viernes, 28 de junio de 2013

BÁRCENAS ENCADENADO


El juez Ruz, después de cuatro años (por fin, aleluya) ha decidido entrullar a Bárcenas ante el riesgo de que se pegue una puerta. Es una medida justa y acertada (aunque tardía) pero mucho nos tememos que el eficiente magistrado arriesga un tanto al enviarlo a Soto del Real. Allí le esperan Díaz Ferrán, De Cabo y otros magnates mangantes. Todos juntos y revueltos y ahora con un tesorero de asesor. Qué peligro. Tanto pájaro financiero en un mismo palomar, y con tiempo para pensar nuevos negocios en la soleada piscina, es un riesgo innecesario para la estabilidad económica del país, para la prima de riesgo, para nuestros violentados bolsillos. Por eso, en lugar de agruparlos, lo más lógico hubiera sido dispersarlos, como a los boys de ETA. A fin de cuentas son también terroristas, terroristas económicos, pero terroristas. Mercenarios de la pasta que han llevado al país a la crisis, al desastre, al crack. No quiero ni pensar la que se puede preparar en Soto del Real. Aquello va a ser un congreso nacional de ingenieros del desfalco. Bárcenas, tesorero del penal; Díaz Ferrán, presidente de la patronal penitenciaria; y otros ludópatas del chanchullo fácil, vocales ayudantes. Un polvorín, ya digo. En un par de semanas, trabajando fuerte en el patio de la prisión a la hora del recreo, el tesorero y sus discípulos emprendedores montan una Rumasa con la merienda de los presos, refundan el PP (“Por la Pasta”, buitre rampante en lugar de gaviota) y levantan otro imperio suizo con los sobres sobrantes que no encuentra la Policía. Ingresar a Bárcenas en Soto del Real es un error, un riesgo peligroso para la seguridad nacional, es como meter a un traficante de drogas en una clínica de Proyecto Hombre, y en un par de semanas el traficante se ha camelado a media cárcel con la golosina de los sobrecitos, un sobre aquí, otro allá, sobres para todos, justo ahora que se estaban desenganchando los chicos, y así todos yonquis del dinero otra vez. A poco que se prolongue la prisión provisional, Bárcenas y Díaz Ferrán abren una agencia de viajes. Colocan el cartel luminoso de Marsans en la puerta de la cárcel y ponen a los presos que están de permiso a trasegar maletines por el mundo, por las Islas Caimán, mayormente. No quiero ni pensar en la de corruptelas y cosas malas que puede llegar a hacer Bárcenas en una prisión con piscina, pista de pádel, gimnasio y tiempo libre. Si se lo propone, el tesorero del PP tira de la manta y se carga a todo un Gobierno, o monta una exposición con sus cuadros de baratillo, o instala una estación de alpinismo en los jardines de la cárcel (levantarse miles y ochomiles es el deporte que más le va al tesorero). Si dejamos hacer negocios a Bárcenas con los fulanos de la trena, terminan colocando unas preferentes a los funcionarios y nos los dejan a todos en cueros, como a esos contribuyentes gallegos que se han despelotado en protesta por el agujero de Bankia. Que se anden con cuidado en Soto del Real, que un Bárcenas herido y rabioso reflota la Gurtel, organiza otra visita del Papa y hasta otra boda de Estado con Berlusconi de padrino. Al loro el alcaide de la prisión, que Bárcenas le hace una peineta y después le mete un sobre preñado de quinientos en la americana, como anticipo de la mordida. Podemos hacer la vista gorda a la piscina, a la celda de seis metros cuadrados con televisión de plasma, a los condones y demás privilegios (aunque se merece la torre húmeda y sórdida del Conde de Montecristo, con grilletes, bola en el tobillo y soguilla). Pero por dios y por la virgen, que no le dejen hacer más negocios turbios, que nos vende lo poco que nos queda de España. 

