jueves, 12 de octubre de 2017

LA LEYENDA NEGRA SIEMPRE VUELVE


Durante siglos, los españoles cometimos las peores tropelías contra la población nativa durante la conquista de América, genocidios sobre los que deberíamos pedir perdón. Ahí están los relatos de Fray Bartolomé de las Casas para quienes estén interesados en ahondar en el asunto. Hernán Cortés y los suyos no fueron hermanitas de la caridad. Por esa razón el 12 de octubre, día de la Hispanidad, debería reorientarse hacia un enfoque reparador que dejara atrás el tufillo colonial que aún lo envuelve y que permitiera estrechar los lazos fraternales, en pie de igualdad, con los demás países hermanos de Latinoamérica. Sin embargo, con ser cierta la leyenda negra de España, no hicimos nada que no hicieran las demás potencias mundiales en el pasado. Son conocidas las aberraciones de los británicos en sus colonias de ultramar, donde practicaron la esclavitud como forma de negocio. En Australia, por ejemplo, se les fue la mano. De los más de 900.000 aborígenes que vivían allí cuando llegaron los soldados de su graciosa Majestad, solo 30.000 lograron escapar del holocausto. Eso por no hablar de la India. A su vez, Leopoldo II de Bélgica expolió las tierras del Congo, de norte a sur, condenando a miles de personas a trabajos forzados y exterminando a 10 millones de nativos. Entre 1904 y 1907 los pueblos de Namibia sufrieron una brutal persecución genocida a manos de los alemanes. En total, 65.000 hereros (casi el 70% de la población), y 10.000 namaquas (50% de sus tribus) perecieron, la mayoría de ellos perseguidos por las tropas del general Lothar von Trotha, que los acorraló como animales en el desierto de Omaheke hasta matarlos de sed. En el periodo que va de 1830 a 1875 los franceses liquidaron a 825.000 indígenas argelinos, algo que se suele pasar por alto, quizá por aquello de que la bella Francia siempre fue el paraíso de la liberté, la egalité y la fraternité y por el hecho de que los pobres argelinos nunca importaron demasiado. Durante la represión en el norte del Cáucaso los rusos pasaron a cuchillo a más de un millón de personas en lo que fue uno de los mayores genocidios de la historia. Y según datos de la Oficina del Censo de los Estados Unidos, entre 1789 y 1846 las guerras indias bajo el gobierno de los Estados Unidos supusieron el exterminio de más de 370.000 indígenas de decenas de naciones nativas que fueron literalmente borradas del mapa. Sin embargo, pese a que la sangre salpica a todas las potencias coloniales, aquí, en España, muchos siguen agitando la leyenda negra de que los españoles fueron los más crueles genocidas de la historia, cuando no es cierto. Tenemos nuestros pecados y nuestros crímenes a las espaldas, como el resto de las potencias que fueron imperialistas. Una vez más, la demagogia y el papanatismo, la historia como arma política, sigue impregnándolo todo, y así nos va. Mientras aquí nos rasgasmos las vestiduras por lo que hicimos al otro lado del charco, en los demás países occidentales, sin duda mucho más inteligentes que el nuestro, ni siquiera se lo plantean. Tratar de juzgar los hechos de 1520 con los parámetros de 2017 resulta ridículo y absurdo. La historia fue lo que fue, un cúmulo de guerras, conquistas, ambiciones, desgracias, desaciertos y conflictos humanos. Nadie puede cambiarla. No debería servir ni para sentirse orgulloso de ella, en un extraño ejercicio de patriotismo nostálgico, ni para seguir avivando la llama del odio.

Foto: Indígenas del Congo esclavizados por la Bélgica de Leopoldo II.

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