lunes, 24 de marzo de 2014

ELEGÍA A SUÁREZ


No ha muerto un hombre cualquiera, se nos ha muerto España. Porque España muere con Suárez y Suárez con España. Ya tiran de él los caballos, por madriles y jerónimos, ya lloran los leones de las Cortes, y miles de abrigos anónimos. Cuatro velas alumbran su cuerpo, desmemoriado pero digno, eso es lo que queda de una vida, cuatro velas y un muerto. Por el Salón de los Pasos Perdidos, pajarean mediocres y traidores, aprovechados y sirleros, abrazaderos y falsos amigos. En eso ha quedado España, la España fresca y joven que hiciste, en un velatorio de amigachos untados, en una cabaña de golfos que embisten. A sí mismos se llaman políticos, pero no te llegan ni a la suela, tú lo diste todo por el pueblo, y ellos... el que no corre vuela. Por el Salón de los Pasos Perdidos, andan los fantasmas en corrillo, esos son ya tus amigos, Mellado y Leopoldo, Fraga y tu querido Carrillo. Te criaste en la Falange, entre asesinos y fascistas, pero un as de libertad guardabas en la manga, y se la metiste doblada a los franquistas. Abjuraste del páter Franco, enterraste el Movimiento, fuiste más demócrata que muchos, que ahora te alaban con su aliento. La Transición fue todo un milagro, como el de la Santísima Trinidad: Juan Carlos rey y su delfín Adolfo, más un pueblo cantando libertad, libertad. A mil funerales fuiste, todos muertos de la tierra, y aguantaste los insultos, junto a las viudas negras de ETA. A la tumba te llevas tus secretos, las confesiones del Borbón y el tejerazo de Armada, pero nunca te fuiste de la mui, ni por un mal sobre ni por un trozo en la tajada. Los que hoy te lloran tantos lloros, tienen manos sucias de dinero y cemento, no aprendieron tu lección, Adolfo, aquello del puedo prometer y prometo. Muchos Suárez precisa España, en esta hora de hambre y maldad, pero tenemos lo que tenemos: Pujaltes, Florianos y Cospedal. Ay, Adolfo, ay, qué casta mansurrona y lanar, como decía el amigo Ortega, otro hombre de fiar. No te cuadraste ante nadie, ni ante el Rey ni ante la Guardia Civil, siempre fuiste un castellano astuto y honrado, templado y viril. En el Salón de los Pasos Perdidos, tu último discurso vas a dar, un discurso de silencio, de servicio a España, de dignidad. Se nos ha ido nuestro Lincoln de Ávila, sonrisa limpia y pitillote a todas horas, un comercial apuesto era, que se llevaba de calle a las señoras. Soñó una España moderna y demócrata, algo que no tuvimos jamás, lástima que la estén vendiendo todo a cien, entre Mariano y Mas. Mil años pasarán ahora, por la piel de toro pobre y curtida, y no nacerá otro Suárez, sino apóstoles de la mentira. Ya tiran de él los caballos, por madriles y jerónimos, ya lloran los leones de las Cortes, y miles de abrigos anónimos.

Imagen: Ballesteros/Efe

No hay comentarios:

Publicar un comentario