miércoles, 10 de julio de 2013

REFRIEGA A LA GENOVESA


Hay que ver cómo está el patio de Génova por culpa de los originales papeles de Bárcenas. Dicen los peperólogos de las tertulias televisivas que en aquellos pasillos se están dando de navajazos hasta en el carné de identidad. Vamos, que hay más tarascadas, mordiscos y hachazos traperos que en un capítulo de The Walking Dead. Como la mafia calabresa o mucho peor. Uno podría decir, para quedar políticamente correcto, que se trata de un espectáculo poco edificante para nuestra democracia. Pero qué demonios, he de reconocer que aunque soy de normal pacífico estoy disfrutando como un enano de esta sesión de ultraviolencia gratuita (véase La Naranja Mecánica) ofrecida por la derecha españolera. A veces hasta me dan ganas de comprar palomitas y reservar la fila 7. Desde lo de Roldán, el filesa, la descomposición del felipismo y todo aquello no veíamos una cosa tan violenta, tan sucia, tan enmerdeus. Esperanza Aguirre (qué sibilina es la tía) ha saltado ya del barco, no vaya a ser que zozobre como el Costa Concordia, y ha dejado claro que urge limpiar el partido para recuperar la confianza, incluso antes de que el juez Ruz aplique el necesario fumigador. Ahora va de única la lideresa, de salvapatrias, como una Juana de Arco limpia de sobres y sueldos, como si estuviera segura de que tiene el as definitivo en la manga que le puede llevar a la Moncloa (Gallardón mediante). Los políticos oportunistas hacen carrera gloriosa en tiempos de cataclismos. Y eso es lo que se ha montado en Génova: un cataclismo de padre y muy señor mío, un pollo imperial, un lío muy liado que amenaza con destruir los cimientos del Estado de Derecho. ¿Y dónde está, mientras se cuece el volcán, el presidente del Gobierno? ¿Dónde está Rajoy mientras Espe le come la tostada y Bárcenas va sacando cajas y cajas llenas de humus de las cloacas del partido? Missing, evaporado, callado como puta. El premier está taciturno, sombrío, inaccesible a los amigos, como se decía de aquel Napoleón III que era más simple que una ameba. Rajoy está ambiguo, tibio, sordo a los buenos consejos de la calle, que le pide que hable, que se explique, que dimita como varón lo que no ha sabido defender como lo que sea. Trémulo ante el cante de su tesorero, débil ante las guerrillas levantiscas que se despiertan por doquier en su partido, lastimoso por inactivo, por cobarde, por incapaz. Ya no nos valen sus titubeos, sus no me consta, sus gracietas gallegas para despistar. Esto va en serio y el juez Ruz ha sacado el trasquilador. Señor Rajoy, usted ya no gobierna, gobiernan alalimón un fulano lujosamente alojado en la cárcel versallesca de Soto del Real y un periodista con tirantes especializado en construir y derribar gobiernos a placer. ¡Qué mentira de Gobierno! No hace mucho el presidente nos pedía a los españoles paciencia, paciencia mientras él se lo llevaba a conciencia. ¿Y qué explicación dan del saqueo del Estado los Arenas, los Cascos, los Rato, los Orejas mayores, toda la pata negra de una cabaña podrida, todas esas familias que ahora practican la omertà? Nunca debimos fiarnos de unos rufianescos genoveses. Más que buenos políticos, siempre fueron piratas, expertos comerciantes. De los papeles del Mar Muerto hemos pasado a los muertos de los papeles. Son cadáveres políticos, lo más digno que pueden hacer es jubilarse, irse, dejarnos en paz y disfrutar de sus sobres de oro negro. En Benidorm o en la sucia Suiza, me la trae al fresco. 

Imagen: periodistadigital   
         

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