso a la "Gran Coalición que nos tendrá
enfrente como alternativa". Ya ejerce de líder de la oposición.
En
cualquier caso, a los felipistas y sus braceros susanistas, auténticos
ganadores de la batalla de Ferraz, habría que decirles que la política
no solo es cálculo premeditado, tacticismo para salvar la posición y
pragmatismo a ultranza. También es lealtad y respeto a unos valores, a
unos principios, a unas ideas. Iceta, que ha apostado por esa línea de
pensamiento, sale reforzado del envite. Susana Díaz, al contrario, sale
quemada. Las caretas se han caído por fin. Ya sabemos de qué pie cojea
cada uno en esa bendita casa del pueblo. Pero lejos de terminar la
agonía socialista, aún queda el último y más vergonzante acto de esta
tragedia shakespeariana: ¿habrá abstención en bloque el día de la
investidura de Rajoy, imponiéndose la más férrea de las dictaduras de
partido, o permitirá el PSOE la libertad de voto entre sus diputados
para que cada cual pueda expresarse libremente, como corresponde a un
partido auténticamente democrático? ¿se levantarán de sus escaños los
once congresistas que le hacen falta a Rajoy y se ausentarán en el
último momento de la votación, con la excusa de ir al baño, permitiendo
de esta manera que el gallego marcado por la corrupción sea coronado
presidente? El esperpento socialista promete no tener final. No se vayan
todavía, que aún hay más.
Viñeta: El Koko Parrilla
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