(Publicado en Diario16 el 14 de marzo de 2023)
No somos nosotros aquí muy de youtubers o influencers. Por lo general en esas plataformas suele recalar gente con escaso talento, cultura o formación. Buscadores de fortuna de los mundos virtuales, de los mundos irreales, que a veces se forran dando consejos de psicología barata, echando las cartas, con la pedicura u horneando galletitas caseras de chocolate. Toda esa decadencia frívola de la posmodernidad pasada por el filtro de neón, en fin. Pero siempre hay honrosas excepciones. Ibai Llanos es una de ellas.
Basta ver a este mozallón de Bilbao para entender que estamos ante una especie de Orson Welles de Internet. Y no solo por la barba y el sobrepeso que él trata de controlar como mejor puede (ayer mismo, sin ir más lejos, reconocía que ha vuelto a ponerse a plan) sino porque posee la misma mirada del triunfador, del tocado por los dioses, del director de Ciudadano Kane. Ibai tiene la madera innata del genio, quizá no para el cine (aunque quién sabe), pero sí para el periodismo y la comunicación, donde ha logrado levantar un auténtico emporio de la nada capaz de competir, en audiencias y tartas publicitarias, con las cadenas de radio y televisiones de este país. Solo por algo así, porque fue el primer particular en comprar los derechos de un partido de fútbol de Primera División y porque con su poder comunicador y sus ideas está moldeando la opinión pública de hoy, Llanos merece su hueco en la historia del periodismo. Mítica fue su lección de ética y moral para youtubers que emigran a Andorra evitando pagar impuestos. “Me parece un buen acto tributar aquí como hace todo el mundo. Y como yo gano mucha pasta, me da igual que me quiten la mitad”, dijo el streamer dando un curso acelerado para patriotas de verdad.
Pero hasta ganar el primer millón de pavos no lo tuvo fácil. Cuando la crisis se llevó por delante a su familia, Llanos tuvo que echarle ingenio para rescatar a los suyos. Fue entonces cuando decidió dedicarse a los videojuegos y a la narración de deportes electrónicos. En poco tiempo, al joven prodigio lo conocían en todos los campeonatos mundiales. Hizo dinero por castigo, se plantó en 11 millones de seguidores y las empresas empezaron a rifárselo para colocar sus anuncios y spots. Eso y mudarse a una gran mansión productora de contenidos, en plan Xanadú o The Factory, fue todo uno. Pero como a cualquier rey Midas llamado a convertir lo que toca en oro, el destino le deparaba algo más que quedarse en comentarista de gamers. Él sabía que tenía talento para el periodismo y los negocios y decidió convertirse en gran gurú de la comunicación. Una vez más, su sexto sentido no le engañaba. Desde entonces ha reventado audiencias durante el confinamiento, ha creado su propio concurso de Eurovisión y hasta se ha atrevido con unas campanadas de fin de año en Twitch, a la limón con el popular Ramón García, una retransmisión con la que superó los 800.000 espectadores, uno de los programas más vistos de la temporada.
Hace dos años lanzó un ambicioso espacio, Charlando tranquilamente, en el que se dedica a entrevistar a personajes públicos del mundo de la música y el deporte. Sentarse cara a cara con Lionel Messi está al alcance de muy pocos. Nada se le resiste, desde un campeonato de globos que lo peta en la red hasta una velada de boxeo; desde un torneo de canicas hasta sesudas partidas de ajedrez. Y todo lo que hace lo convierte en un éxito rotundo y total de público. La fórmula del entretenimiento en una sociedad de masas capitalista y de la información no tiene secretos para él. Hasta Gerard Piqué, al que tampoco le falta olfato para los negocios, se ha asociado con el dios de las nuevas tecnologías. Los datos hablan por sí solos. Prueba de ello es que Llanos fue incluido en la lista Forbes de “personas más influyentes de España en el mundo” en 2021 y ya todos lo conocen como el “rey de Internet”, un fenómeno cultural típico del siglo XXI, el paradigma del nuevo sujeto comunicador globalizado. Ha demostrado a millones de jóvenes que las redes sociales pueden servir para mucho más que para ligar, perder el tiempo o soltar idioteces con faltas de ortografía. Y su proyección no parece tener techo. Posee el don de conectar con la gente, el carisma y el humor inteligente de los líderes de opinión.
La vida no ha hecho más que regalarle un éxito tras otro, un hito tras otro, hasta que, como suele ocurrir con los grandes genios, la tragedia se ha cruzado en su camino. “Es lo que hay amigos, no se para la vida, no se acaba el mundo, cada persona y familia tiene sus problemas”, contó a sus seguidores el pasado año después de que los médicos le diagnosticaran una enfermedad ocular que puede dejarlo ciego de ambos ojos. Estamos seguros de que ni siquiera la fatalidad podrá con una fuerza enigmática de la naturaleza como él. Cualquier día nos sorprende con una superproducción o un programa de ficción en plan La guerra de los mundos, como hiciera Welles en 1938 para demostrar el poder inmenso de los medios de comunicación, y pone España patas arriba. Si hay alguien que puede hacerlo ese es Ibai Llanos, que parece no tener límites ni fronteras en su imaginación. No nos cabe ninguna duda de que en los próximos años vamos a oír hablar mucho de este vasco noble y listísimo que con un micro, un ordenador con wifi y mucho coco ha revolucionado el futuro de la prensa española.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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