martes, 16 de abril de 2013

EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES


Ay pena, penita, pena. Veinticuatro meses de pena. La Panto sentenciá, condená, arrastrá. Dos años por blanqueo de capitales, dos años de trena por lavar billetes más blancos que Ariel. De novia de España a Blanqueanieves de Alhaurín de la Torre, aunque al final se vaya de rositas y no pruebe el hierro amargo de las rejas. No importa que se libre del trullo sórdido. Hoy ya tuvo su cárcel de vergüenza, su penitencia televisada por choricilla declarada. Para la Historia quedará su salida trágica y gloriosa del juzgado tras escuchar el veredicto, su paseíllo funesto hasta el coche de luto, su linchamiento público ante las cámaras del mundo. Perseguida por detractores y plañideras, zarandeada por fans, picoletos y paparazzi, devorada, en fin, por los mismos pantojistas que la encumbraron al Olimpo. Ni Billy Wilder hubiera imaginado un final mejor para este crepúsculo de dioses que es el caso Malaya. Ahora la Panto ya sabe quién es en realidad, "yo soy ésa", la Gloria Swanson decadente de Marbella, la diva del ladrillo que baja la escalinata del escarnio. Ha sido el final más glorioso para un bolero de peinetas y cuernos, de bragueteos y maletines codiciosos, de gitanas fugitivas y alcaldes engominados, paqueteros, trincones.  
Ay pena, penita, pena. Dos años de pena. Poco nos parece para tanto robo, para tanto escándalo, aunque es verdad que ayer se cayó un mito para siempre. La diva devorada por su público caníbal, el linchamiento, los abucheos, los tirones de pelo, el vahído, el desmayo. Despeinada, desgarrada, llorosa y desnuda de mentiras en la parte trasera del coche. Se ha librado de la cárcel pero ha terminado en bragas, consumida en la hoguera de las vanidades. Ha sido la inmolación de la reina ante su pueblo fiero, ibérico, bárbaro. Ha sido el martirio de la diosa ante los escrachistas fanáticos de la copla. ¿Dónde estaba tu Julián Muñoz Palomo? El palomo ya no vuela, ni largo ni cojo, ya duerme condenas en su celda de olvido. ¿Gitana, tú me quieres? Gitano, te quiero pero lejos. Julián e Isabel, Isabel y Julián. Amor inmobiliario bajo un sol sucio, follisqueo furtivo sobre un catre de sacas millonarias, borrachera de dinero negro y vino rociero. Son el Bonnie and Clyde de la última España violada, asaltada, saqueada. Juntitos los dos se han corrido corridas y fiestas, se han dado a la dulce luna andalusí entre copas y coplas. Ahora llega el momento de pagar con cárceles y multas. Para sí quisiera Bárcenas la pena suave que le ha caído a la tonadillera. Ya se conformaría Urdangarín con dos años a la sombra. ¿Dónde hay que firmar?, se preguntaría el Rey sobre su yerno.              
Ay pena, penita, pena. La Panto tenía que haberse retirado guapa y digna, a tiempo, como Marisol, que es nuestra Greta Garbo siempre bella y misteriosa. Pero no. Se dio al pelotazo malo, verbenero, cañí. Dicen que va a seguir cantando sus bolos viejos pese a la condena. Hay que pagar el millón de la sentencia y Cantora no da más fianza. Se pondrá el clavel, hará el quejío y dará la patada del desprecio para engatusar a algún alcalde virgen de delitos o a algún torero macho. Pero ni Paquirrín se cree ya sus falsos cuplés. Maldito parné.          

Imagen: Vizcarra

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