Imagen: Cuatro   


lunes, 24 de junio de 2013

EL ÚLTIMO BUNGA-BUNGA


Siete años de prisión por un bunga-bunga indiscreto con una menor, siete años de trullo por un bunga-bunga sórdido, clandestino, guarro. Ése es el epitafio político que deja el piccolo Mussolini, el Tony Soprano de la República italiana, el magnate de las mamachicho telecinqueñas: Il Cavaliere Silvio Berlusconi. Manejó televisiones mundiales como teatros de marionetas, quitó y puso gobiernos a su antojo, firmó conspiraciones internacionales, convirtió la milenaria y eterna Italia, con sus coliseos, sus bustos de emperadores, sus columnas trajanas y su todo, en su lúbrico villorrio toscano para orgías y desmanes. Desfalcó, trincotriló y estupró la democracia romana a placer; hizo trapacerías políticas por doquier sin que nadie, ni el pueblo, ni la Justicia, ni el Parlamento, ni Europa le pararan los pies a tiempo. Salió airoso de las causas más enrevesadas, complejas y graves. Y ahora, al final de su procelosa vida pública, a sus casi ochenta tacos, va y cae por el caso Ruby, la Rompecorazones, una distraída del amor, una simple chica de la calle. Está claro que los designios políticos de Dios son inextricables. Las pequeñas cosas, los amados detalles de Nabokov, son los que arruinan la vida y obra de un hombre. Berlusconi es como ese personaje de Lolita, ese Humbert Humbert que chifló de pasión la primera vez que vio flotar a la fresca ninfa en la piscina. Berlusconi ha jurado en el juicio que todo eran cenas elegantes, veladas que transcurrían en una atmósfera de "simpatía, jocosidad y diversión". Ahora lo llaman así. Jocosa diversión. Pero la Justicia italiana (esta vez sí, por fin, plas, plas) ha hecho honor a sus raíces augustas y ha sentenciado que esta vez no cuela, que aquello no eran fiestas inocentes ni simple teatro burlesque en las catacumbas del chalé imperial. Aquello era lo que era, un "sistema de prostitución para el placer de Silvio", un maratón de bunga-bungas donde Il Cavaliere invitaba a pizza con pelo, penne y calzone a sus amigos (habría que investigar qué clase de amigos y si había algún político español zumbando por allí, lo dejo caer para La Sexta). El villorrio de Berlusconi era un antro abierto hasta el amanecer, lolitas esnifadas, todos de Napiato hasta las trancas, lencería cara y sedosa, Adriano Celentano, volare, volare, mi ragazza in un pugno. Toda ese fornifollar con menores sucedía mientras la vieja Europa se resquebrajaba tristemente y se hundía entre mercados como tiburones, mientras la Bolsa se iba al carajo, mientras millones de europeos comían ya ruina y hambre. Todo ese simposio del sexo en plan Calígula sucedía mientras el viejo y babeante Cavaliere se mecía suavemente en las dunas tiernas de la niña Ruby. Cuando el pueblo pasa penalidades, el poderoso ahoga su inmundicia en rubio champán. Qué siglo de gobernantes corruptos, qué siglo de políticos locos, desnortados, descerebrados. La eterna Marilyn terminó con el sueño de los promiscuos Kennedy; Clinton cayó por una mancha corrida que no salía ni con Fairy ultra; y Berlusconi ha venido a caer por un bunga-bunga apresurado, un bunga-bunga ciego y loco al ritmo de mal karaoke, Ramazzotti y la hortera Pausini. A ver si de ésta los italianos, y de paso los españoles, vamos aprendiendo de una vez que se debe votar con la cabeza y no con la entrepierna. Ciao, Silvio. Ya tendrás tiempo de fantasear con el último bunga-bunga. Pero en el talego.

Imagen: lavanguardia


sábado, 22 de junio de 2013

LOS CINCO OJOS


Resulta que un misterioso organismo al que llaman Cinco Ojos nos ha pinchado las comunicaciones sin que seamos conscientes de ello. Internet, teléfonos móviles, redes sociales, correos electrónicos, todo está controlado ya por esos cinco ojos, una especie de consorcio global formado por espionitas ingleses y yanquis que busca terroristas árabes debajo de las piedras. Parece un argumento de Graham Greene, pero está ocurriendo realmente. La justificación que dan las grandes potencias anglosajonas implicadas en el proyecto es la de siempre desde que las Torres Gemelas saltaron por los aires: para ganar en seguridad es preciso recortar en libertad. Sin duda, es la CIA la que mueve esos ojos en la sombra (de hecho es la CIA la que manda en la casa blanca del señor negro). Así que desde ahora todos somos potenciales terroristas, desde el abúlico Mariano Rajoy hasta el último cabrero de Soria. Sin duda esta movida de los cinco ojos es un paso más de USA en su objetivo de imponernos un imperialismo global, un supergobierno policial, totalitario, militar, maquiavélico. Los fulanos del Pentágono empiezan por meter sus ojos en nuestro correo electrónico y terminan metiéndose en nuestra cama, entre uno y su señora, y hasta ahí podíamos llegar, un respeto, oiga. No teníamos bastante con el gran ojo orweliano del Estado que gobierna y dirige nuestras vidas, no teníamos suficiente con el ojo televisivo de Gran Hermano 14 y los striptease guarris de la Milá (que está gorda y vieja, aunque no quiera reconocerlo), sino que ahora tendremos que convivir con esos cinco ojos que van a espiarnos a placer, con esos ojos que van a escucharnos, copiarnos, ojearnos y vigilarnos hasta el último pelo del culo. Yo, desde que me he enterado de que la CIA me ha pinchado las comunicaciones me siento un tío grande. Que la CIA ponga sus ojos en mí (un gusano intrascendente en la inmensidad del planeta) es el copón, la consagración de un periodista. A uno le sube el ego saber que, ya que no intereso para nada a mi Gobierno, al menos intereso a unos generalotes yanquis con el pecho alicatado de chapas y el dedo presto a pulsar el botón nuclear. A mí me parece que la idea de los cinco ojos puede resultar positiva, pero está mal enfocada, señores espionitas de la CIA. Esos cinco ojos bien dirigidos hacia la casa de Bárcenas aclararían muchas bolsas de basura, muchos cuadros millonarios y muchas cuentas en Suiza a la virulé. Esos cinco ojos estratégicamente ubicados en la mansión del duque de Palma, entre los maletines delictivos y los tapices reales, permitirían entender ingentes comisiones y chanchullos. Esos cinco ojos infiltrados en las cañerías de Hacienda servirían para descubrir qué pasa en realidad con las trece fincas erróneas de la infanta (Hacienda siempre se equivoca con los ricos pero acierta con los pobres). No harían falta cinco ojos, sino cien ojos para desentrañar el pifostio de sobresueldos que ha montado en un momento el Partido Popular, porque allí se lo llevaba muerto hasta el conserje. Con el Gobierno, con el Poder, con la Banca, con la Iglesia hay que ir con siete ojos. Éramos una democracia bancaria llena de trincotrileros y aprovechados gurtealianos y ahora somos una democracia intervenida, vigilada, maniatada. Toda España está pinchada por la CIA como un queso gruyer. Pues a mí que me registren.         

