En solo un momento, a Pablo Iglesias se le ha desmandado el personal y ha tenido que dar un golpe de mano, asumiendo todo el poder. Se acabaron las alegrías y las asambleas, se acabó la movida jipi del 15M, se acabó la muchachada de porro y botellón en los garitos territoriales. A partir de ahora Podemos será un partido serio, como debe ser, institucionalizado, jerarquizado, vertical, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva. Habrá menos debate interno pero más orden. Menos libertad, pero más organización, coherencia y eficacia. Los tiempos de las asambleas populares en velódromos y casas de okupas se han terminado. El que no quiera quedarse que se largue con sus utopías, sus citas del Ché y sus libros marxistas. El país no está para veleidades filosóficas, sino que necesita de un Gobierno, más o menos estable, pero Gobierno; de un presidente con traje o sin él, pero presidente; de unos ministros, en coches oficiales o en bicicleta, pero ministros. El país necesita de la máquina rutinaria de la democracia, en fin. El cese del número 3 del partido, Sergio Pascual, era algo que se veía venir. Habían pasado demasiadas cosas. Dimisiones en bloque, filtraciones de informes, gallinero a todas horas, mamá Carmena a su aire, un pitorreo verbenero y vallecano. Iglesias no podía permitirlo ni un segundo más, estaba en juego la supervivencia del partido, por eso se lo ha cargado sin avisar. La imagen de cuadrilla de improvisados anarquistas que estaba dando Podemos-Madrid empezaba a desgastar su imagen y su electorado. Era un cante que no beneficiaba al proyecto. Un partido no puede subsistir sin una disciplina rígida, férrea, cruel, aunque nos duela reconocerlo. Primero el partido, después las ideas. Es el triunfo del sistema, de la ortodoxia, el principio de realidad de Marcuse. Iglesias y Errejón, más las doctrinas sudacas de Monedero, quisieron reinventar la política, el pueblo contra la casta, lo nuevo contra lo viejo, solo que la política es por definición algo viejo que viene del anciano Pericles donde ya está todo más que inventado. De esta noche de traiciones necesarias y cuchillos largos saldrán tres consecuencias que marcarán el futuro de Podemos: todo el poder para Iglesias, Errejón y los disidentes plegados al líder, el espíritu ingenuo, noble y jovial del movimiento ciudadano reciclado en gris aparato, en argamasa y cemento, en andamiaje de partido. Nada que no hayamos visto antes. Los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y después te cambian el programa, decía Jardiel. El programa de Podemos ya nos lo han cambiado. Habrá un antes y un después de esta purga siberiana. Atrás quedará el 15M, la gente sumándose a la causa en cada barrio, en cada pueblo, en cada ciudad, los ciudadanos tomando partido, la democracia brotando verde y fresca sobre el estiércol del Estado. Un hermoso sueño de ilusión y libertad. Que fue bonito mientras duró.
Imagen: Igepzio En Viñetas.
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