miércoles, 30 de mayo de 2018

EL CERVANTES AMERICANO

(Publicado en Revista Gurb el 30 de mayo de 2018)

Otro imprescindible que se nos va, otro titán de las letras, otro eterno candidato al Nobel que nos deja sin que se lo den. Seguramente el año que viene los vejetes de la Academia sueca se lo concederán a un perfecto desconocido, como suelen hacer por razones políticas. Y todo así. Philip Roth, el genial escritor de Nueva Jersey, falleció la pasada noche. "La vejez no es una batalla, es una masacre", nos dijo en una de sus últimas entrevistas. Para la historia de la literatura quedarán novelas universales como la hilarante El lamento de Portnoy, donde arremete contra los tabúes y tópicos sexuales de la religión judía, y su fascinante trilogía –Pastoral americana (1997), Me casé con un comunista (1998) y La mancha humana (2000)–, fundamental para todo aquel que quiera indagar en lo que fue el prodigioso y convulso siglo XX. Con Philip Roth desaparece el último integrante del quintento glorioso de las letras estadounidenses contemporáneas junto a Saul Bellow, John Updike, Tom Wolfe y Norman Mailer. Los cinco sabios yanquis nos dejan un legado impagable sobre el ser humano contemporáneo abrumado por la sociedad de consumo, los desastres de la guerra, las neurosis modernas, la corrupción, la obsesión por el sexo y el dinero y en general la estafa del sueño americano, que en realidad es una pesadilla y que puede extrapolarse perfectamente al sueño español. Mientras Zaplana se come las uñas en un calabozo de la Guardia Civil, muere el caballero quijotesco Roth, quien a través de su alter ego Nathan Zuckerman, su personaje arquetípico que ya es eterno, ha explorado como nadie las obsesiones de la familia judía, la derrota vital, la traición a los ideales, el fanatismo político y religioso y la identidad personal en un mundo cada vez más deshumanizado. Cuando por falta de fuerzas tuvo que dejar el oficio al final de su vida, aseguró: “La lucha con la escritura ha terminado. Lo hice lo mejor que pude con lo que tenía”. Se ha ido el más grande. Larga vida a Roth, el Cervantes de las letras americanas.

 Foto: Wolfgang Kuhnle–Flickr.

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