lunes, 17 de junio de 2013

BRETÓN


Lo del juicio de Bretón promete convertirse en el último best seller criminal televisado de nuestro tiempo. En los próximos días, a la hora de comer, los informativos, magacines y programas de la ingle nos irán sirviendo las últimas noticias sobre el doble asesinato supuestamente cometido por el zumbadillo al que acusan de quemar cruelmente a sus hijos en la finca de las Quemadillas. Ya todo es Bretón (por unas horas Bárcenas y Urdangarín podrán respirar tranquilos) y nos vamos a enterar de qué comía el asesino, qué bebía, qué talla de zapatos usaba, qué putiferios y amantes frecuentaba y cuál era su equipo de fútbol favorito. La sociedad española se prepara para devorar las andanzas, vida y milagros de su último psicotronado nacional, de su Hannibal Lecter a la cordobesa. La avalancha de reportajes, monográficos y tertulias que se nos avecina va a ser tal que no va a quedar ni un solo español al que no se le estremezca hasta la última célula nerviosa de su cuerpo tras escuchar las atrocidades del monstruo retorcido. Sin duda, las cadenas nos ofrecerán una dosis catódica diaria de macabra ultraviolencia, por usurpar el término genial acuñado por Kubrick en La Naranja Mecánica. Hoy mismo las televisiones ya han empezado a servirnos los entrantes del siniestro menú: el informe forense completo y minucioso (con las fotos pertinentes) sobre los huesos de los niños hallados en la pira llena de cenizas. Y uno se pregunta: ¿Es necesaria tal sobreabundancia de información? ¿Es preciso bombardear una y otra vez al espectador con este tipo de historias truculentas? Durante años fui periodista de Sucesos y Tribunales y he visto asesinos de todas clases. Envenenadores, torturadores, descuartizadores, fríos, pasionales, vulgares, sofisticados, marginales y de guante blanco. Por eso soy consciente de que el ciudadano debe estar suficientemente informado sobre los crímenes que le rodean, porque el crimen es la fiebre de una sociedad enferma, el termómetro que nos indica el grado de neurosis colectiva en que vivimos. Pero por favor, no caigamos en la bisoñez de confundir la información con el espectáculo sangriento; no seamos tan ingenuos de no ver que una cosa es una información veraz e higiénica necesaria para un Estado democrático y otra muy distinta el horror atractivo de las vísceras, la sangre y los restos óseos, el horror bello y narcotizante de la muerte violenta en prime time. La muerte es el argumento que más páginas ha vendido en la historia de la humanidad, la muerte cotiza en Wall Street, y toda la literatura universal gira alrededor del amor y la muerte, de Eros y Tánatos. 
La televisión es el espejo cóncavo que deforma la realidad, el cristal que convierte lo real en esperpento, a la manera valleinclanesca, y esa mezcla de verité y ficción que da el crimen televisado, esa confusión entre el crimen real y el CSI teleyanqui que ofrece la televisión, atrapa al espectador, que queda hipnotizado, hechizado, seducido por la visión fascinante de la aberración humana en su máxima expresión. Por eso tenemos Bretón para rato, un hartazgo de Bretón porque, nos guste o no, Bretón vende más que Martina Klein en ropa interior y da más audiencia que GH 14, aunque solo sea por unos días. El espectador de la sociedad de masas hace tiempo que selecciona por lo bajo y ya nos hemos acostumbrado a leer malos libros, a ver malas películas, a votar a malos políticos y a consumir los crímenes malos y cutres que nos sirve la televisión sanguinolenta. Todos decimos que vemos los documentales de la 2 pero nadie se pierde el capítulo diario del pequeño y perverso criminal que nos fascina. Ese tipo bajito y frágil de ojillos desconfiados que sonríe frío y enigmático ante el juez.

Imagen: periodistadigital

  

