jueves, 9 de enero de 2020

SÍ SE PUEDE


(Publicado en Diario16 el 7 de enero de 2020)

Pese a las infames intrigas y conspiraciones que quedarán para la historia y para vergüenza de la ultraderecha y de la ultra ultraderecha, habrá Gobierno de izquierdas por solo dos votos (167 frente a 165). Pedro Sánchez será presidente; Pablo Iglesias vicepresidente. Y se ha conseguido, no lo olvidemos, gracias a una diputada enferma de cáncer, Aina Vidal −que ha dado toda una lección de vida y de generosidad al acudir a votar−, y de los grupos minoritarios regionalistas y nacionalistas, que han sabido estar a la altura mientras Pablo Casado e Inés Arrimadas se bunkerizaban negando la abstención necesaria para desbloquear la grave situación por la que atravesaba España. Allá ellos, su futuro político es más que incierto y probablemente terminen sus carreras siendo devorados por Vox.
Pero esa es otra historia. Hoy han sido derrotados los fanáticos, los nostálgicos del pasado, los tristes rencorosos, los que patean el escaño, los que prefieren embestir en lugar de debatir, los que no entienden de qué va esto de la democracia y no saben hacer otra cosa que destruir, insultar y estigmatizar al rival político. Es un gran día para los demócratas por encima de matices y diversidad de ideas. Por un momento llegamos a pensar que nunca más volveríamos a ver unida a la izquierda española, consumándose la mayor de las tragedias para el país. Afortunadamente, aunque tarde, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han sabido rectificar a tiempo. A partir de mañana tendrán que remangarse y ponerse a trabajar. La tarea es inmensa y algunos problemas parecen irresolubles. Urge un programa social de recuperación del Estado de Bienestar que ya no puede esperar más porque millones de españoles necesitan que su Gobierno se preocupe por ellos. Y diálogo, mucho diálogo en Cataluña.
A nadie se le escapa que el nuevo gabinete nace débil, sietemesino, inmaduro. A ambos líderes de la coalición PSOE-Unidas Podemos les tocará fortalecerlo con la confianza mutua y la suma de esfuerzos. En contra tendrán a los poderes fácticos de siempre: la oposición ácida y corrosiva de una derecha asilvestrada, tóxica, ciega de odio y temerosa de perder sus privilegios; una élite empresarial y financiera poderosísima dispuesta a torpedear cada acuerdo que adopte el Consejo de Ministros por el bien del pueblo; una Iglesia que vuelve a las andadas del nacionalcatolicismo medieval y un franquismo sociológico que retoña con fuerza. Y luego estarán las tensiones internas del primer Gobierno de coalición de la historia de la democracia. En el PSOE algunos se han tapado la nariz para ver investido a Sánchez. Los presidentes de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page; de Aragón, Javier Lambán; y de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, son los únicos presidentes autonómicos socialistas que no han acudido este martes al Pleno del Congreso para presenciar en directo la investidura de su secretario general. Significativo, muy significativo. También habrá que ver cómo encajan las piezas de ese puzle socialista-podemita. Si Sánchez e Iglesias logran aparcar sus personalismos y egos incompatibles, el Gobierno tendrá más recorrido. Podemos va a colocar a varios ministros en el poder por primera vez tras la histórica revolución social que supuso el 15M. ¿Sabrán adaptarse al sistema? ¿Renunciarán definitivamente a asaltar los cielos abrazando un pragmatismo necesario cuando se tiene la responsabilidad de gobernar pero siempre peligroso?
Preguntas todas ellas inquietantes que ponen de manifiesto la precariedad con la que nace el nuevo Gobierno. Pero qué demonios, aunque solo sea por un día, disfrutemos del espejismo de que todavía hay una esperanza. La izquierda ha sabido estar unida frente al monstruo y lo ha sabido derrotar. Ese es el camino, esa es la lección que deben aprender Pedro y Pablo. Juntos somos fuertes; divididos ganan ellos. Sí se puede.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

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