martes, 23 de abril de 2013

OLVIDO ENSEÑA EL HORMIGO


Anda media España escandalizada porque la ex concejal socialista Olvido Hormigos se ha destetado en el Interviú. A uno le llama poderosamente la atención que una señora que enseña el culo, las asentaderas, el nalgatorio o tafanario siga conmocionando, como en los mejores años del destape setentero, a este país reprimido e hipócrita. En Los Yébenes, donde estalló este drama lorquiano posmoderno, unos no ven mal que la chica haya decidido sacarle un puñado de parné a su cuerpo serrano, mientras que otras vecindonas enlutadas, más dadas al ludibrio público, la tildan directamente de guarra guarrísima. Eso sí, en el pueblo todos andan por la calle con la revista morbosa bajo el brazo, de cotilleo en cotilleo y de bar en bar, lo cual denota que en este país se follisca poco, se hace el amor los sábados por la noche, con la luz apagada (y gracias) y hay más hambre que en la cola del paro después de una reforma laboral de Rajoy.

Hay que recordar, por si queda alguien que no está al loro, que Olvido es esa mujer (casada para más morbo) que se autograbó haciéndose un dedo y que envió el porno casero, como ofrenda clandestina de amor, a su amante futbolista. Luego parece ser que el chorbo difundió la película por Internet, haciendo bueno el nocivo dicho hispano de que el triunfo no es zumbarse a la chai, sino contarlo al día siguiente a los amigotes de la oficina. Solo que ahora la oficina no es un lugar físico, sino virtual, global, y la película erótica de Olvido la ha visto hasta el último cabrero de Sierra Espuña. El juez ya ha sentenciado que no hay delito contra la intimidad en la difusión del vídeo, pero eso no es lo que nos ocupa aquí. Lo esencial, lo principal, lo sorprendente es que una España supuestamente liberada que toma la viagra, que vibra con consoladores talla XXL, que anuncia condones televisivos en horario infantil, que se anilla el pubis y que juega al balansé con sexyboys y escorts de silicona siga paralizándose porque una señora mueva su cucu para su enamorado o para una revista sensacionalista, me da igual. Lo fundamental es que la movida de Olvido importa más que la prima de riesgo, que los cinco millones de parados, que los bombazos de Boston, que los butroneos de Bárcenas, que el nuevo recortazo que prepara la Merkel, y en ese plan. Cuando la noticia fuerte de un magacín de tarde es que una buena moza, aunque sea sociata, enseña el muslamen (y lo otro) como hacían las grandes divas del destape español, es que no hemos salido aún de la Transición y la imagen perturbadora de Victoria Vera cabalgando a pelo sobre los rescoldos del franquismo está más viva que nunca en el inconsciente colectivo. Puede que la fotografía de Olvido en cueros no sea más que el fetiche erótico y goyesco que cada español salido lleva grabado en el seso y en el sexo por los siglos de los siglos; la obsesión reprimida y ancestral del íbero primitivo que babea secularmente, desde las Cuevas de Altamira, ante una jamona venusina; el trauma de cuarenta años de represión franquista que no logramos superar por mucha pornografía y mucho bragueteo Sálvame de Luxe que hayamos consumido en estas tres décadas de democracia blanda. El pecado nacional no es la envidia, es el oscuro objeto del deseo buñueliano que anida en la conciencia profunda del español, el impulso killer de torito bravo, que decía el Fary, el instinto semental que le empuja a montar a la hembra y a atravesarla ciega y homicidamente. Todo español lleva dentro un aldeano con boina y cara de sátiro a medio afeitar que sigue poniéndose ceguerón de vicio cuando ve a una mujer desnuda. Olvido, te lo llevas crudo enseñando el hormigo. Pues olé tus ovarios.                            
    

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