viernes, 14 de junio de 2013

LA SUCIA SUIZA


Graham Greene dijo aquello de que Suiza, en varias generaciones de paz y neutralidad, solo ha sido capaz de dar el reloj de cuco. El reloj de cuco y una banca estercolada de dinero negro, añadiríamos nosotros. Suiza, la sucia Suiza. Viene esto a cuento de los 47 millonazos que le han encontrado a Bárcenas en más cuentas clandestinas, oprobiosas, vergonzantes. Bárcenas, Barcenitas, Barcenete. Y uno se pregunta: ¿Qué coño pasa en Suiza? ¿Es que no hay policía financiera, es que no hay fiscales anticorrupción, jueces, inspectores de Hacienda? Nos creíamos que Europa era el culmen del mundo civilizado, la conclusión lógica e histórica del Estado de Bienestar tras dos guerras mundiales, y resulta que no es más que un club de trileros con esmoquin, un cabaret de golfos y pardales que esconden la pasta deshonrada de los estafados españoles en la fría y silenciosa Suiza. Es difícil comprender cómo un país pequeño que solo vive de vacas, tiroleses horteras y estaciones de esquí ha podido situarse a la cabeza económica del mundo libre. Es como si las vacas suizas cagaran billetes de quinientos y su chocolate estuviera relleno de dorados lingotes de oro. Pero viendo lo que se está viendo, viendo el pastelón que Bárcenas escondía allí, se entiende todo. Se entiende que la neutralidad suiza ante los nazis no se firmó por humanismo sino por negocio, se entiende que su Sociedad de Naciones no fuera en realidad un foro de paz mundial sino un inútil y tranquilo balneario para dinosaurios políticos viejos y gordos que pasaban sus últimos días ahogando su abulia en champán francés. El único papel que Suiza ha jugado en la historia de la humanidad ha sido el de fumadero de opio para los yonquis del dinero, el de isla del tesoro para los bucaneros y saqueadores del gran capital, el de astillero para los bancos piratas que después han arrasado Europa. La Pinta, la Niña y la Santa María descubrieron América. Lehman Brothers, Moody's y Morgan Stanley descubrieron el paraíso suizo, donde todo el mundo pone el cazo, se colocan de nieve alpina hasta las cejas y nadie se va de la lengua. En Ginebra todos brindan con ginebra cada vez que se abre una cuenta para robar el dinero de algún hospital, de alguna escuela, de algún parado o pensionista de Europa. Si no existiera Suiza, habría que inventarla, debió pensar Bárcenas el día que perdió el culo para llevar allí su quincalla de sobres y maletines infames. Luego trincó el piolet y se fue a escalar los Alpes (la cabra tira al monte) mayormente por disimular. 

Nos sobra casi todo de Suiza, sus cantones que enmudecen de codicia, sus navajas para trocear nuestro futuro, sus quesos agujereados de vicios y perversiones. La mayor contribución de Suiza al mundo ha sido Heidi, y eso lo dice todo sobre su cultura insípida. Europa, una Europa democrática y avanzada, una Europa fuerte y honrada con sus ciudadanos (no ese nido de lobistas, políticos corruptos, banqueros aprovechados y refugiados de la estafa) debería plantearse con rigor una auditoría en condiciones a la banca Suiza. El día que la Policía levante las alfombras rojas de aquel país, el día que un juez decida meterle mano a sus falsas embajadas, bancos, fifas, uefas, cois y organizaciones benéficas con ánimo de lucro (banco Vaticano incluido) ese día el mundo saltará por los aires y el dinero llegará a espuertas a las favelas pobres de Brasil, a las calles masacradas de Bagdad, a los niños-esqueletos de Etiopía. En Suiza sí que hay un banco malo, pero malo de maldad. Dejémonos de coñas marineras. Bárcenas solo era uno más. Quien nos roba de verdad, a braga quitada, es Suiza.

Imagen: lainformación

  

jueves, 13 de junio de 2013

MESSI


A Leo Messi unos inspectores de Hacienda probablemente madridistas lo han empapelado por defraudar tropecientos millones al fisco. No vamos a entrar aquí en la talla mundial del rutilante astro argentino (para eso están los tertulianos del furbo, que aburren más que los otros) pero no podemos pasar por alto un hecho tan feo y antiestético como escamotear el sufrido parné de los contribuyentes. Hace tiempo que venimos diciendo que las vedettes del deporte y las culturetas tienen que apoquinar los impuestos aquí, en España, como todo hijo de vecino, llámese Messi, Cristiano o Ateo. Pero el que más y el que menos mueve sus dineros excesivos por paraísos lejanos, por Miami, Suiza o las Islas Caimán, y eso no puede suceder si queremos aspirar a un país serio. Ahora los ultras se echarán a la calle y abrirán una cruzada esperpéntica para reparar la afrenta al pibe, como si el pequeño delantero fuera un líder africano encarcelado injustamente. Pobres diablos, ellos malviviendo con un subsidio de empleo de mierda y defendiendo a un millonario evasivo. Así son las masas orteguianas. Irracionales, descerebradas, ágrafas. A mí encanta ver jugar a Leo, sus regates imposibles de conejo escurridizo, su juego de dibujos animados, cómo escapa entre una selva de piernas asesinas. Todo eso está muy bien. Pero una cosa es el juego y otra muy distinta jugar con el pan de nuestros hijos, que adelgazan y caen desmayados en las escuelas. Hasta ahí podíamos llegar. El paro es ya una poliomielitis que va a dejar mucho niño etiopidizado en los próximos años. Con los impuestos que supuestamente ha evadido Messi se pueden pagar muchos desayunos y nocillas en el comedor escolar y han hecho bien esos inspectores de Hacienda en meterle mano a la cartera del idolatrado futbolero del Barsa. Messi es una nueva versión de Maradona (sin el aderezo de la coca), un remake que ya hemos visto antes, solo que mejorado, remasterizado por el fútbol globalizado y ultracapitalista del siglo XXI, que ha perdido ese lado romántico que nunca debía haber perdido. El otro día revisé "Evasión o Victoria" y se me caían las lágrimas al ver a aquellos dioses del panteón futbolístico como Pelé, hombres de verdad (hasta eran capaces de hacer buen cine) y no niñatos de pelo depilado especializados en finolis anuncios de champú. Claro que entonces estaba John Huston para dirigirlos y ahora ya no quedan directores como él. La verdad es que no queremos ensañarnos con La Pulga, nos cae bien el chico, y su supuesto desfalco quizás haya sido un despiste, un desliz de juventud (dicen que era el padre el que le llevaba las cuentas) pero un jarabe a tiempo es más que necesario para controlar esta epidemia de codicia que se extiende por el mundo. Ahora se ha sabido que Urdangarín y la Infanta naranja se inventaban trabajadores fantasma para sus empresas fantasma. Será que no tenían bastante para vivir cien veces, pobreticos. Ellos sí que quedarán como fantasmas monárquicos del pasado, como esos retratos olvidados y polvorientos de los castillos que mueven los ojos por los siglos de los siglos. La ley debe ser igual para todos y no podemos tolerar que una estrella del fútbol, por muy genial y simpática que sea, se convierta en un pequeño Bárcenas idolatrado por los niños que corretea en alegres calzoncillos por el césped dominguero. Leo que pague lo que debe, que siga haciéndose de oro con sus balones de oro y que continúe maravillando al mundo con sus golazos de ciencia ficción (tampoco es cuestión de quemarlo en la hoguera al chico). Y de paso que investiguen las cuentas de la otra estrellita, la estrellita blanca de pectoral praxiteliano y tupé poligonero. Seguro que esos inspectores valientes le pillan algo. Vaya jeta. 

