LOS CINCO OJOS
Resulta que un misterioso organismo al que llaman Cinco Ojos nos ha pinchado las comunicaciones sin que seamos conscientes de ello. Internet, teléfonos móviles, redes sociales, correos electrónicos, todo está controlado ya por esos cinco ojos, una especie de consorcio global formado por espionitas ingleses y yanquis que busca terroristas árabes debajo de las piedras. Parece un argumento de Graham Greene, pero está ocurriendo realmente. La justificación que dan las grandes potencias anglosajonas implicadas en el proyecto es la de siempre desde que las Torres Gemelas saltaron por los aires: para ganar en seguridad es preciso recortar en libertad. Sin duda, es la CIA la que mueve esos ojos en la sombra (de hecho es la CIA la que manda en la casa blanca del señor negro). Así que desde ahora todos somos potenciales terroristas, desde el abúlico Mariano Rajoy hasta el último cabrero de Soria. Sin duda esta movida de los cinco ojos es un paso más de USA en su objetivo de imponernos un imperialismo global, un supergobierno policial, totalitario, militar, maquiavélico. Los fulanos del Pentágono empiezan por meter sus ojos en nuestro correo electrónico y terminan metiéndose en nuestra cama, entre uno y su señora, y hasta ahí podíamos llegar, un respeto, oiga. No teníamos bastante con el gran ojo orweliano del Estado que gobierna y dirige nuestras vidas, no teníamos suficiente con el ojo televisivo de Gran Hermano 14 y los striptease guarris de la Milá (que está gorda y vieja, aunque no quiera reconocerlo), sino que ahora tendremos que convivir con esos cinco ojos que van a espiarnos a placer, con esos ojos que van a escucharnos, copiarnos, ojearnos y vigilarnos hasta el último pelo del culo. Yo, desde que me he enterado de que la CIA me ha pinchado las comunicaciones me siento un tío grande. Que la CIA ponga sus ojos en mí (un gusano intrascendente en la inmensidad del planeta) es el copón, la consagración de un periodista. A uno le sube el ego saber que, ya que no intereso para nada a mi Gobierno, al menos intereso a unos generalotes yanquis con el pecho alicatado de chapas y el dedo presto a pulsar el botón nuclear. A mí me parece que la idea de los cinco ojos puede resultar positiva, pero está mal enfocada, señores espionitas de la CIA. Esos cinco ojos bien dirigidos hacia la casa de Bárcenas aclararían muchas bolsas de basura, muchos cuadros millonarios y muchas cuentas en Suiza a la virulé. Esos cinco ojos estratégicamente ubicados en la mansión del duque de Palma, entre los maletines delictivos y los tapices reales, permitirían entender ingentes comisiones y chanchullos. Esos cinco ojos infiltrados en las cañerías de Hacienda servirían para descubrir qué pasa en realidad con las trece fincas erróneas de la infanta (Hacienda siempre se equivoca con los ricos pero acierta con los pobres). No harían falta cinco ojos, sino cien ojos para desentrañar el pifostio de sobresueldos que ha montado en un momento el Partido Popular, porque allí se lo llevaba muerto hasta el conserje. Con el Gobierno, con el Poder, con la Banca, con la Iglesia hay que ir con siete ojos. Éramos una democracia bancaria llena de trincotrileros y aprovechados gurtealianos y ahora somos una democracia intervenida, vigilada, maniatada. Toda España está pinchada por la CIA como un queso gruyer. Pues a mí que me registren.
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