(Publicado en Revista Gurb el 4 de noviembre de 2016)
La elección de los ministros del nuevo
Gobierno confirma lo que ya sabíamos todos: que Mariano Rajoy, un
superviviente nato, sabe bien cómo blindarse. El presidente, que de
tonto no tiene un pelo y no quiere que el PP se le desmande y se
convierta en otro sainete como ese PSOE fracturado por las luchas
internas, ha sabido contentar a "sorayos" y "marilolis", colocando a
unos y a otros en su nuevo gabinete, que ayer fue dado a conocer. El
registrador gallego ha ido poniendo a los peones de uno y otro bando en
lugares estratégicos, de manera que nadie quedara descontento ni le
diera la brasa después con desafíos y órdagos imprevistos. Así él queda
en la Moncloa tan tranquilo, leyendo el Marca, que en realidad es lo que
le gusta, y allá se apañen ellos. Es decir, que aquí paz y después
gloria y a seguir tirando cuatro años más.
Hoy, los flamantes ministrables
desfilaban por la Moncloa con sus nuevas carteras de piel, o sea que
fueron a hacerse la foto de Famiglia al chalé del presidente,
quien por otra parte también se mostraba contento y satisfecho ante los
periodistas porque ninguno de los suyos le había robado la cartera.
Soraya Sáenz de Santamaría, la jefa de uno de los dos bandos
contendientes, se mantendrá como única vicepresidenta del nuevo
Gobierno, y asume las competencias en materia de administración
territorial, aunque es relevada como portavoz del Ejecutivo. Mejor, así
menos trabajo, pensará Soraya, que seguirá conservando el CNI (en los
tiempos que corren quien tiene un espía tiene un tesoro) y dirigirá la
negociación con los independentistas catalanes (que vaya aprendiendo el
culé). Por su parte, el presidente nombra ministra de Defensa a María
Dolores de Cospedal, la cabecilla suprema de la otra superpandi popular y
candidata a heredarlo todo. Capítulo aparte merece su designación como
máxima responsable de los cuarteles españoles. La primera mujer
designada como ministra para dirigir los inescrutables destinos del
Ejército español fue la socialista Carme Chacón, que mantuvo el tipo en
todo momento y hasta puso firme a más de un tricornio corniveleto
apasionado de nostalgias golpistas y ruidos de sables. Era una ministra
roja y en principio se la recibió con recelo entre la siempre
conservadora guardia pretoriana del Estado Mayor de la Defensa pero poco
a poco se hizo respetar, sobre todo cuando se ponía en su sitio en las
juras de bandera y decía aquello tan marcial y castrense de: "Capitán,
mande firmes". Por eso intuimos que Cospedal (doña señora Finiquito,
como se la conoce desde aquella tarde de infausto recuerdo, cuando se
hizo un lío explicando los robos del tesorero Bárcenas) será bastante
mejor recibida entre la curia militar: es de derechas de toda la vida,
participa en las procesiones de su pueblo con rigurosa mantilla negra,
peinetaza del quince y cirio en ristre (como una beata más) y es dura
cual sargento chusquero. Todo muy del gusto de los generalotes más
conservadores, que seguro la reciben al grito de Viva España, con dos
cojones. En su declaración tras tomar posesión de su ventanilla, la
ministra dijo que trabajará por la "grandeza de España", lo que hizo
temblar a más de un español que teme que lo manden a Irak a pegar tiros
otra vez. Ayer, las redes sociales ardían con ingeniosos chistes y memes
sobre la nueva ministra: que si iba a poner a los españoles a hacer la
puta mili otra vez (una mili en diferido); que si su elegancia neopija
en el vestir no casa con la cabra de la Legión, demasiado peluda,
maloliente y agropecuaria para su estilo Chanel (quizá se esté
planteando abolir la mascota por ordinaria); que si ella quedará cañón
con sus modelitos ultracaros el día del desfile de la Hispanidad… Que si
esto, que si lo otro, en fin, en ese plan. Chismes digitales, no hay
que hacerles demasiado caso. La cuestión es que ayer ella estaba
encantada pasando revista a las tropas, luciendo traje gris diplomático,
que es lo que le gusta. Está como una niña con vestido nuevo con el
carguete de ministra de la guerra, que a buen seguro le dará mucho
trabajo, ahora que hay conflictos armados con tiros por medio mundo. Y
si Trump llega a la Casa Blanca ya ni te cuento. Va a haber una guerra
en cada barrio.