            

lunes, 10 de junio de 2013

LA AUSTERIDAD


Primero fue Arias Cañete aconsejándonos la ducha fría mañanera, a pelo, en plan kamikaze. Luego a Glez. Pons se le ocurrió mandar a nuestros jóvenes a buscarse la vida al extranjero, parados por el mundo, todos a Alemania, que es tan española como un barrio de Vallecas. Después la ONU nos aconsejó comer cucarachas al pil pil, que por lo visto tienen más hierro que las judías, las jodías. Y ahora un informe de no sé qué experto concluye que la administración pública se ahorraría cincuenta millones de euros sustituyendo las botellas de agua mineral por agua del grifo corriente y moliente, insípida, sobria. Esas son las medidas geniales, brillantes, que propone el gran capital, el ultraliberalismo rampante que campea por el mundo, para sacarnos de la pertinaz crisis. Y mientras nuestros gobernantes se ríen de nosotros y nos toman el pelo, tenemos que ver cómo nuestros hijos caen desmayados en las escuelas porque no tienen un mendrugo de pan que llevarse a la boca y ya comen como pajaritos. Estamos apañaos. Cada día nuestro gobierno, u otros supragobiernos internacionales y merkelianos, lo mismo me da, nos sorprende con una propuesta más surrealista y kafkiana. No sabemos cuál será la siguiente ocurrencia del Dúo Dinámico De Guindos/Montoro. Pero por si acaso se quedan en blanco, como nos pasa a veces a los columnistas, allá va un catálogo de posibles ideas para ir profundizando en las políticas de austeridad. Para empezar, podríamos dejar de lavar la ropa sucia y volver a aquello tan económico y españolazo de los gayumbos de segunda mano, es decir, lo amarillo "palante" y lo marrón "patrás". De esta manera nos ahorramos mucha pela en agua y Ariel, recuperamos al denostado macho ibérico de feromona recia e infalible y atraemos otra vez a las suecas, que visto cómo está el patio, con esta vuelta a la España de posguerra, vuelven a ser la gran industria nacional. Luego, para reducir el déficit y eso, quitamos el bidé y el escusado de los hambrientos hogares españoles, inventos demasiado franchutes y sibaritas, y recuperamos el orinal, dompedro, perico, bacinilla o bacín, un utensilio que gasta menos agua y está más en la tradición castellana del Quijote, o sea que es más nuestro y más austero. El orinal, una vez usado, se mete bajo la cama, como hacían nuestros abuelos para no pelarse el culo con el relente de la corrala, y al día siguiente el material orgánico de desecho aprovecha en abono de parques y jardines, algo secos y mustios (con esto del ahorro no los riega ni dios). Siguiendo con las políticas de austeridad tan cacareadas por el Gobierno Rajoy, podemos vender el coche y pasarnos a la burra barata, que da leche de vez en cuando y no contamina. Así ahorramos en gasolina y en un futuro la mula puede servir de burro-taxi para el turismo americano, americanos os recibimos con alegría. Con estas medidas España se va resituando en su tradición de pueblo secularmente atrasado y austero, que es lo que la derecha, la Iglesia y la banca pretenden para seguir llevando el bastón de mando. Por ideas no debe quedar, y se me ocurre que podemos tirar la televisión al cubo de la basura, total para lo que sirve. De esta manera nos ventilamos la factura de la luz y potenciamos el polvete rápido y misionero que, con tanta tele, aquí no procrea ni el tato y Rouco ya está nervioso porque no se cumple el mandamiento bíblico de creced y multiplicaos. Como se ve, algunas de estas medidas no solo mejoran la economía nacional, sino la relación Iglesia-Estado, tan deteriorada últimamente por la herencia socialista de la boda gay, Zapatero rojo, mariquita, masón. Hay muchas otras iniciativas que se nos quedan en el tintero, pero que bien podrían llevarse a cabo para que el pueblo siga siendo austero. Un suponer: cambiar el jamón ibérico por la suela de zapato chapliniana, volver al trueque de la gallina por la cabra, regresar al botijo paleto o directamente comer mierda, como aquel coronel de García Márquez que no tenía quien le escribiera. Eso sí, los sobresueldos de Bárcenas ni tocarlos. Hasta ahí podíamos llegar, hombre.


