(Publicado en Diario16 el 9 de septiembre de 2020)
Cuando un líder político como Santiago Abascal sube a la tribuna de oradores de las Cortes y dice que este es el peor Gobierno “en 80 años de historia de España” es que algo no se hizo bien en la Transición. Al presidente de Vox su flema patriótica y su nostalgia de los tiempos pasados le han jugado una mala pasada durante la sesión de control parlamentario al dar por buenos los 40 años de dictadura franquista. Ese lapsus sonrojante quedará en los anales de la Cámara Baja y como no podía ser de otra manera el presidente Pedro Sánchez se lo ha afeado en público, para que conste en acta.
Es Abascal un hombre airado que suele utilizar la tribuna del Parlamento para dar rienda suelta a toda la bilis, toda la mala baba y todo el odio que lleva dentro, de ahí que a veces su lengua vaya por delante de su mente. Las formas democráticas no van con él, sus maneras políticas son casi siempre toscas, primitivas, casi tabernarias. Por eso se permite decir cualquier barbaridad que se le pasa por la cabeza, como llamar “asesino y criminal” al Consejo de Ministros, okupa al presidente del Gobierno y etarra estalinista a Pablo Iglesias. Detrás del insulto fácil, por lo general, suele haber escasa inteligencia y un rencor contra el sistema que él sabrá de dónde le viene, quizá de que alguien lo apartó algún día del PP y lo dejó sin la fundación de Aguirre, un chiringuito del que cobraba 83.000 euros brutos anuales, tal como él mismo ha confesado. Que a uno le quiten de repente el chupete y la mamandurria es motivo suficiente para que le entren ganas de invadir Polonia.
Pero lo de esta mañana, ese desliz (intencionado o no) de considerar que fue mejor la tiranía del dictador Franco que la gestión de un Gobierno democrático sencillamente ha sido un momento sublime, impagable. Ningún político en cuarenta años de democracia había atravesado esa frontera y Abascal lo ha hecho sin rubor precisamente unas horas después de que Carmen Calvo haya anunciado que la Fundación Franco será declarada ilegal por la Ley de Memoria Histórica, que está a punto de salir de los hornos de la Moncloa para pasar el pertinente trámite legislativo. “No podrá haber fundaciones con dinero público que enaltezcan totalitarismos”, ha garantizado la vicepresidenta primera.
El anuncio del Gobierno, hecho público a última hora de ayer, debió atragantarle la cena a Abascal, que sin duda decidió incluir un comentario de urgencia al respecto en su intervención de hoy durante la sesión de control. Las masas franquistas que votan a Vox necesitaban una respuesta contundente, una clara explicación de dónde se sitúa su líder espiritual, una posición firme frente al ataque rojo a la memoria del Generalísimo. Era la hora de retratarse sin medias tintas, de no quedar como un traidor, de ser un auténtico españolazo. Y Abascal no ha defraudado. La necesidad de enviar un mensaje a la parroquia ultra tras conocerse que la Fundación Franco va a ser declarada ilegal explicaría la sorprendente sentencia de Abascal de que el Gobierno Sánchez es “el peor en 80 años de historia”. El líder de la formación verde tenía que hablar para su electorado en el día después del histórico anuncio de Calvo y ahí ha quedado la perla.
Por lo demás, la sesión de control al Gobierno no ha servido más que para constatar que el PP ha comprado el discurso de la extrema derecha española. En medio del escándalo Kitchen de espionaje a políticos con fondos reservados, escuchar a alguien como Teodoro García Egea defender que España necesita una “ley antiocupación” de viviendas, tal como demanda Vox, resulta especialmente patético y decepcionante. Abascal ha pintado una España llena de okupas y menas como zombis sembrando el terror y el bueno de Teodoro, al que con la mascarilla puesta se le entiende peor, se ha tragado el bulo. “Mucha gente tiene ese problema”, ha asegurado cándidamente el secretario general del PP, que ha cargado contra Pablo Iglesias, de quien ha dicho “llegó a la política como Robin Hood y se ha convertido en figurante del Íbex”.
Interesante ha sido ver el cara a cara entre Carmen Calvo y la nueva portavoz parlamentaria del PP, Cuca Gamarra, tras la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo, que ha seguido la sesión lejos de los focos y de la primera fila de escaños, como una más. “¿Cómo van a gobernar a los españoles si ni siquiera son capaces de gobernarse a sí mismos?”, disparó la flamante nueva lugarteniente de Casado, a lo que Calvo la despachó con un ejercicio de fino estilismo parlamentario: “Menos mal que usted era la moderada”, replicó la ministra mientras la dura y destroyer Cayetana se mordía la lengua en el rincón de pensar del hemiciclo.
La sesión, abierta a primera hora de la mañana, inauguraba el nuevo curso político. Todos los diputados han asistido con mascarilla, enmascarados, lo que sin duda confiere una imagen aún más inquietante a toda esa gente que no hace más que acuchillarse unos a otros, a placer, como unos Latin King de la política. El duelo dialéctico entre Sánchez y Pablo Casado ha sido más de lo mismo. El jefe del Ejecutivo pidiendo unidad y colaboración y el de la oposición como si oyera llover. El presidente ha acusado al líder del PP de boicotear las ayudas europeas para España y de incumplir la Constitución por negarse a pactar con el Gobierno la renovación de las instituciones del Estado: el Consejo General del Poder Judicial, el Defensor del Pueblo y TVE. “Arrimen el hombro y ayuden a la sociedad española”, ha demandado el premier español por enésima vez. Por su parte, Casado ha denunciado que el jefe del Ejecutivo no busca el diálogo sino su “rendición incondicional” para seguir gobernando “mal e impunemente”. “No nos pida arrimar el hombro al precipicio para salvarse. Cuando quiera hacer algo bueno para los españoles, nos tendrá a su lado. Mientras siga perjudicándoles, nos tendrá enfrente”, advirtió el eterno candidato a la Moncloa. O sea, el mismo diálogo de sordos de siempre, la misma mala película que se viene repitiendo una y otra vez, en sesión doble, desde que empezó la pesadilla del coronavirus. Y todo ese ruido y ese espectáculo denigrante mientras hoy mismo se conocía que España es el país con peores cifras de la pandemia de toda Europa. Espeluznante.
Viñeta: Igepzio
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