(Publicado en Revista Gurb el 20 de abril de 2018)
El ataque lanzado por Estados Unidos, Reino Unido y Francia contra posiciones de Bachar al Asad como represalia por el supuesto ataque químico del Gobierno sirio contra la población civil abre un peligroso escenario en el ya convulso tablero de Oriente Medio. Con su decisión Trump, un líder inmaduro, paleto y enloquecido para quien la guerra es un juego frívolo de tuits y misiles "nuevos, bonitos e inteligentes", pone la estabilidad mundial en la cuerda floja. En las próximas horas sabremos cómo reaccionan la Rusia de Putin, China y los países de la zona (sobre todo Israel, Irán y Egipto, polvorines que pueden estallar en cualquier momento). Mientras tanto, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, sentencia que hemos vuelto a la Guerra Fría, con todo lo que ello significa. Sin embargo, una vuelta a 1945 se antoja imposible, ya que el mundo de hoy nada tiene que ver con el de entonces. No existen dos bloques antagónicos bien definidos por las ideologías comunista y capitalista, el fundamentalismo islámico se ha extendido por Oriente Medio, alterando la Historia, y lo que Guterres define como guerra fría no es más que la guerra de todos contra todos en un inmenso gallinero mundial que puede terminar yéndose de las manos a las principales potencias del planeta. "El terrorismo yihadista, las inmigraciones descontroladas, el ascenso de las ideologías extremas, los brotes de nacionalismo étnico y la crisis de las democracias liberales suscitan mayores riesgos de inestabilidad" de los que existían en los viejos años del Telón de Acero, según asegura hoy el analista Lluís Bassets. Aquella guerra ordenada entre americanos y soviéticos, bajo la amenaza organizada del pánico a un desastre nuclear, hoy sería una cosa mucho más terrible y cruenta.
Viñeta: Becs
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