       

sábado, 8 de junio de 2013

EL HAMBRE DEL PP


Uno de cada cuatro colegiales españoles sufre malnutrición y nosotros sin saberlo. Además, los bancos de alimentos escasean y Cáritas alerta de una emergencia nacional. Nos creíamos que la hambruna infantil era cosa de lejanos etíopes y nos jactábamos de mandar a los negritos del África tropical mucha leche caducada, mucho catecismo y muchos bolígrafos rotos. Pero resulta que España es un país rico en niños pobres y el tercer mundo estaba a la vuelta de la esquina. Con esto de la crisis los señores del Bundesbank y el capitalismo caníbal, más los nacionales del PP que malgobiernan el país, nos están devolviendo a la posguerra, a la sopa boba de auxilio social para viejos y mendigos y a los niños desvitaminados, descalzos y con piojo verde. Entre el hambre y la contrarreforma católica Wert están haciendo de las escuelas públicas españolas grandes guetos de críos esfamiaos, negros hospicios para joselitos famélicos cuyo único futuro es hacerse cantante, meterse a torero o irse de novicio al convento. Tenemos una legión de marcelinos con poco pan y poco vino, que hasta el franquismo alimentaba a sus vástagos con más gracia y proteína que este Gobierno marianista y gurteliano. Eso sí, la epidemia de hambre solo alcanza a la escuela pública, hasta ahí podíamos llegar, y uno teme que en el colegio de Anita Mato sobren bocadillos de nocilla, fantas doradas y mortadela de caviar a tutiplén, a porrillo, a gastos pagados por el sufrido contribuyente. A los niños de la derecha le organizan fastuosos cumpleaños con payasos diorísimos mientras los niños de los rojos pasan el día con un desayuno proletario en la escudilla, remiendo recalentado del estómago, y gracias. Pero quietos parados, que Rajoy acaba de decir, tal que hace un rato, que el pesimismo ya está de retirada en España. Pobre diablo. El pesimismo puede, pero el hambre es endémica, señor Rajoy. Le faltan libros y le sobran puros a don Mariano, no se ha enterado de que el pesimismo y el hambre hidalga, desde la picaresca y el 98, son marca de la casa hispana, están en los genes del español descreído, desencantado, pobre. Aquí estamos en el G-20, hacemos piezas para la Nasa (cada vez menos), ganamos Roland Garros a espuertas, sacamos pecho en la UE de lo machos que somos, pero nuestros niños visten ropas tristes y tienen hambre, respiran hambre, crecen con hambre. Somos los mexicanos pintorescos de Europa y haría falta un Pancho Villa para quitarle el gusanillo a nuestros hijos. Aquí sobran mentiras y falta pan para nuestros niños, que el hambre es un fantasma invisible y solo aparece cuando ya es demasiado tarde. Después de la ley del no aborto, después de la vuelta al crucifijo en la escuela de instrucción primaria y de los telefachas del parte informativo TVE solo nos quedaba por sufrir esta peste de hambruna infantil para sentirnos como en el cuarentañismo del Tío Paco. El PP se siente a gusto en este revival retrofranquista y ya estamos a un paso de la pertinaz sequía, de la Sección Femenina, el sindicato vertical y el careto al sol. Nos creíamos que con una paletada de buen cemento en la tumba del dictador nos íbamos a librar del hambre, pero el hambre siempre vuelve (mayormente para algunos) el hambre es un régimen político, una idea, mientras la biuti política versallesca nada en la ambulancia, como decía el humorista, y se ríe del pueblo. Nuestros niños se raquitizan y nuestros viejos se preparan para dar el callo hasta los cien con una pensión de mierda. Qué sabrá este Gobierno de hambre en la escuela si Rajoy tiene pazo con vacas gallegas y el otro, Aznar, es un caudillo agrario de las Falanges de Castilla con nietos en Harvard. Esto es un déjà vu insoportable, el escenario perfecto soñado por la derecha patria. Solo falta el carca de Matías Prats dándonos la brasa con el No-Do.   

Imagen: El Roto

       

