martes, 28 de julio de 2020

VILLAREJO DESENCADENADO


(Publicado en Diario16 el 28 de julio de 2020)

El comisario Villarejo va a por todas. Sabe que tiene por delante un horizonte judicial de lo más negro y ha decidido morir matando, como los gladiadores romanos. No piensa guardarse nada, ninguna bala en la recámara, así reviente el país. En una carta remitida por sus abogados a Europa Press, el policía jubilado y en prisión provisional ha anunciado que tiene previsto pedir su “autoincriminación” en 25 investigaciones de la macrocausa Tándem, en la que él es el principal imputado. De ahí saldrían, según el comisario encarcelado, más de cien piezas en las que desea testificar para seguir tirando de la manta. Estaríamos, por tanto, ante la madre de todos los juicios, el Armagedón judicial definitivo, la traca final que haría saltar el sistema por los cuatro costados.
José Manuel Villarejo tiene grabaciones de todo aquel o aquella que ha desempeñado un papel importante en la política, en la economía y en la vida social del país en las últimas décadas. En sus audios está perfectamente registrada toda la podredumbre que ha circulado por las cloacas del Estado en los años de la restauración borbónica. El rey emérito ha podido comprobar por sí mismo cómo se las gasta el comisario. Villarejo nunca va de farol. “Si esto va a ser una causa general, que lo sea realmente, y no esta patraña en la se excluyen a los amigos y protegidos, como podrán comprobar muy pronto. Yo no tengo nada que ocultar. Ardo en deseos de poder hablar por primera vez y de poder ser oído. Eso, a pesar de que Pedro Sánchez y varios de sus ministros, ignorando mi derecho a un juicio justo, ya me hayan condenado, considerándome culpable sin ningún tipo de opción”, asegura en su comunicado-bomba. “Lo siento mucho por los casi cien imputados que ya me acompañan. Poco se podrá hacer frente al ‘Archivo Jano’ y su control de togas, teniendo a una élite judicial secuestrada por secretos inconfesables e impelida a perpetrar actuaciones como el espectáculo dantesco de juzgarme el 18 de septiembre por videoconferencia, como si fuera un episodio de teleñecos”, ironiza en referencia al próximo juicio que se le viene encima, en el que el ex director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Félix Sanz Roldán le acusa de calumnias y denuncia falsa.
Está claro que el comisario tiene la caja de Pandora entre sus manos y piensa utilizarla. Las élites aristocráticas de este país tiemblan, los grandes banqueros tiemblan, los políticos en activo y los ya retirados tiemblan también. Al lado de la furia y el ánimo de revancha de Villarejo, el poder destructor de la pandemia de coronavirus es una simple anécdota. España entera contiene la respiración ante lo que pueda salir de esos archivos policiales secretos. Fueron demasiados años de pelotazos, de corruptelas, de cloacas. Y el sistema ya no da para más, ya no es capaz de digerir tanta basura. El vómito lo inundará todo.
En su carta, el comisario arremete contra Pablo Iglesias, al que considera el gran controlador del sumario Tándem para destruir el Régimen del 78. Para el policía, la causa contra él “no es más que un río revuelto por los tejemanejes de Podemos” y de todos los que, empezando por el sistema judicial, representan y promueven tendencias “antipatriotas”. Por eso se siente como “el Conde de Montecristo”, por eso se ve a sí mismo como un inocente recluido para que no pueda hablar y al que quieren encerrar de por vida. Su sentencia estaría dictada de antemano, su suerte echada. La paranoia del falso culpable. Mientras tanto, quedaría impune la mayor corrupción del “poder absoluto”, ya que no hay “mayor ignominia que aparentar un Estado de Derecho”.
Y para rematar su comunicado, un mensaje directo para la Corona. Villarejo atribuye el calvario por el que está pasando el rey emérito a los “desgraciados y obtusos consejos de Sanz Roldán” [exjefe de los Servicios Secretos españoles] y sugiere que hay más material contra la Casa Real. En ese párrafo aparece el Villarejo patriota, el hombre que aún se cree un héroe de la lucha contra ETA, el flamante condecorado caído en desgracia. Es entonces cuando advierte de los males y amenazas que supuestamente acechan a la patria: el comunismo, la República, el demonio bolchevique… Solo que su discurso ideológico-político ya no cuela porque Villarejo está en prisión por lo que está, no por ser un abnegado y valiente agente dispuesto a darlo todo por la patria sino por llevárselo crudo. El comisario tiene la verdad entre sus manos, los archivos, los audios, los documentos, la historia más negra de la España de hoy, eso es cierto. Cuenta con un póquer de pruebas demoledoras a buen recaudo y que probablemente sean de la máxima fiabilidad. Pero él falla en lo esencial, en la credibilidad, en su capacidad para convencer a la opinión pública de que es algo más que un policía de moral distraída que se dejó seducir por la dolce vita, un tipo al que han querido volver loco tras obligarlo a comerse tres años de cárcel. Nadie pondrá la mano en el fuego por un hombre que cuenta batallitas de la prehistoria, de la Era Precovid, y que pretendía hacerse rico con sus presuntos chanchullos y espionajes policiales entre Ferraris, comilonas, maletines y señoritas de bandera. La Justicia va a actuar y pondrá a cada cual en su sitio, que a nadie le quepa la menor duda. Al rey emérito, a la señora Larsen y al inefable comisario. Todos responderán según la ley y según sus actos. Todos podrán explicar su verdad el día que tenga lugar un juicio justo. Y ningún chantaje de un madero jubilado que acumuló el máximo poder y lo empleó para el mal va a conseguir poner de rodillas al Estado de Derecho.

Viñeta: Pedro Parrilla

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