domingo, 18 de junio de 2017

DE FANDIÑO, ABANICOS Y EL VIOLADOR DEL ASCENSOR


La muerte del torero Iván Fandiño, lamentable como la de cualquier ser humano, no viene sino a confirmar algo que es de pura lógica: los toros son una fiesta bárbara y macabra que no tiene ningún sentido en pleno siglo XXI. Quien paga una entrada para asistir a un espectáculo taurino lo hace sabiendo lo que va a ver: una exaltación de la muerte violenta. Las corridas de toros son éticamente reprobables, no solo porque en ellas se maltrata hasta matarlo a un animal inocente que lucha en inferioridad de condiciones con el hombre, sino porque también se pone en peligro la vida humana. Imaginemos por un momento una fiesta o una atracción ferial en la que se juegue con la salud y la integridad de las personas. Sería prohibida al instante. Por eso, la tauromaquia no solo es una aberración desde el punto de vista moral, sino que siendo sinceros no debería pasar una mínima inspección sanitaria.

Rajoy se empeña en dibujar una España de cuento de hadas que solo existe en su delirio pero al final, como no podía ser de otra manera, la realidad termina imponiéndose en toda su crudeza, derritiendo las mentiras del señor presidente. Lo de los escolares que caen fulminados por la ola de calor en nuestras escuelas no puede ser calificado más que de situación tercermundista. En el colmo de la desvergüenza, el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Jesús Sánchez Martos, descarta instalar aire acondicionado en las aulas, alegando quizá falta de presupuesto, e invita a los alumnos a fabricar los abanicos de papel de toda la vida para refrescarse. "Dobla, dobla...", aconseja cínicamente a los alumnos, como si la miseria pudiera taparse con la papiroflexia. No nos extraña nada que no haya dinero para la escuela pública. Los púnicos de Granados lo saquearon todo. "Dobla, dobla...". Ustedes sí que han doblado, señor Martos. Pero billetes de 500.

Tenía que haber salido de prisión en el año 2023 pero ya estaba en la calle en aplicación del final de la doctrina Parot. La Policía ha vuelto a detener, una vez más, a Pedro Luis Gallego, conocido como el "violador del ascensor". Los agentes buscaban a este hombre después de que, a punta de pistola, raptara a dos mujeres en el distrito madrileño de Fuencarral-El Pardo, muy cerca del hospital La Paz. Después de secuestrar a las víctimas las llevó a un lugar apartado y las violó impunemente. Dicen los expertos que lo volverá a hacer una y otra vez, ya que su condición le empuja a ello de forma irresistible. Parece urgente una reforma de la ley para que los psicópatas multirreincidentes y asesinos machistas cumplan íntegramente sus penas. Muchas mujeres lo agradecerán.

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