jueves, 6 de junio de 2013

BLESA


El furgón de la Guardia Civil, oscuro y estrecho por dentro, avanza lentamente a través de la autovía y pasa bajo un gran cartel informativo de color azul. Cinco kilómetros para Soto del Real. Dos filas enfrentadas de hombres esposados aguantan el traqueteo, en silencio, hasta que uno de ellos, un joven de pelo largo, camiseta y tatuaje en los brazos, rompe el hielo y se dirige a otro, un sesentón de sienes plateadas, ojeroso, cabizbajo.
-Y tú, ¿por qué estás tronco?
-Ummm...
-Bueno, bueno, hombre, si no quieres hablar conmigo, yo no obligo a nadie. Hay que joderse.
-No, no, si no es eso... Pues por... por estafa.
-¡Ah, bueno! De esos hay muchos aquí. Un hombre importante ¿eh?
-Lo era hasta hace unos días. 
-¡Qué carajo! ¡Pero si tú eres ese del banco que sale por la tele! ¡El de las preferentes, coño! Hay que joderse.
-Veo que está informado.
-Me llamo Paco, pero mis amigos me llaman El Tracas. Por las melenas, ya sabes. Venga esos cinco.
-Miguel.
-¡Menuda habéis montado, tío! En el trullo también hay gente jodida por las preferentes. Conozco a uno que está por atraco, El Moñas, que le quitaron la casa porque no podía pagarla. Ya se lo presentaré mañana en el patio.
-Déjelo, déjelo.
-Claro que a usted lo llevarán al módulo de recomendados, como tiene mano...
-Aún no sé qué va a pasar conmigo.
-¿Y qué cuervo te ha tocado, si puede saberse?
-¿Cuervo?
-Sí carajo, el juez, el que te ha entrullado.
-Elpidio.
-No me extraña, con ese nombre, un amargao. Pues nada tronco, si al talego se acostumbra uno en cuatro días. Hay que joderse. 
-Ya veremos.
-Qué cosas tiene la vida ¿eh? A El Moñas lo trincan por atracar trece bancos y está sin un duro y usted con atracar uno está forrao. Siempre ha habido clases, joé.
-Sobre eso habría mucho que hablar, mis abogados ya lo están recurriendo.
-¡Y qué abogados tienen ustedes los ricos! Ya me gustaría a mí que me defendiera el tronco que le lleva el tema a Bárcenas. Me han dicho que es un lumbreras. ¿Conoce usted a Bárcenas?
-Qué va, qué va.
-Oiga, en la tele dicen que compró un banco en Florida y que se perdieron cien kilos. ¡Qué pelotas!  Eso sí que es un palo bueno.
-Ya le digo que soy inocente.
-Claro, claro, la cárcel está llena de inocentes, los culpables están fuera. Esos nunca pagan, siempre salen de rositas. Yo tenía pasta en Cajamadrid. Ná, las cuatro perras del paro pa la pensión de mi ex, la muy bruja.
-Ya.
-Oiga, y usted que conoce a los de la Gurtel, ¿no podría ponerme en contacto con Correa para un asuntejo que llevo entre manos? Ese tío sí que es un fenómeno. El amo de España.
-No conozco a ese señor de nada.
-Yo, si fuera usted, me daba el queo.
-¿Cómo dice?
-Sí hombre, el piro, el dos, que me abría, que me largaba a Tailandia, vamos. A mí, con su pasta, no me trincan, por mis muertos que no me pillan.
-Calle, calle.
-Oiga, si me pongo pesado me lo dice. A mí me gusta la gente de ley, la verdad por delante.
-No, no se preocupe, es solo que estoy un poco cansado.
-Normal, si quiere le pido algo a El Drogas para los nervios. Yo es que tengo contactos en la casa ¿sabe usted? Son tantos años de entrar y salir. Y hay que tener amigos hasta en el infierno.
-Me hago cargo.
-Qué putada ¿eh?
-¿Qué quiere decir?
-Tanta pasta como ha tocado usted para terminar en el trullo, como yo. Es lo que hay. Oiga, y usted que conoce a Correa, ¿no podría buscarme un enchufe en recomendados? Hay que joderse.  

miércoles, 5 de junio de 2013

MUÑOZ MOLINA


El jurado ha concedido el Príncipe de Asturias a Muñoz Molina en su condición de "intelectual comprometido con su tiempo". Qué buena noticia que le den el premio y qué pena que no se hayan estrujado un poco más las neuronas a la hora de rubricar una mejor definición para un creador universal. El gran escritor andaluz se merecía ya éste y otros galardones, pero parece que cuando no se sabe qué decir de un premiado se dice que es un intelectual comprometido con su tiempo y a otra cosa, que nos cierran el banco.
No me considero un experto en literatura (en realidad no me considero experto en nada, dios me libre) pero a uno se le ocurren un par de lemas algo más afortunados para ensalzar la contribución de M.M. a las letras españolas. Podríamos hablar del bajón de calidad que ha registrado el jurado de este premio devaluado, pero eso daría para otra columna.  
Recuerdo que un escalofrío me acompañó durante días tras leer Plenilunio. Fue como pasar una gripe persistente. Cuando no te puedes quitar de encima una novela, cuando una novela se te pega a la piel y te acompaña noche y día, eso es que sin duda tiene que ser buena. La historia de ese inspector de Policía que busca al psicópata asesino de una niña no es solo una novela negra al uso, sino el retrato puntillista de una democracia española bisoña que se va incorporando poco a poco a la modernidad del mundo, a la modernidad del crimen. Con Plenilunio la literatura española da una vuelta de tuerca más, nos americanizamos, con todo lo bueno y lo malo que tiene ese término sociológico. Pasamos del campesino ágrafo que da el hachazo malo al vecino de enfrente por unas lindes al psicópata postmoderno, inteligente, frío, bestial, al homicida maníaco que mata por placer, por vicio o porque no puede evitarlo. El retrato perfecto que dibuja Muñoz Molina desde el punto de vista del criminal, desde el mismo cerebro enfermizo del asesino, debería ser estudiado en las facultades de Criminología. El escritor de Úbeda no es solo capaz de interpretar al psicótico y diseccionarlo como un cirujano sutil, sino que por un tiempo piensa como él, suda como él, tiene miedo como él. Con Plenilunio la novela negra española (siempre ninguneada por falta de identidad propia) pierde el complejo de inferioridad que la estigmatiza, sale de su atraso secular, de su centenaria ruralización y de las vulgares historias de garrote vil. Plenilunio moderniza y coloca el género a la altura del mejor Truman Capote, de J.M. Cain o Ellroy, no solo en asuntos, sino también en personajes. El psicópata, hasta ese momento monopolio de la novela anglosajona, entra de lleno en la fauna literaria hispánica. Las democracias modernas forjan a sus psicópatas en la neurosis del capitalismo salvaje, en el detritus humano del perdedor, en la soledad de las calles, en el maltrato infantil, en la televisión basura. Hasta Plenilunio, aquí vivíamos todavía un tanto lastrados por el novelón de posguerra, pero llegó Muñoz Molina para decirnos que había un territorio fértil para nuevas historias, material suficiente para escribir otras novelas más actuales, menos coñazo y menos rancias. El Plenilunio de M.M. (como el mejor Vázquez Montalbán en su momento) nos demostró que se puede hacer buena novela negra a la española, sin necesidad de caer en el viejo cliché anglosajón del detective braguetero y borracho y la rubia platino y tetuda apoyada en la barra del bar. A partir de Plenilunio todo es novelable por inverosímil que parezca, desde el triple crimen de las niñas de Alcácer hasta Breton abrasando a sus hijos en las Quemadillas. Solo por ese brochazo de modernidad que ha dado a la literatura española Muñoz Molina se merece el Príncipe de Asturias, pero es que además de su impagable obra narrativa nos ha dado artículos periodísticos antológicos, sosegados, certeros. Artículos deliciosos sobre literatura, arte y viajes que pudimos leer tantos y tantos veranos felices a la orilla del mar. M.M. es heredero del buen periodismo que se ha hecho en España en los últimos treinta años de democracia juancarlista, un periodismo de alto nivel que ahora quieren finiquitar algunos seudoempresarios editoriales de baja estofa. Uno cree que Muñoz Molina debería atreverse con el gran novelón negro de nuestro tiempo: el papelamen de Bárcenas. Y que le den también el Pulitzer.

