Ay pena, penita, pena. Dos años de pena. Poco nos parece para tanto robo, para tanto escándalo, aunque es verdad que ayer se cayó un mito para siempre. La diva devorada por su público caníbal, el linchamiento, los abucheos, los tirones de pelo, el vahído, el desmayo. Despeinada, desgarrada, llorosa y desnuda de mentiras en la parte trasera del coche. Se ha librado de la cárcel pero ha terminado en bragas, consumida en la hoguera de las vanidades. Ha sido la inmolación de la reina ante su pueblo fiero, ibérico, bárbaro. Ha sido el martirio de la diosa ante los escrachistas fanáticos de la copla. ¿Dónde estaba tu Julián Muñoz Palomo? El palomo ya no vuela, ni largo ni cojo, ya duerme condenas en su celda de olvido. ¿Gitana, tú me quieres? Gitano, te quiero pero lejos. Julián e Isabel, Isabel y Julián. Amor inmobiliario bajo un sol sucio, follisqueo furtivo sobre un catre de sacas millonarias, borrachera de dinero negro y vino rociero. Son el Bonnie and Clyde de la última España violada, asaltada, saqueada. Juntitos los dos se han corrido corridas y fiestas, se han dado a la dulce luna andalusí entre copas y coplas. Ahora llega el momento de pagar con cárceles y multas. Para sí quisiera Bárcenas la pena suave que le ha caído a la tonadillera. Ya se conformaría Urdangarín con dos años a la sombra. ¿Dónde hay que firmar?, se preguntaría el Rey sobre su yerno.
Ay pena, penita, pena. La Panto tenía que haberse retirado guapa y digna, a tiempo, como Marisol, que es nuestra Greta Garbo siempre bella y misteriosa. Pero no. Se dio al pelotazo malo, verbenero, cañí. Dicen que va a seguir cantando sus bolos viejos pese a la condena. Hay que pagar el millón de la sentencia y Cantora no da más fianza. Se pondrá el clavel, hará el quejío y dará la patada del desprecio para engatusar a algún alcalde virgen de delitos o a algún torero macho. Pero ni Paquirrín se cree ya sus falsos cuplés. Maldito parné.
Imagen: Vizcarra
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