miércoles, 16 de marzo de 2016

LA ESPAÑA HAMBRIENTA


Va ya para tres meses, tres meses sin Gobierno, y qué quieren que les diga, no se vive tan mal. Los semáforos siguen funcionando, los trenes y autobuses no se han parado y se recogen las basuras cada noche religiosamente. El apocalipsis que muchos anunciaban no ha sucedido. El pueblo sigue buscándose las lentejas como ha hecho toda la vida, estirando la pensión de la abuela, jugando a la oca del minijob, sacando una sopa boba de la suela del zapato, en plan Chaplin. El gentío, la gente, la legión anónima de este país, sigue sobreviviendo a trancas y barrancas, como siempre ha sido, como siempre será, porque España es un enfermo crónico acostumbrado a sus recaídas y a sus fiebres mientras las elites se lo llevan fino y los borbones levitan ausentes en sesiones de yoga y cenas de lujo con los compis del liceo francés, menuda merde. Tres meses ya sin Gobierno, tres meses, y aquí no ha habido grandes cataclismos sociales, ni desabastecimientos en las tiendas, ni colapsos bancarios o revueltas callejeras. Todo funciona medianamente bien, o medianamente mal, que es como funcionan las cosas en España. El peatonal, el español de infantería y tropa rasa, siempre ha sido pobre, como muy bien dice Almudena Grandes, y tanto le da que gobiernen unos como que gobiernen otros, tanto le da un PP absolutísimo que un PSOE canijo trapicheando con Ciudadanos. Qué importa quién esté sentado en el poder haciendo juegos florales y discursos bizantinos, el país lleva su dinámica histórica propia, trágica, inexorable. La calle impone su ley y el pueblo sale cada mañana a buscarse el mendrugo de pan para sus hijos, a mendigar una ayuda utópica que nunca llega o a sentarse en el dique seco del astillero, los lunes al sol. Nada cambia nunca en esta España negra de bandoleros y miserias, y no hemos salido del XVII, cuando el oro de la Indias entraba a espuertas sin que el pueblo llano lo oliera siquiera. Tres meses ya sin Gobierno, tres meses, quién lo diría, y la vida sigue igual, como cantaba Julito, aquí no cambia nada, seguimos como siempre, seguimos como nunca. Los escándalos reventando como pústulas, Rajoy huido y declinado, los concejales tintineando los grilletes, los alcaldes entrando y saliendo del trullo, Rita escondida por ahí, los duques de Palma aireando sus vergüenzas, los banqueros forrándose con el dolor ajeno, las colas de hambrientos con la escudilla vacía y la Iglesia repartiendo las migajas del hambre y la resignación. Un pueblo que come de la mano de Dios es un pueblo dominado. España puede seguir así, desgobernada, anárquica, a su libre albedrío, tres meses más, tres años, tres siglos, lo que le echen, lo que haga falta, porque así ha sido siempre y así será, porque no hay ninguna diferencia entre no tener un Gobierno y tener un gobiernillo de quita y pon para salir del paso, que es el chollo del siglo que nos prometen ahora Sánchez/Rivera. Qué más da lo que firmen PSOE/Ciudadanos, será otro parche para salir del paso, otro apaño para ir tirando una legislatura rutinaria, y al final estaremos como hemos estado siempre, solos, ninguneados, abandonados a nuestra suerte. El pueblo, que ya se ha acostumbrado a los reyes que no reinan, a los presidentes que no presiden, a los ministros que no administran y a los funcionarios que no funcionan, no nota la falta de Gobierno, ni le preocupa, ni le interesa para nada. El pueblo vive ya al día, o mejor malvive, y prefiere que lo dejen en paz con su infortunio secular, que dejen de marearlo con nuevas falsas promesas y pactos solemnes que no llevan a ninguna parte. Porque España siempre ha sido eso: un maldito solar. Con Gobierno y sin Gobierno.

Viñeta: El Koko Parrilla

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