martes, 23 de febrero de 2021

LA VIOLENCIA

(Publicado en Dairio16 el 22 de febrero de 2021)

Pablo Casado no tiene una sola idea brillante acorde con el papel que se le supone a un gran estadista. La última del líder de la oposición es esa sugerencia de que Unidas Podemos es algo así como la Batasuna de los años del plomo, el gran movimiento radical que no condena la violencia, de modo que debe ser inmediatamente ilegalizado en aplicación de la ley de partidos. El pasado domingo el líder popular ponía un controvertido tuit en el que aseguraba: “Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad arriesgan su vida por defender la nuestra, la ley y la libertad. Sánchez debe cesar a los ministros que justifican la kale borroka. Y hay que recordar que la ley de partidos responsabiliza a los que alientan la violencia”. Pura demagogia; puro autoritarismo que no tolera al que piensa diferente.

A Casado solo le faltó pedir la prisión incomunicada de Pablo Iglesias, como el nuevo Otegi de la izquierda abertzale española, y su traslado al cuartel de Intxaurrondo, que hoy vuelve a estar de triste actualidad por los crímenes de Estado no resueltos. En los últimos tiempos el eterno jefe de la oposición se ha esforzado por mostrarse como el líder de la derecha aseada, europeísta y convencional, pero todo es puro postureo porque a la hora de la verdad pide la ilegalización de la Batasuna morada mientras guarda un ominoso silencio cuando Isabelita, la niña nazi, y los suyos, se manifiestan en el cementerio de la Almudena, brazo en alto y soltando violentas arengas contra los judíos. No se puede ir de demócrata por la vida condenando solo la violencia de un lado (la de extrema izquierda), mientras se calla y se mira para otro lugar cuando algunos incitan a la otra violencia (la fascista). Pero por momentos Casado parece usar unas gafas especiales que discriminan y que le llevan a ver solo a los radicales de un lado, mientras los otros no existen.

Está visto que los infames pactos que el Partido Popular tiene suscritos con Vox arrastran a Casado a un análisis sectario y a una interpretación sesgada de la realidad que no se corresponde con la situación que vive este país. Lo que está ocurriendo en España es que tras dos crisis económicas monstruosas nos han radicalizado (los sesudos de la Politología moderna dicen “polarizado”, como si nos hubiesen congelado en los casquetes polares), un fenómeno que recuerda a aquello que ocurrió en los días previos al levantamiento del 36, cuando el país se alineó en dos bloques antagónicos e irreconciliables, rojos y fachas, y estalló el western. Lo ha explicado muy bien Rosa Montero en un acertado tuit: “Si lo que ha hecho Hasél (amenazar de muerte a un testigo e intentar darle una patada, pegar a un periodista, pedir que pongan una bomba en RTVE, que maten a Patxi Lopez y que hundan un pica de hielo en la cabeza de Bono) lo hubiera hecho por ejemplo uno de Vox, ¿qué nos parecería?”. Touché.

La violencia es violencia venga de donde venga, ya sea de los troskos y anarcos de Barcelona (muchos de los cuales ni siquiera saben quién es el fulano ese de Pablo Hasél) o de los falangistas camisas azules que sueñan con una reedición del Tercer Reich con holocausto de judíos incluido. Un líder auténticamente democrático, un referente de la derecha presentable a la europea, debería mantener la misma intolerancia y beligerancia ante las manifestaciones de violencia de uno y otro signo. Sin embargo, a Casado nunca se le ve ejerciendo con vehemencia el papel de activista de la doctrina Merkel, que consiste en ponerle un cordón sanitario a los neonazis y en no ir con ellos ni a la esquina.  

Ahora el agente inmobiliario Casado que ha vendido Génova 13 pide la ilegalización de todos los partidos que hayan apoyado los actos de vandalismo en honor al mártir Hasél, entre ellos Podemos y los del arco independentista. La consigna general que lanza el líder popular, el falso argumentario de marras, es que “Podemos alienta la violencia”, cuando por ahí por Madrid tenemos a 300 rapados de las juventudes fascistas que andan loando a la División Azul y que no propugnan precisamente la paz entre los hombres.

En realidad todo forma parte de un juego estratégico, un artificio trumpista más de esos a los que es tan aficionado Casado, ya que la ley de partidos, en su artículo 9, establece que una formación política será declarada ilegal “cuando su actividad vulnere los principios democráticos, particularmente cuando con la misma persiga deteriorar o destruir el régimen de libertades o imposibilitar o eliminar el sistema democrático”. Esas conductas serían “vulnerar sistemáticamente las libertades y derechos fundamentales, promoviendo, justificando o exculpando los atentados contra la vida o la integridad de las personas, o la exclusión o persecución de personas por razón de su ideología, religión o creencias, nacionalidad, raza, sexo u orientación sexual; fomentar, propiciar o legitimar la violencia como método para la consecución de objetivos políticos o para hacer desaparecer las condiciones precisas para el ejercicio de la democracia, del pluralismo y de las libertades políticas”. Todo ello en apoyo a organizaciones terroristas.

Hasta donde se sabe, y por fortuna, no hay ninguna banda terrorista que esté actuando en España en nuestros días. ETA ha sido felizmente derrotada y las manifestaciones callejeras violentas tras el encarcelamiento del polémico rapero pueden ser consideradas una muestra de indignación, rabia o descontento popular, reprobable a todas luces, pero muy lejos de poder considerarse una organización terrorista. La mayoría de los cachorros de Hasél no saben ni lo que es la libertad de expresión ni el anarquismo, rompen escaparates y queman contenedores por pura inercia o simbiosis grupal, porque la violencia excita muchísimo o porque alguien les ha dicho que el enemigo es el policía antidisturbios, un obrero y un padre de familia que como ellos solo quiere llevar un sueldo a casa. Las contradicciones en el mundo trosko son enormes, tanto como la incoherencia de Casado. Ese demócrata a tiempo parcial. 

Viñeta: Artsenal   

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