jueves, 30 de marzo de 2023

EL FRACASO DE ABASCAL


(Publicado en Diario16 el 23 de marzo de 2023)

Tal como cabía esperar, la moción de censura de Vox ha terminado en rotundo fracaso. Habrá que esperar a las próximas encuestas, que saldrán la semana que viene, para que ver en qué grado se ha producido el destrozo en el partido ultra. La charlotada de Ramón Tamames no era necesaria, a Santiago Abascal le bastaba con sentarse a esperar que llegaran las próximas elecciones, que por mucho que diga el CIS de Tezanos no pintan bien para la izquierda. El bloque progresista tiene motivos para pensar que puede perder el poder. Para empezar, en este país hay más partidos rojos que personas y eso divide y penaliza mucho. En segundo lugar, Unidas Podemos no atraviesa por su mejor momento (de ahí la ofensiva de los últimos días de los ministros morados, que quieren convencernos de que no son casta y siguen siendo aquellos chicos antisistema de las barricadas del 15M). Y si UP se hunde, el PSOE no gobierna. Por último, hay mucho votante harto de Pedro Sánchez. Al presidente unos lo odian por pura visceralidad, simplemente porque son fachas de toda la vida; otros porque creen que el premier ha puesto el pan, la leche y los huevos por las nubes o porque les colocó un bozal en la boca durante la pandemia; y los hay que lo detestan porque es más alto, más guapo y más listo (lo de que hable un inglés fluido de Oxford el tabernario de derechas no lo lleva bien).

Y sin embargo, pese a que el escenario pintaba bonito para Vox, Abascal, que no es precisamente el mejor estratega del mundo, decidió meterse en el berenjenal de la moción Tamames. Todo el mundo le dijo que aquello era una marcianada sin ningún sentido y sin embargo él tiró palante. Todos le advirtieron de que parapetarse detrás de un nonagenario de vuelta de todo con un pasado comunista y que sigue creyendo que España es una supernación, o sea, una nación de naciones, no podía salir bien. Solo el viejo profesor estaba encantado con la idea de presentarse a presidente (un colofón de oro a su larga carrera y a su ego desmedido), solo él y probablemente Sánchez Dragó, a quien por lo visto se le ocurrió la astracanada durante una comida de amigos que quizá se les fue de las manos. “Al final a mí se me ocurrió el nombre de mi viejo amigo de setenta años de amistad forjada en la cárcel de Carabanchel, Ramón Tamames”, ha confesado el escritor. Nadie sabe cómo ocurrió realmente, si fueron los chupitos a los postres con los que uno se viene arriba o qué, pero el caso es que de aquel almuerzo el anciano catedrático salió ungido como candidato interpuesto. Quizá los comensales, entre coñas, risotadas y boutades, terminaron diciéndose unos a otros: “¿A que no hay huevos de presentar a don Ramón?”. Y el jefe respondió: “¿Qué no hay huevos? Sujétame el cubata”. El resto ya es historia de España. Historia patética y de la mala, pero historia a fin de cuentas. Tamames ha dejado frases memorables, pero para mal, como eso de que “ser antifranquista hoy no tiene ningún mérito”. ¿Cómo que no tiene mérito? Hoy, la ultraderecha neofascista avanza en todo el mundo gracias a intelectuales que como el veterano maestro se pasaron al otro bando, así que nunca tuvo más sentido remangarse, levantar el puño y comprometerse con la causa.

Lo que viene a partir de ahora nadie lo sabe. Antes de la moción de censura Vox andaba disparado en las encuestas y cosechando sus mejores resultados demoscópicos. El periodista Antonio Maestre escribía ayer: “Vox se ha suicidado con su elección, pero aún no se han dado cuenta y es mejor esperar a que pase el cadáver frío por delante de nuestra puerta”. No sabemos si esto ha sido una inmolación colectiva como ocurre en una de esas sectas milenaristas cuyos adeptos acaban bebiendo cicuta tras un suculento banquete. El CIS y los barómetros de los diferentes medios de comunicación nos irán dando las pistas oportunas en los próximos días.

De entrada, todos los analistas coinciden en que Sánchez sale reforzado. El presidente estuvo bien. No quiso hacer sangre con el venerable matusalén y ahí se mostró inteligente, ya que ensañarse con el aparentemente más débil le hubiese dejado como un cruel psicópata que no respeta ni a los mayores. Peor estuvo Patxi López, al que se le fue la mano en una especie de mitin final, fuera de tono, que no venía a cuento. Solo le faltó ponerse a cantar La Internacional en medio del hemiciclo. No era necesario parecer más socialista y revolucionario que Largo Caballero. La moción estaba ganada y volcar toda su bilis contra el manipulado candidato le sirvió para liberar tensiones a costa del vejete y poco más. Si lo que quería Patxi era hacer puntos para quedar bien con el líder y pillar carguete en el próximo Gobierno había otros métodos. Curiosamente, ese fue el mejor momento del fallido candidato a presidente, cuyo discurso del día anterior había sido patético: “Patxi, se excita usted demasiado. Le recomiendo mayor tranquilidad, está hablando usted con su camarada Tamames, no me ponga en el brete de acompañarlo con una cápsula de cafinitrina”. Aconsejarle un tranquilizante al portavoz parlamentario socialista fue de las pocas genialidades que han salido de la cabeza del agotado profesor en estos dos días convulsos, tristes, decadentes. La torpeza de López dio un oxígeno innecesario a la extrema derecha, que vive del victimismo y de poner en evidencia a esos rojos violentos que no respetan nada, ni a Dios, ni la patria, ni las tradiciones, ni a sus mayores. Modérate, Patxi, que aún queda mucho para la campaña electoral.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

No hay comentarios:

Publicar un comentario