(Publicado en Diario16 el 6 de noviembre de 2019)
Santiago Abascal vive de echar leña al fuego de Cataluña y de no dejar en paz a los inmigrantes que viven honradamente y pagan sus impuestos en España, como cualquier otro ciudadano. En el debate a cinco del pasado lunes el líder ultra volvió a soltar unas cuantas andanadas contra la población migrante para azuzar un poco más el odio racial en la sociedad. No es casualidad que hoy mismo una mujer haya sufrido una agresión racista en un autobús de Madrid.
El hombre duro de Vox volvió a sacar su artillería pesada contra los inmigrantes cuando llegó el turno de las “políticas sociales e igualdad” durante el debate televisado. “Queremos combatir la inmigración ilegal que llena de delincuencia nuestras calles y que discrimina y perjudica a los españoles más modestos”, alegó entre otras perlas. Aseguró que las mujeres se sienten inseguras en las calles por culpa de los extranjeros, volviendo a relacionar de forma abyecta criminalidad con inmigración. Y además dijo que el 70% de las manadas que violan y abusan de las mujeres grupalmente están compuestas por personas extranjeras. Ninguna de estas afirmaciones es cierta y una vez más las cifras desmienten los bulos del populista líder xenófobo.
No existen datos oficiales sobre violaciones múltiples, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), y las fuentes de las que supuestamente bebe Abascal se limitan a algunos reportajes de prensa malintencionados y unos cuantos portales de Internet que solo él conoce. La cifra oficial que maneja el Consejo General del Poder Judicial es que un 70,1% de detenidos por agresiones a las mujeres son españoles. En efecto, el informe sobre delitos contra la libertad e indemnidad sexual en España del 2017 (a partir de los datos del Ministerio del Interior) revela que un 70,1% de los detenidos o investigados por delitos sexuales eran de nacionalidad española, frente a un 29,9% de extranjeros. O lo que es lo mismo, del total de 2.816 condenados 2.107 eran españoles y el resto extranjeros.
Y finalmente la gran obsesión de Abascal: los menores inmigrantes que llegan a España no acompañados por un adulto, esos chicos que solo buscan un futuro mejor a los que el líder de la ultraderecha ha colgado el infame cartel de “los menas” precisamente para estigmatizarlos. “Yo vivo en el barrio de Hortaleza y ahí hay un centro de ‘menas’. Allí me encuentro con mujeres que me vienen a contar que los policías les dicen que no salgan con joyas a la calle”, argumentó en otra insufrible exageración.
La sensación que trata de dar Abascal es que las calles están poco menos que llenas de niños y jóvenes extranjeros que campan a sus anchas cometiendo delitos de todo tipo. Nada más lejos. Precisamente en Andalucía, una comunidad gobernada por PP y Ciudadanos con el apoyo de Vox, el propio Gobierno regional acaba de facilitar las cifras de incidencia de jóvenes inmigrantes en el mundo de la criminalidad: la tasa no supera el 0,54%. Las mentiras de la ultraderecha son tan burdas que deberían caer por su propio peso. El problema es que cuando el fanatismo cala en una cabeza ya no hay lugar para la verdad.
Viñeta: El Koko Parrilla
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