lunes, 22 de julio de 2013

LA HORA DE RAJOY


Rajoy ha anunciado, esta vez sí, que irá al Congreso a dar la cara, aunque lo ha hecho con uno de sus habituales ejercicios de cinismo político al aclarar que comparecerá, faltaría más, para hablar de la situación que vive el país "tanto desde el punto de vista económico como desde el punto de vista político". Pues si es para eso, mejor que se ahorre la visita a San Jerónimo, porque el personal ya sabe, de buena tinta, cómo está España en ambas facetas. Por si aún no se ha enterado, aquí estamos nosotros para recordarle, desde este humilde blog, cómo está el país. En lo económico, el país está hecho unos zorros, señor Rajoy, con la famélica legión de parados comiendo el mendrugo de la pensión de la abuela, estudiantes cum laude haciendo el máster de camarero en la hamburguesería de la esquina y miles de desahuciados de alma y cuerpo agarrándose a lo único que les queda en la vida: la camiseta verde de Ada Colau. Y en lo político, qué vamos a decir de lo político, señor presidente, si el gobierno que usted preside está en manos de un preso de luxe que se aloja en Soto del Real. De lo que tiene que hablarnos el premier de una vez por todas, sin más rodeos, ni zarandajas, ni gracietas gallegas, es del tema, de lo que hay, de la pomada, de la movida, del clan Bárcenas, de los alegres eurillos que correteaban por la banca Zúrich como pollos sin cabeza. Ese escándalo bíblico descomunal es el que tiene que explicar el presidente, por mucho que Pedro Jota le haya echado hoy un capotazo con una balsámica encuesta de intención de voto. El titular estomagante que nos ha vendido El Mundo ("el PP con peor resultado de su historia aún ganaría a Rubalcaba") no va a reparar la imagen mancillada del presidente, una imagen que está por los suelos, putrefaccionada, podrida de mentiras y ridículos. Su imagen es como ese retrato de Dorian Gray que se ve sano por fuera pero que por dentro se degenera poco a poco. Hasta ahora Rajoy ha sido el presidente-invisible, el gobernante que hablaba al pueblo a través del televisor de plasma. Un presidente plasma y plasta, una aparición ectoplasmática, mariana, que de cuando en cuando preparaba a dos lacayos periodistas del ABC o La Razón para que le lavaran la cara y le preguntaran, delante del primer ministro polaco, por el tiempo o por el sexo de los ángeles. Todas esas patrañas, todos esos teatrillos de guiñoles, todos esos montajes baratos, se han acabado ya. Es hora de pasar por el confesonario recio de la democracia. Es hora de explicar punto por punto, número a número, sobre a sobre, cada tocomocho, cada mordida, cada ejercicio de trilerismo y palanquismo, si es que lo hubo. Ya no es momento de sacar a la pista circense a Doña Rogelia Cospedal para que se trabuque la lengua con sus ventrilocuismos disparatados. Ya no es tiempo de saltar a la arena decente del Congreso para contar cuentos falsos sobre lo bien que va el empleo precario/veraniego, la inflación o la prima de riesgo. Va a dar la cara en el Parlamento, en el solemne Parlamento, señor Rajoy. Y le aconsejamos que diga la verdad, porque el político que miente en la casa del pueblo, con luz y taquígrafos, está condenado para siempre. Solo con que explique cómo salían tantos conejos de la chistera del Houdini Bárcenas vamos todos claros.

Imagen: vivirdebuenagana.com

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