(Publicado en Diario16 el 28 de marzo de 2023)
La ola de puritanismo está causando auténticos estragos en las escuelas norteamericanas. En las últimas horas la directora de un colegio de Florida ha sido despedida por enseñarle el David de Miguel Ángel a los alumnos de 11 y 12 años. Son las consecuencias de las políticas retrógradas del gobernador Ron DeSantis, uno de los nuevos hombres fuertes del Partido Republicano. A este señor se le debe que los planes de estudio hayan corregido los libros de Matemáticas porque supuestamente son redactados por izquierdistas, la revisión de la historia del racismo en América (convirtiendo a los blancos en víctimas y a los negros en verdugos) y el retorno de la censura a las clases de educación sexual. O sea, el famoso pin parental que en España ya funciona en algunas regiones gobernadas por el bifachito PP/Vox como Murcia, donde los padres son avisados con siete días de antelación cuando una asignatura se les antoja adoctrinadora.
Lo de prohibir el David de Miguel Ángel a los estudiantes es solo un paso más en la deriva mojigata en la que ha caído Estados Unidos tras la irrupción del trumpismo ultraconservador. Y no es lo más grave. En algunas escuelas hace tiempo que se enseña la teoría del creacionismo, es decir, una corriente teológica según la cual Dios hizo el mundo de la nada. En algunos estados, estudiar a Darwin empieza a ser peligroso y todo aquel que se atreve a decir que el hombre viene del mono puede verse en serios problemas con sus vecinos. Las hordas fanatizadas tienen ojos y oídos en todas partes y el darwinista se expone a que un grupo de Proud Boys lo acorrale en un callejón, lo ponga de rodillas y le obligue a recitar unos cuantos salmos de la Biblia, el libro que ha desplazado a la ley constitucional desde que Trump se fotografiara con él ante la iglesia de San John de Washington aquel día en que miles de ciudadanos indignados salieron a la calle a protestar contra la violencia supremacista policial.
Intentar explicarle a un trumpista que el David no tiene nada de obsceno o pornográfico es inútil. Hace tiempo que en Yanquilandia se puede comprar el silencio de una actriz porno, como ha hecho Trump con Stormy Daniels, pero no se puede enseñar ciencia y arte en los colegios públicos por ser constitutivo de delito. El magnate pelopaja ya ha advertido que habrá “muerte y destrucción” si le imputan por el caso Stormy, anunciando el estallido de una guerra civil entre norteamericanos. Todo en ese país se ha salido de madre. El David fue la obra maestra del Renacimiento, esa época de la historia en la que se propagaban las ideas del humanismo, el hombre como medida de todas las cosas frente a un Dios terrorífico y vengador, la razón frente al dogma de la religión. La luz frente a la oscuridad. La fuerza de la libertad frente al poderoso opresor que queda intencionadamente fuera de plano (por tamaño y poderío económico, el gigante Goliat bien podría ser el mismísimo Trump). Quizá por eso la escultura no gusta a la fanatizada, escandalizada y mojigata gleba trumpista, que ve en el David a un señor en pelotas y poco más. Esta vez ni siquiera le han puesto la hoja de parra, como hacían las horterillas del Ejército de Salvación. Han metido a Miguel Ángel en el armario y a otra cosa.
La ignorancia no consiste solo en lo que no se sabe, sino en lo que no se quiere aprender. La ignorancia es la ceguera voluntaria del conocimiento. Una venda obtusa en la mente. El David recrea el triunfo de la inteligencia y la virtud sobre la fuerza bruta tan de moda en las nuevas corrientes neofascistas deshumanizadas. Es pura exaltación de la belleza y de la grandeza del cuerpo humano. Un pibón musculado que hoy sería portada de cualquier revista de salud masculina para escándalo de los evangelistas más ultras. Su mirada desafiante invita al espectador a romper las cadenas, los miedos, los prejuicios. El hecho de esculpir un desnudo fue toda una declaración de intenciones de Miguel Ángel, el gran homosexual de la historia. Un aviso a los obispos y clérigos del Vaticano con los que se codeaba, un mensaje para las futuras generaciones, a las que quiso alertar sobre el peligro de la gazmoñería, la hipocresía y la intolerancia que siempre acaban retornando. El joven personaje esculpido posee la dignidad de la razón representada en sus medidas canónicas perfectas (la desproporción del cabezón fue deliberadamente buscada por el propio autor, que pretendía lograr el efecto de la grandiosidad en quien contempla la escultura desde abajo). La valentía del que va a afrontar un combate contra un enemigo poderoso solo con sus manos y una honda lanza un mensaje de insumisión. Pocas obras tan revolucionarias, y eso es lo que acompleja al establishment ultraconservador yanqui de nuestros días. Hasta el contexto histórico en el que fue esculpida la estatua –después de que los florentinos se levantaran contra los Medici y los Estados Pontificios–, aporta jugosas claves sobre el mundo de hoy. En efecto, el David invita al pueblo a rebelarse contra la opresión de gente absurda como Trump, que lleva dentro de sí un peligroso tirano dispuesto a enviar a sus bárbaros contra el sagrado templo de la democracia.
Puede parecer una simple anécdota que una directora de colegio sea expulsada por dar a conocer a sus alumnos esta maravilla del arte universal. Pero es una de las noticias más dramáticas que se han escuchado últimamente. Tratar de tapar una obra maestra bajo una sábana, mediante una abominable censura, es el primer paso para llegar a un régimen dictatorial. Puro nazismo.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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