viernes, 13 de diciembre de 2013

AY MONTORO, MONTORITO BRAVO


Anda el ministro de Hacienda, señor Montoro, a la gresca contra la oposición, contra sus propios funcionarios, contra la prensa, contra el mundo, contra todo lo que se menea. Parece que últimamente se haya propuesto hacer honor a la mitad de su apellido, quiero decir que anda por ahí como un toro corniveleto al que Rajoy ha picado a conciencia para que salga bravito a la arena de las Cortes. Mientras Montoro embiste a diestro y siniestro con su cornamenta política, el Gobierno no habla de lo que realmente tiene que hablar: del indulto bochornoso a Matas que se avecina, del aeropuerto ruinoso el abuelito Fabra, de los estafados por las preferentes, de los desmanes del Duque Empalmado, de los que llevaron a España a la ruina, en fin. Últimamente, cuando Montoro sube a la tribuna de oradores resoplando como un miura no es para rendir cuentas de su gestión pública (que dicho sea de paso es un desastre) sino para montar un festival taurino tras otro, y solo le falta el bombero torero a su lado para que la corrida sea completa. Tanta testosterona política en el señor Montoro nos hace sospechar que ha sido el presidente-monchito (Rajoy es ya como ese muñecón de José Luis Moreno que pone ojos de madera y boca de marioneta en sus discursos televisados) quien le ha dado la orden de ponerse novillerete y encampanado. La mejor defensa es un buen ataque, así se desvían mejor las vergüenzas que se cuecen en la Agencia Tributaria. Y las vergüenzas no son otras que las purgas que el propio Montoro ha iniciado contra los inspectores que multan a las multinacionales del engaño, la caza de brujas que cual general McCarthy ha emprendido contra el nido de socialistas que solo él ve en sus febriles delirios anticomunistas, el escándalo secular de un país en el que sigue habiendo dos Haciendas (una para ricos y otra para pobres) al igual que hay dos Justicias (una para el robagallinas y otra para Blesa) dos Gobiernos (uno para la derecha económica de Bruselas y otro para el pueblo que se muere de hambre) dos Bancas (la que se lleva la pasta a Miami y la que manda a tomar por cofa al ciudadano que pide un miserable crédito) dos libros de contabilidad (el de Bárcenas y el otro) y en ese plan. En España todo es doble (después de la borrachera de dinero negro de los últimos años, lo normal es ver doble) y tenemos un ministro bravucón, bajito y chulito que está majando a los españoles a golpe de impuestazo injusto y facturón a todo gas, que ya hay millones de indigentes energéticos sin estufa y arrimados a la televisión, brasero de pobres. Hacienda es un invento de socialistas y de democracias suecas (tanto pagas, tantos servicios te ofrece el Estado de Bienestar) y por eso con Franco no había Hacienda, que toda la pasta estaba enterrada en el Valle de los Caídos y en el pazo de La Collares, que es quien llevaba los pantalones en la casa. Por eso, a nuestra derecha patria, con su ministro torete a la cabeza, le gusta tan poco que haya inspectores que anden metiendo sus narices en las cementeras del dinero negro. Faltaría más. Unos rojos de mierda no iban a amargarle la vida a los adictos al yate y la piscina. Montoro le corta las alas a unos funcionarios que solo cumplían con su trabajo de husmear en el gran capital y encima amenaza con airear los agujeros tributarios de los medios de comunicación. Está visto que un periodista que hace bien su trabajo es lo que más molesta al régimen pepero que nos mal gobierna. Montoro habla mucho de las deudas fiscales de los periódicos pero resulta que él tiene tres pisos en propiedad y no ha renunciado todavía (que sepamos) a los dos mil eurazos de vellón que da el Congreso por dietas de alojamiento y manutención. ¿No es eso acaso otro pufo monumental? Montoro, ese torito, ay torito bravo, tiene botines y no va descalzo. Descalzos y sin botines nos va a dejar a los españoles este ministro de colmillo retorcido y sonrisa usurera y nerviosa. Y todo porque seguimos votando al mismo señoritismo rampante de siempre, porque España es el único país del mundo donde los obreros son de derechas. Lo ha dicho muy bien Pérez Reverte. Lo de España solo lo arregla una buena guillotina en la Puerta del Sol. Aunque solo sea por asustar. 

Imagen: genoveses.blogspot.es

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