jueves, 2 de julio de 2020

CONSPIRACIÓN EN BRUSELAS


(Publicado en Diario16 el 28 de junio de 2020)

Últimamente, Pablo Casado se ha convertido en un funambulista político que camina peligrosamente por el alambre. Su estrategia para llegar al poder a toda costa le lleva a ejercicios imposibles, como decir una cosa y su contraria en menos de veinticuatro horas. Así, un día conspira en Bruselas para que a Pedro Sánchez le vaya mal (echando por tierra la imagen del país) y al siguiente le toca ir a la Plaza de Toros de Pontevedra –en plena campaña electoral a las gallegas− para vender que el PP es un partido de Estado que siempre arrima el hombro, hasta en las circunstancias más duras como es una pandemia.
Casado primero echa el borrón y luego tiene que limpiar la mancha. Casado quiere estar en misa (o sea intrigando con los partidos xenófobos europeos) y repicando, es decir, aparentando ser un estadista de talla. Ayer mismo, y tras el escándalo que se ha montado al airearse sus intrigas con la derecha xenófoba europea, se vio obligado a reivindicar el PP como “un partido de Estado” que apoya a España en Bruselas en todo momento. Por supuesto, nada dijo del infame informe que ordenó elaborar a Dolors Montserrat para que todo el mundo en el viejo continente, desde París a Varsovia, sepa quién es Pedro Sánchez. El texto ha llegado a los grupos conservadores europeos, a los gobiernos más xenófobos y populistas, e incluso al comisario de Justicia, el belga Didier Reynders. En ese libelo redactado con la pluma del peor antipatriota, el Partido Popular llega a poner en cuestión el Estado de Derecho en España (colocando nuestra democracia a la altura de las dictaduras bananeras) e incluso acusa al Ejecutivo Sánchez de querer encubrir las cifras oficiales de la pandemia, que colocan a nuestro país entre los que sufren “un mayor número de muertes en términos relativos”.
La maniobra fue una conspiración en toda regla en el momento más sensible para España, justo cuando se estaban negociando los fondos de Bruselas para la recuperación económica y cuando el presidente del Gobierno español estaba tratando de colocar a Nadia Calviño al frente de la Presidencia del Eurogrupo. Sin embargo, a Casado esta vez le ha salido el tiro por la culata. El ‘informe Montserrat’, que cuestiona la democracia en nuestro país, es tan tóxico y perjudicial para los intereses de España que hasta líderes independentistas piensan utilizarlo ya para quejarse en Europa de la persecución totalitaria a la que están siendo sometidos por parte del Estado español. “¿Cómo vas a pedir que se juzgue a Carles Puigdemont si estás poniendo en cuestión el Estado de Derecho en España?”, se preguntan fuentes comunitarias citadas por diarios españoles de tirada nacional: “¿Y se lo envías al comisario de Justicia belga que debe ayudarte con la reforma de la euroorden?”, insisten extrañadas las citadas fuentes.
De momento, Puigdemont ya ha dado orden a sus abogados para que utilicen el informe de marras del PP como prueba de cargo de que en España no se respetan los derechos humanos, tal como alegan los populares. El documento podría convertirse en un arma fundamental para el líder soberanista catalán en el proceso sobre su suplicatorio que debe ser debatido y votado en la Eurocámara, donde se decidirá si se le despoja de la inmunidad parlamentaria para que sea juzgado por sedición.
A poco que uno lee las 13 páginas del famoso informe, se da cuenta del inmenso disparate que ha cometido Casado esta vez. Bajo el título Evaluación de las medidas aplicadas en España durante el Estado de alarma, el texto señala: “Este documento expresa una preocupación fundada en el caso específico de la acción del Gobierno español. La persistencia de instrumentos constitucionales de excepción más allá de lo razonable, el ejercicio del llamado ‘mando único’ a través de reglas administrativas de bajo rango que, sin embargo, también suponen una intrusión grave en la esfera de los derechos económicos y civiles de los ciudadanos, así como el deterioro de la capacidad del Parlamento como instancia de control democrático son algunos de los aspectos que se analizan a continuación”.
No hay que ser un experto constitucionalista para concluir que lo que Casado ha llevado a Bruselas es el negativo de una foto, la falsa radiografía con la que el PP trata de hacer pasar a España por un país chavista, bolivariano y totalitario que no respeta los derechos y libertades. Pero todavía hay más: “El último ejemplo (hasta ahora) de la falta de transparencia del Gobierno español se puede encontrar en la decisión unilateral e injustificada tomada el 25 de mayo de cambiar los criterios para contar el número de muertes, de modo que, de un día para otro, se han registrado 1.918 muertes por coronavirus menos. El problema no es menor, porque la alteración con series anteriores impide una evaluación ponderada de la evolución de la epidemia y parece no tener otro propósito que encubrir cifras que colocan a España entre los países con el mayor número de muertes en términos relativos”. En ese párrafo, el partido de Casado se chiva y se queja ante los jerarcas de Bruselas de que España es un país atrasado que ni siquiera sabe contar a sus muertos.
Nada más conocerse la existencia del antipatriótico informe, la presidenta de los socialistas europeos, Iratxe García, reaccionó con vehemencia e insinuó que el PP se ha puesto de lado de los holandeses y otros euroescépticos que niegan las ayudas para la reconstrucción a nuestro país: “Hemos denunciado las maniobras de los eurodiputados del PP para manchar la reputación y dañar la imagen y el prestigio de España en las instituciones europeas, en un momento delicado y crucial para la Unión Europea, y pasando por encima de los intereses de la ciudadanía española. Lamentamos que el odio ciego a un Gobierno elegido en las urnas les lleve tanto a intentar debilitar a nuestro país ante la Comisión Europea, extendiendo una sombra de duda sobre su gestión de esta pandemia, como a sumarse al grupo de países llamados frugales, que son quienes más están cuestionando el Fondo de Recuperación europeo tras la covid-19 y defienden que las ayudas sean en forma de créditos y sujetos a dura condicionalidad”.
La ambición de poder y la obsesión enfermiza con Sánchez hizo que Casado se pasara de frenada esta vez. Por eso ayer, en el mitin ante el moderado y siempre eficaz Núñez Feijóo, quiso reparar lo que ya era irreparable. En medio de su discurso, se refirió a las “tergiversaciones” del PSOE y trató de convencer a todo el mundo de que el PP está “apoyando a España en la UE”, desde comisarios a primeros ministros populares. “Y cuando una persona se presenta a un puesto europeo de relevancia, el PP lo apoya, a diferencia de lo que hicieron con compañeros nuestros. Nosotros no somos así. No pido que nos lo agradezcan, pero al menos que no tergiversen y manipulen”, dijo en un alegato que sonó casi a una disculpa. El problema es que Dolors Montserrat ya ha pulsado la tecla de enter de su ordenador y el papelajo traidor ha llegado a los despachos de Bruselas. De allí va pasando de mano en mano, entre la extrema derecha europea, para hazmerreír y descrédito de España. No sabemos en qué máster aprendió Casado la lección de patriotismo. Pero mucho nos tememos que no la asimiló bien.

Viñeta: Artsenal

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