miércoles, 31 de julio de 2013

IÑAKI Y EL FRUNGIR


El programa Sálvame está aireando ya, sin pudor y en prime time infantil, los supuestos correos calientes que Iñaki Urdangarín enviaba a sus enamoradas, queridas o mancebas (aún no sabemos qué título otorgarle a ellas, depende de si había derecho de pernada o no). Hete aquí algunos reveladores ejemplos de esos mensajes hot: "Jugamos al escondite, y si te pillo, te frunjo"; o bien: "Dime cómo estás el viernes por la tarde para comer o cenar y para luego frungir. Porque de frungir no te libra nadie". Los directores de este erróneo programa de televisión que nadie ve pero que rompe las audiencias cada tarde, han estado acertados esta vez al sustituir la palabra fuerte y gruesa que todos tenemos en mente por la de frungir, mucho más simpática, suave y amable pero de similar carga sucia. Van aprendiendo las Karmele y los Matamoros. De modo que, por lo que vamos viendo, en la realeza española de lo que se trataba era de tenerlo todo arreglado el fin de semana, de dejar los papeles del pelotazo atados y bien atados, para irse cuanto antes a frungir. Frungir y cifrar, cifrar y frungir, era toda una misma empresa, dos caras de una misma moneda, una monea que por un lado mostraba la efigie de Juan Carlos, de perfil, y por otra a Iñaki frungiendo en escorzo cual cosaco fuera de sí. Frungir era una acción consustancial a llevárselo crudo, una cosa conducía a la otra, de tal manera que por lo visto aquí no había negocio sin catre ni catre sin negocio. Queda claro que Iñaki se llevaba trabajo a la cama (quizás a un discreto picadero de soltero, nunca en Zarzuela, que en palacio no hay quien se aclare con tanta habitación) y allí frungía y frungía hasta el amanecer, tarantinianamente, hasta que el sol enrojecido de lujuria se levantaba al alba como un gran cero más que añadir a su cuenta corriente. Iñaki era un "pofesional" que se lo hacía en plan guay, frungir hasta el morir, y no paraba hasta ponerle el sello real a sus conquistas financieras, aquí o allende las fronteras. Lo malo es que de tanto frungir aventureramente, de tanto frungir a pijo sacao, como dicen en mi querida Murcia, siempre le acaban pillando a uno. Frungir es lo que tiene y Cristina ya está en Suiza con los niños (cuidado con Suiza que tiene mucho peligro) y él de Rodríguez forzoso en su choza de Pedralbes. Para mí que los vejetes de la RAE deberían reaccionar ya, adelantándose al juez Castro, e incluir en su diccionario esta palabra que sin duda terminará pasando a la Historia de España, frungir, que describe a la perfección la forma en que se lo montaba el señor duque, el trajín de vida que se llevaba entre manos. Porque Iñaki no fornifollaba, ni trincaba, ni jincaba; Iñaki frungía (frungir es de ricos) o sea que se daba al dinero de la carne con vicio, a lo bestia, gigolamente, puercamente, como el chulazo de Mickey Rourke en las calles humeantes de semen, Nueve semanas y media, ay Kim, siempre Kim. Woody Allen decía que el sexo solo es sucio cuando se hace bien. Pues este atleta sexual se lo hacía requetebién, frungiendo a tope, mátalas callando, duque de día, puto de noche (perdón, error tipográfico, quería decir punto, cogerle el punto a la noche). Carlos II era el Hechizado; Felipe IV el Rey Pasmado; y a mí me da que nuestro galán de oro pasará no como Iñaki El Empalmado, no, sino como Iñaki El Bien Frungido. Pena de monarquía, pena de reino, pena de patria. Tanto trabajo bien hecho para terminar tirándolo a la basura del peor Sálvame, el de Paz Padilla. Esa petarda.

Imagen: chistesderisa.org 

2 comentarios: