"Para que nosotros gobernemos, necesitamos ponernos de acuerdo con el
PSOE, y para que el PSOE gobierne necesita ponerse de acuerdo con
nosotros", ha dicho Pablo Iglesias tras su reunión con Pedro Sánchez, en
la que los líderes de ambos partidos buscan una "agenda común" para
desmantelar las políticas del PP. Se han perdido meses muy valiosos,
pero finalmente ambos han aparcado sus cuitas personales y se han puesto
a trabajar. Pues bienvenido sea. Son más los puntos de coinci
dencia
que las diferencias que los separan. Ni Podemos ni el PSOE deberían
tener ningún problema a la hora de pactar una política económica común
que ponga freno al capitalismo salvaje, que fije una renta básica para
jóvenes, parados de larga duración y personas en riesgo de exclusión
social y que frene los recortes y otros desmanes, invirtiendo en más y
mejores servicios de calidad. Hoy el intervencionismo del Estado que
garantice unos mínimos ciudadanos es más necesario que nunca. En la
lucha contra la corrupción del PP también hay consenso entre ambas
formaciones, así como en el objetivo de desalojar a Mariano Rajoy de la
Moncloa, un presidente del Gobierno contaminado de escándalos que
debería haber dimitido hace ya mucho tiempo. Otra cuestión distinta será
el modelo de Estado, donde tanto Iglesias como Sánchez tendrán que
ceder si quieren llegar a algún tipo de pacto. De cualquier forma, hay
que aplaudir el paso en pos del entendimiento que han dado hoy, y que
era absolutamente necesario. La izquierda de este país, desarbolada
durante tanto tiempo, lo necesitaba como agua de mayo. Siguiente
estación: un Gobierno de cambio y de progreso.
En 2011 la hucha de las pensiones contaba con 66.815 millones de
remanente; hoy, la cifra apenas llega a los 11.602 y sigue bajando de
forma alarmante. El Gobierno del PP se ha fundido ya más del 80% del
fondo de reserva y ayer tuvo que inyectar un préstamo de 10.192 millones
a la Seguridad Social para pagar las pagas extras sin agotar las
existencias. En esto queda la tantas veces calificada como "brillante"
gestión económica del PP, en eso queda el "milagro" de la derecha y
sus cómplices las grandes multinacionales del Ibex 35. Un sistema
público de pensiones en quiebra, un ministro de Hacienda reprobado por
el Constitucional por su infame amnistía fiscal, un Estado de Bienestar
completamente desmantelado. Y el dinero de los españoles que se ha
evaporado con la corrupción y que sigue sin aparecer. Estará en cuentas
privadas en Suiza, a buen recaudo, sin que nadie lo reclame. Pero
tendremos que seguir tragando con que es la derecha la que sabe de
números en este país.
Primero promulga una amnistía fiscal para salvar a los grandes
defraudadores y ahora propone un acuerdo de todos los partidos para
"prohibirla por ley"; primero le pone un cebo a los "pececitos" para que
piquen y se vayan de rositas y ahora exige mano dura con ellos; primero
dice que los socialistas son los que más defraudan al fisco y ahora
reconoce que en todos los partidos cuecen habas, incluso en el suyo.
Tendremos que dejar de llamarlo Montoro para empezar a llamarlo
Momporro.
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