Imagen: elretratero


martes, 4 de junio de 2013

DESDE GIJÓN, CON AMOR


Escribo desde un bar con wifi de Gijón, ciudad dublinesca con un mar bravío surcado por gaviotas como pterodáctilos gigantes. Pasear por la bahía de San Lorenzo, respirar su brisa cantábrica y brava, te renueva, te da fuerzas y te hace sentir bien. No hay nada como llenar el petate y largarse unos días al norte para olvidarse de todo, de la locura de la gran ciudad, del despido improcedente, del ruido mediático, de Bárcenas, de Urdangarín, de toda la tralla de chusqueros de la política. Aquí, con las verdes montañas de fondo y el sonido de las gaitas emanando de las tascas, uno se siente tranquilo, feliz, en paz consigo mismo. No hace falta más. Tu amor, tu perro y unas sidrinas frescas. Escribo con furia pero templando el pulso. Ya me siento como un exiliado del periodismo, sé lo que es morder el polvo de la injusticia social, pero la libertad corre por mis venas ahora. Me despojarán del trabajo, de un salario digno, de un sueño utópico, pero no podrán robarme el alma. Cuando te lo arrebatan todo solo queda escribir, escribir hasta que te salgan callos en las manos, como reza el blog del gran Cipri Torres, un saludo maestro. Esto no es una crisis, es simple capitalismo, lucha de clases, una guerra civil entre pobres y ricos, entre instalados y parias, entre poderosos y sometidos. Aunque bien mirado las bajas siempre caen del mismo bando. Hemos vuelto al 36, solo que en lugar de balas sangrientas ahora se disparan ERES como bombas crueles que dejan efectos colaterales: familias enteras en la ruina, un futuro de escombros. Un grupo de fascistas económicos nos está matando civilizadamente, lentamente, en silencio. Nos condenan a la chatarrería humana, al desguace a los 40, a la muerte laboral, que es como un homicidio a largo plazo socialmente permitido. Te roban la esperanza para que te vayas pudriendo poco a poco en la rutina del olvido.  
Las calles limpias y pacíficas de Gijón no se parecen en nada a las bulliciosas avenidas de Valencia, pero en ambas hay algo en común: hay gitanas como esculturas negras con burka apostadas a las puertas de los supermercados, hombres ebrios de tristeza que dormitan en los parques, jóvenes desencantados que hacen footing en horario laboral, mineros al sol o paseando al perro, jubilados cabizbajos que se detienen en la acera y hablan de lo mal que están las cosas. La miseria es un paisaje universal, no conoce de fronteras. Rajoy nos vende la moto de que ha bajado el paro, pero el partido aún no ha terminado y vamos perdiendo por goleada. El tiempo de las frías estadísticas ya ha pasado, señor Rajoy, guárdese sus números mentirosos para otro momento. ¿Es que no ve que todo se ha derrumbado ya, señoría? Nadie se cree sus cifras, nadie cree al Gobierno, nadie cree a nadie. Glez. Pons recomienda a los jóvenes españoles que se vayan buscando un empleo en Alemania, vente pa' Alemania Pepe, como en la película sesentera del gran Alfredo Landa, hoy llorado y añorado. Este Glez. Pons tiene la face de diorita, una diorita acuñada con el material de la desfachatez y la ignominia. Cualquier día le da por mandar a nuestros universitarios al Nepal, a que se hagan monjes budistas, o a Australia a pelar ovejas. Así se maquilla el paro y mientras tanto los chicos, como van viendo mundo, ya no les da por meterse en el rollo antisistema. Un buen amigo me envía un feis lacónico. Dice que ha llorado al oír lo del ERE de La Opinión de Murcia. No me extraña, él levantó ese periódico con su trabajo, con su esfuerzo, con sus reportajes, dejándose la juventud, jugándose la vida. Ánimo, compañero, en peores garitas hemos hecho guardia. Escribo desde un bar con wifi en Gijón y bla, bla, bla...

Imagen: panageos.es