domingo, 1 de octubre de 2017

PIRÓMANOS EN CATALUÑA

(Publicado en Revista Gurb el 1 de octubre de 2017) 

Es un día triste y negro para la historia de este país. Las escenas terribles que se están viviendo esta mañana en Cataluña demuestran que hemos fracasado como pueblo, como sociedad y como Estado. Tardaremos años en superar esta jornada aciaga, si es que la conseguimos superar. Tardaremos mucho tiempo en cerrar la herida que se ha abierto hoy, si es que se logra cerrar. Ningún político, ni por el bando separatista ni por el bando unionista, ha sabido estar a la altura. Rajoy y Puigdemont se han comportado de forma enloquecida, ciega y fanática, arrastrándonos al mayor de los desastres, tal como nos temíamos. El primero ya tiene lo que quería: las urnas incautadas, los colegios clausurados y el referéndum desarticulado. El segundo también: la foto de los policías aporreando brutalmente a la gente, una imagen contundente para aumentar su granero de votos y hacer creer al mundo que España es un Estado fascista y represor. Ambos se sienten ganadores, se han creído la realidad paralela que ellos mismos se han construido. Y lo peor de todo es que la batalla no ha hecho más que comenzar. En unas horas Puigdemont anunciará que el referéndum ha sido un éxito clamoroso y proclamará la independencia unilateralmente en el orgasmo definitivo del balcón. Rajoy comparecerá para repetir como un autómata que ha vencido el Estado de Derecho. Mentiras y más mentiras. Propaganda y más propaganda. Y así seguiremos, con dos machos alfa embistiendo como cabestros. ¿Qué será lo siguiente? ¿Los tanques avanzando por las Ramblas? ¿La Legión desfilando por la Diagonal? ¿Los cócteles molotov, la guerrilla callejera, las barricadas, la contienda fratricida, los presos y las bajas civiles, como en el 36? Miramos a nuestro alrededor y no vemos a los hombres y mujeres que harían falta para afrontar esta hora trascendente y crucial. Miramos y solo vemos gobernantes mediocres y radicalizados, niños jugando con dinamita que no saben negociar para resolver los problemas. ¿Dónde están los supuestos estadistas, qué ha sido de Pedro Sánchez, por dónde anda el rey? ¿Dónde se han metido los intelectuales? Rajoy se esconderá como siempre y seguirá delegando en los jueces, en los fiscales y en la Guardia Civil. Puigdemont seguirá arengando al pueblo, calentando el ambiente y echando más leña al fuego de la revolución, pero él seguramente no recibirá el porrazo malo de los antidisturbios porque estará tranquilamente sentado en su despacho. Ya saldrán a la calle los mártires adoctrinados dispuestos a inmolarse sin rechistar. Todas las guerras son iguales, solo cambian los personajes que las declaran y las sufren. Idiotas que convencen a otros idiotas para morir por la causa, por la patria y la bandera. Es el día de los locos. Los pirómanos andan sueltos por Cataluña. No hay ninguna esperanza mientras los dos obtusos iluminados sigan apoltronados en el poder. Muertos y enterrados el diálogo, la razón, el consenso y el espíritu de concordia, instaurada la lógica de la ruptura total, el odio y la violencia, solo nos queda sentarnos y contemplar atónitos cómo el fuego de la historia se extiende ante nosotros, arrasándolo todo, mientras el horror se va apoderando de nuestras vidas.


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