domingo, 25 de febrero de 2024

SÁNCHEZ Y EL SIONISMO

(Publicado en Diario16 el 2 de diciembre de 2023)

Israel está a un paso de romper relaciones diplomáticas con España. Ayer el Gobierno hebreo llamó a consultas a su embajadora en Madrid y Pedro Sánchez tuvo que salir corriendo con la manguera para apagar el incendio. Últimamente no hacen más que brotarle nuevos frentes al presidente del Gobierno y la airada protesta del gabinete de Netanyahu es uno más.

Hasta donde se sabe, el canciller español mantuvo una tensa conversación telefónica con el exministro de Defensa israelí y actual miembro del gabinete de guerra Benny Gantz. El contenido de la charla no ha trascendido, pero no ha tenido que ser precisamente cordial. El dirigente israelí ha mostrado el malestar de Tel Aviv por la posición que está manteniendo Madrid sobre el conflicto de Gaza y el premier socialista le ha comunicado que su discurso no ha variado ni un solo milímetro: Israel tiene derecho a defenderse del ataque de Hamás, pero su reacción militar ha de ser proporcional y ajustarse al Derecho internacional, lo cual no está ocurriendo. “El número de palestinos muertos es insoportable”, ha insistido Sánchez.

A Netanyahu, el mataniños israelí, le ha salido un duro hueso de roer. El presidente español no se apea del burro, lo cual no deja de ser sorprendente en los tiempos pragmáticos y líquidos que corren. Cualquier otro gobernante de este pequeño país del sur de Europa, de ayer o de hoy, de uno u otro color político, da igual, ya se habría bajado los pantalones ante el poder sionista fuertemente respaldado por el Tío Sam. Hay muchos intereses económicos en juego, Wall Street extiende sus multinacionales globalizantes como tentáculos, entidades financieras y consultoras judías ejercen un poderoso influjo sobre los mercados españoles, una presión brutal, y lo más normal es que el gobernante de un país como el nuestro que no es potencia internacional de ningún tipo, y menos en Oriente Medio, hubiese rebajado ya su idealismo humanitario por momentos utópico para evitarse mayores problemas.

¿Qué necesidad tenía Sánchez de erigirse en la voz de los masacrados palestinos inocentes ante la UE, ante la OTAN, ante la ONU? Pues lo ha hecho, se ha mantenido firme ante la llamada intimidante del dios justiciero judío, y no es la primera vez que lo hace desde que estalló la crisis tras los atentados del 7 de octubre y los posteriores bombardeos sobre Gaza. Cuando se desplazó a los kibutz atacados por Hamás, estuvo en su sitio: repulsa del terrorismo y condena del ojo por ojo y las atrocidades sionistas. Cuando tuvo que pronunciarse ante el Parlamento español y los distintos organismos europeos ha seguido estando impecable. Y ahora que los patriarcas bíblicos del dólar le llaman a capítulo para atornillarlo, chantajearlo, amedrentarlo y amenazarlo, sigue imperturbable y sin claudicar. ¿Pero de dónde ha salido este tío con un espíritu de resistencia y unas convicciones tan a prueba de bomba? ¿Acaso se cree un nuevo Azaña algo más guapo y delgado dispuesto a llevar el sacrificio hasta el final en defensa de los valores democráticos, del derecho humanitario y de la verdad frente a las hordas fascistas del Pentágono y el Mosad y los insultos constantes de Feijóo, Ayuso y Abascal? No es normal. No estamos acostumbrados a un gobernante que no se arrodilla como un lacayo ante Estados Unidos y su matón particular en el mundo árabe.

Puede que a estas horas la integridad le esté flaqueando ya al líder del PSOE y el coraje le dure un par de días más. Puede que al final termine claudicando, como haría cualquiera, ante el gran imperio yanqui/sionista (eso sería lo lógico, hay que estar muy loco si Washington te llama al orden y tú insistes en seguir defendiendo, sin nada que ganar y mucho que perder, a esa reducida y maltratada tribu palestina al borde de la extinción por limpieza étnica). No importa. Que nos dejen disfrutar, aunque solo sea por unas horas, de haber plantado cara al bravucón hebreo de los misiles inteligentes, al sicario del amigo americano con el Ejército más potente del mundo, al opulento con el PIB más poderoso del orbe. Que nos dejen deleitarnos un poco más con el placer de contar con un compatriota, con un representante legítimo del pueblo español, con un emisario de la dignidad que ha sido capaz de mirar a los ojos al culpable del horror gazatí y sugerirle en su propia cara, en nombre de la gente de bien de este país, lo genocida, lo inmoral y lo mafioso que puede llegar a ser.

No necesitamos hacerle la pelota al señor Pedro. Y si nos llaman pesoístas apesebrados o estómagos agradecidos nos da igual. Hace tiempo que estamos de vuelta de todo y escribimos desde la libertad, la autonomía y la independencia que nos dicta nuestra propia conciencia y honor. Pero no podemos sino agradecer que, por una vez, alguien elegido democráticamente haya llevado la palabra de la mayoría indignada con una guerra injusta y cruel a donde tenía que llegar. Hasta hoy un andaluz, un extremeño o un asturiano que conectaba el televisor y veía cómo sacaban de entre las ruinas a un bebé muerto como un muñeco inerte –estremeciéndose, enfureciéndose y sintiendo que se lo llevan los demonios–, no tenía a nadie a quien enviar al otro lado del mundo para alzar su voz ante tanta injusticia y decirle al responsable del infierno en la Tierra de Gaza lo asesino, lo psicópata y lo degenerado que puede llegar a ser. Sánchez lo ha hecho y no lo olvidaremos fácilmente. Aznar nos metió en una guerra que nadie quería haciendo oídos sordos ante millones de ciudadanos que salieron a la calle clamando por la paz. El inquilino que tenemos hoy en Moncloa traslada a Netanyahu exactamente lo que opina la mayoría de la opinión pública española (cerca del 70 por ciento de los encuestados cree que la actuación de Israel en Gaza no está justificada). No todos los políticos son iguales, como repiten insistentemente los nostálgicos del Régimen anterior empeñados en acabar con la democracia. Dale Pedro, dale al criminal de guerra. Y que nos quiten lo bailao.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

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