(Publicado en Diario16 el 2 de marzo de 2023)
Marco Antonio Navarro Tacoronte, el presunto mediador del caso Tito Berni, apunta no solo al PSOE, sino también al PP a la hora de denunciar los asuntos turbios que se estaban cocinando en Canarias. En una entrevista en la emisora local Xanadú Radio, ha amenazado con “sacar a pasear al Ayuntamiento de Los Realejos (Tenerife)”, en manos de los populares. ¿Qué ha pasado en aquel municipio que de la noche a la mañana se ha colocado en las portadas de los periódicos? Poco se sabe hasta la fecha, salvo que Navarro estaría dispuesto a tirar de la manta. De modo que mientras Cuca Gamarra promueve comisiones de investigación en el Parlamento y se frota las manos con un casillo de provincias que pretende convertir en el nuevo caso Roldán, para asestarle el golpe mortal a Pedro Sánchez, hay un presunto mediador que sugiere a los populares que vayan piano piano, no vaya a ser que la estrategia acabe volviéndose contra ellos.
En las últimas horas Feijóo ha dado la orden de hostigar al Gobierno de coalición por tierra, mar y aire a cuenta del caso Tito Berni. Quiere saber la identidad de “los 15 del Ramsés”, el ya famoso restaurante donde los implicados quedaban para cenar. Está claro que el asunto tiene la suficiente enjundia como para sacarle el máximo jugo electoral. Hay dinero, mordidas, sobornos, prostitutas, clubes de fútbol (y de los otros) churumbeles, droga y hasta un general retirado de la Guardia Civil, quien según El País “ocultaba 61.110 euros en una caja de zapatos y escondidos entre la ropa”. Con semejantes ingredientes, el PP no podía quedarse callado ni quieto a la hora de aparecer como el gran adalid de la limpieza y la regeneración democrática de este país.
En Génova están convencidos de que el caso Mediador puede ser la trama Gürtel del PSOE, la losa definitiva que podría enterrar a Sánchez en la próxima moción de censura que prepara Vox. Creen que si a Mariano Rajoy se lo llevaron por delante los vientos gurtelianos, al presidente socialista lo podrían tumbar los alisios que soplan fuertemente desde las Islas Afortunadas. En realidad, y aunque Feijóo olfatee ya el puñado de votos que le puede sacar al affaire, ambas historias no se parecen en nada. Gürtel fue un gran entramado multinacional, sistemático e institucionalizado, con ramificaciones en toda España y decenas de empresarios y políticos implicados, mientras que el caso Mediador apunta a una cosa de cuatro pícaros de pueblo puestos en común para forrarse y pasárselo bien en sus fiestas y orgías. Es cierto que la investigación se encuentra en un momento incipiente y que el escándalo podría terminar salpicando a otros diputados socialistas en Madrid, pero hasta el momento no hay un solo dato que nos lleve a pensar que nos encontramos ante algo organizado desde el partido para financiarse ilegalmente (eso es, precisamente, lo que fue la red Gürtel). Ni siquiera las cantidades que se manejaron en uno y otro episodio se asemejan por casualidad. El tinglado que acabó con la carrera política de Rajoy en aquella histórica moción de censura llegó a mover millones de euros mientras que las cantidades en mordidas que presuntamente se han gestionado en la trama destapada en Canarias eran mucho más modestas y tampoco se aproximan al pastizamen astronómico que se detectó en los ERE, el caso de corrupción más grave del PSOE de los últimos años. Puede que haya cierto parecido en lo chusco de las bacanales que se preparaban en ambos mundos corruptos –los implicados del PP en aquellos años salvajes pedían “volquetes de putas” después de cerrar una adjudicación, estos frecuentaban un “chocho volador”–, pero hasta ahí. En cierto modo la presencia de drogas y mujeres de alterne es algo consustancial a todo caso de corrupción, ya sea de uno u otro partido y a cualquier escala, grande o pequeña. Así que por ese lado, nada nuevo bajo el sol.
Por tanto, Cuca Gamarra debería andarse con mucho tiento a la hora de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. Hasta donde se sabe, el caso Mediador tiene pinta de ser un suceso que ha emponzoñado la vida política de Canarias, un miasma de empresarios y políticos que se conocían bien por encima de afinidades y partidos concretos. Una familia de diverso origen y procedencia, cada cual de su padre y de su madre, pero que por la noche quedaban para cenar y otras actividades algo más chuscas y siniestras.
Mucho nos tememos que, con una moción de censura a las puertas, con Ramón Tamames aprendiéndose de memoria el discurso de defunción fallida de Sánchez, el dúo Feijóo/Cuca va a querer presentar el caso Mediador, en el Congreso de los Diputados, poco menos que como el caso GAL. El destino ha querido que el escándalo estalle precisamente en medio de una iniciativa parlamentaria, la de Vox, que en principio estaba predestinada al fracaso pero que ahora adquiere una nueva dimensión y quizá le sirva al PP como argumento perfecto para terminar de dibujar la imagen distorsionada de un Gobierno podrido que no es tal. Así que mucho cuidado porque los bingueros canarios de Tito Berni quizá no hayan dado el último cante en todo este asunto y en cualquier momento salte un nuevo sobresalto, esta vez en latitudes genovesas. Sería un hermoso ejemplo de justicia poética.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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