Muchos de los nuevos ministros de Rajoy
son los viejos ministros de Rajoy, o sea aquello tan gatopardesco de que
todo cambie para que todo siga igual. Es lo que sucede con el trío
calavera, o sea Cristóbal Montoro, Luis de Guindos y Fátima Báñez, que
repiten en sus despachos, quizá como premio merecido a los bonitos
hachazos que han propinado a los españolitos de a pie durante tantos
años de sacrificios y recortes. Y lo que te rondaré morena. Bruselas
prepara un nuevo paquete de austeridad por valor de más de 5.000
millones de euros y los tres ya se relamen y afilan las tijeras. Están
prestos los del trío sádico para acometer ese nuevo episodio de
sacrificios económicos por el que harán pasar a los españoles. Montoro
se afianza como superministro de Hacienda, que es que últimamente no se
le escapa un defraudador, salvo alguno que otro que pulula por su
partido y que tiene los papeles en Panamá. Terminada la crisis, superado
el paro (ya todo español está trabajando gratis de sol a sol) nadando
en la abundancia como nada el país, Guindos, que ya se dedica a sus
libros y a contar batallitas sobre cómo evitó el rescate financiero,
tendrá menos trabajo esta legislatura, ya que la economía española va
viento en popa, crece al tropecientos por ciento y no necesita ni
ministro. Y por último Fátima Báñez, símbolo de la reforma laboral que
ha llevado a Amancio Ortega al primer puesto de la lista Forbes y a
medio país al infierno de los bajos salarios y la desigualdad (aunque
eso importa menos) también repite cargo. "¿Cómo lo he hecho para llegar
hasta aquí? Ni yo misma me lo explico", deberá pensar la ministra, que
tendrá que hacer frente al marrón de sacar dinero de la caja vacía de
las pensiones, algo así como el milagro de los panes y los peces que
dicen que hizo Jesús. Por algo se llama Fátima. ¿Quién mejor que ella
para forjar el milagro? Y en todo caso no hay mayor problema: el PP es
experto en cajas B y a buen seguro que sale un piquito de alguna parte
para dar de comer a los vejetes y a sus hijos y nietos holgazanes.
Dice la prensa que Rajoy ha dado a
conocer la composición y estructura de su nuevo Ejecutivo mediante un
comunicado difundido por el Ministerio de la Presidencia después de la
reunión que ha mantenido con el Rey en el Palacio de la Zarzuela para
darle cuenta de las personas que se sentarán a partir de ahora en el
Consejo de Ministros. Se trata de un Gobierno que cuenta con el mismo
número de mimebros (13, mal fario) que el que diseñó a finales de 2011.
Eso sí, de la foto desaparecen José Manuel García Margallo, Jorge
Fernández y Pedro Morenés. De Fernández sabemos que fue repudiado por el
Congreso por el caso de las grabaciones, así que ya estaba amortizado.
De Margallo solo podemos decir que está mayor el hombre, que ya no está
para viajes, y de Pedro Morenés no podemos decir mucho porque su mandato
ha sido más gris que los trajes chaqueta de la Cospe.
El portavoz del Gobierno será ahora el
ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, que con
tanto ministerio, tanta cartera y tanto despacho entre manos al final no
va a saber el hombre dónde está. Las seis nuevas caras en el Gobierno
serán, además de María Dolores de Cospedal (Defensa), Alfonso Dastis
(Exteriores y Cooperación) Juan Ignacio Zoido (Interior), Dolors
Montserrat (Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad), Álvaro Nadal
(Energía, Turismo y Agenda Digital), e Íñigo de la Serna (Fomento). Lo
de la creación del Ministerio de Agenda Digital nos huele a más ley
mordaza para controlar a la plebe, que se está metiendo todo el rato con
el Gobierno en internet, lo cual no puede ser. Menos Facebook y menos
Twitter y más ponerse a trabajar gratis por España, que es lo que toca
ahora que ya tenemos un Gobierno de patriotas. Y no terminemos esta
contracrónica, la más sesuda y documentada de cuantas se han escrito hoy
en la prensa nacional, sin hacer mención a Dolors Montserrat, la nueva
ministra de Sanidad, de quien dicen que una empresa familiar figura en
la lista de morosos de Hacienda por hacerse la remolona con 2,3 millones
de euros. Nada, una calderilla, un chupito, mucho menos que el pelotazo
de Ramón Espinar, ese bróker peligroso, ese tiburón de las finanzas
inmobiliarias que ha llevado a España a la quiebra. Promete grandes
tardes de gloria la señora Muntserrat. Si es que el dedazo de Rajoy es
un cachondo.
Viñeta: Becs
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